Entre la civilización y el fanatismo
Armando Ribas
Abogado, profesor de Filosofía Política, periodista, escritor e investigador. Nació en Cuba en 1932, y se graduó en Derecho en la Universidad de Santo Tomás de Villanueva, en La Habana. En 1960 obtuvo un master en Derecho Comparado en la Southern Methodist University en Dallas, Texas. Llegó a la Argentina en 1960. Se entusiasmó al encontrar un país de habla hispana que, gracias a la Constitución de 1853, en medio siglo se había convertido en el octavo país del mundo.


    Las guerras en el Medio Oriente constituyen una tristeza histórica, en un mundo que pretende ignorar la realidad que se ha logrado vivir. Las guerras por la dominación del mundo desaparecieron del planeta. Por siglos las guerras eran la razón de ser de los estados y la fuente del poder político interno. Tanto así que Kant después de asegurar que la razón estaba en la historia escribió: “El hombre quiere la concordia, pero la naturaleza que es más sabia quiere la discordia”. Y partiendo de este pensamiento Hegel dijo: “La guerra es el momento ético de la sociedad”.
     Ya con anterioridad Montesquieu en las Cartas Persas había dicho: “Los cristianos son los que más se matan entre ellos.” Tanto así que en la guerra de los Treinta Años, entre 1.618 y 1.648 murió la mitad de la población de Europa. Por ello recientemente Jean Francois Revel en su “La Obsesión Antiamericana” dijo: “Son los europeos que yo sepa los que hicieron del siglo XX el más negro de la historia. Fueron ellos los que provocaron las dos Apocalipsis que fueron las dos guerras mundiales”.
     Ante esa realidad, la pregunta pendiente ¿cual fue la determinante de que la guerra fría no se hiciera caliente? La respuesta la dio Alberdi hace ciento cincuenta años cuando en su El Crimen de la Guerra” escribió: “Las guerras serán más raras a medida de que la responsabilidad por sus efectos se hagan sentir  en todos los que las promueven y las incitan”. Y más recientemente Karl Eikenberry en un artículo en Foreign Affaire adoptó ese criterio respecto a las relaciones entre Estados Unidos, Rusia y China escribió: “Entonces existen las armas nucleares. Estas armas que poseen Estados Unidos, China y Rusia ayudan a Estados Unidos en dos formas. Primero, gracias a la lógica de la mutua destrucción, ellas radicalmente reducen la probabilidad de una guerra entre los grandes poderes… Segundo, las armas nucleares también hacen a China y Rusia más seguros, dándoles a ellos la seguridad de que Estados Unidos nunca invadirá”.
     No obstante esa realidad son muchos los que pretenden considerar que China constituye una amenaza porque está comerciando cada vez más con América Latina y también invirtiendo. Ese juicio desconoce la realidad que se enfrenta en la actualidad y de la que China ya se percatara, que tal como dijera David Hume, “la riqueza de tu vecino no te perjudica sino que te beneficia”. En razón de ello la China mantiene un superávit comercial enorme con Estados Unidos y por tanto son los mayores compradores de bonos americanos.
    La China ha rechazado la percepción de Lenín en su obra “Imperialismo Etapa Superior del Capitalismo” donde sostuvo que la inversión extranjera surgía cuando los capitalistas ya no podían explotar más a sus trabajadores y exportaban capital para explotar a los extranjeros. Consecuentemente China  recibe el 40% de la inversión extranjera mundial. Es obvio que en función de ella China ha crecido un 9% por año durante los últimos treinta años.
    Evidentemente Alberdi preveía la realidad presente y por ello escribió respecto a la guerra: “Mientras haya algunos que las hacen y otros que las hacen hacer; mientras se mate y se muera por procuración, no se ve porqué motivo puedan llegar a ser menos frecuentes”. La validez de este juicio lo podemos ver en la actualidad en el Medio Oriente, donde se carece de armas nucleares y prevalece el fanatismo religioso que imperó en Occidente por siglos, y que determinaba a su vez el poder político. Por ello podemos percibir asimismo las guerras internas en Irak y en Egipto.
    La situación de Hamas e Israel está determinada por el nacionalismo asegurado por el fanatismo religioso. Pero diría que más aun refleja el odio ancestral hacia Occidente (Europa) en virtud del trato que le dieron los europeos a través de la historia. Tengo entendido que en la actualidad en las escuelas del Medio Oriente se enseña a los alumnos “Las Cruzadas”. Y recuerdoque cuando era chico en el colegio me enseñaban el himno de las Cruzadas: “A la lid cruzados, a luchar con fe, para que de los pueblos Cristo sea el rey”. O sea se pretendía dominar al mundo en nombre del cristianismo. Demás está decir que después de la primera guerra mundial entre Francia e Inglaterra se repartieron las tierras del Imperio Otomano. Tanto así que Winston Churchill en sus memorias cuenta que cuando se iba dormir pensaba dónde iba a poner las fronteras en el Medio Oriente. Fue en virtud de esa sabiduría que Kuwait fue separado de Irak, indudablemente para liberar la producción de petróleo.
    Por supuesto para el mundo islámico, Israel es un émulo territorial de ese Occidente al que desprecian históricamente. Más allá de las razones por las cuales fuera recreado Israel, que puedan justificar su existencia, no cabe la menor duda de que ese hecho  los islámicos lo perciben en términos nacionalistas como una violación territorial. No obstante que en la zona es el único país en el que se respeta la libertad. Por ello hay musulmanes viviendo en Israel donde disfrutan de la libertad que no existe en sus propios países, especialmente para las mujeres.
     Podemos ver entonces que las guerras continúan entre y dentro de países que no disponen de armas nucleares, por más que Israel sí las tiene. El problema de Occidente hoy no es la guerra, sino la demagogia prevaleciente del socialismo en nombre de la igualdad. A ella se debe la actual crisis europea y amenaza la actual política americana. Al mismo tiempo ya debemos saber igualmente que donde reside el fanatismo religioso la libertad es un sueño de una noche de verano. Por ello la política de Estados Unidos y de Unión Europea respecto al Medio Oriente no tiene otra alternativa que conjugar con los dictadores que compatibilizan con Occidente y no intentar sustituirlos.
     Tal como reconociera Vaclav Havel, “No estamos en una lucha entre civilizaciones, sino una lucha por la civilización. Civilización es una sola, donde se respetan los derechos individuales”. Por tanto podemos decir que un gasto público del 50% del PBI, implica la violación de los derechos individuales. Fundamentalmente el derecho a la búsqueda de la propia felicidad y del derecho de propiedad. Esa es la social democracia y en América Latina tenemos amenazas mayores como es el socialismo del siglo XXI  y las guerrillas como las FARC y no la China.
 
 

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