Destituyentes para todos y todas
Gabriela Pousa
Gabriela Pousa es Analista en Medios,  Licenciada en Comunicación Social y Periodismo, egresada de la Universidad del Salvador con Diploma de Honor y mejor promedio. Analista Política y Master en Economía y Ciencias Políticas (Eseade).


“A mí no me defienden algunos dirigentes que, cuando dicen las cosas que dicen de mí o de mi compañero, miran para otro lado ”, sostuvo recientemente la Presidente. Confesión extraña en boca de quien se ha vendido a sí misma invulnerable, segura, y ajena al “qué dirán”.

Confesión a su vez, que deja al descubierto la inutilidad de un aparato comunicacional puesto a su servicio. Desde allí sólo saben adular y atacar a aquellos que la mandataria erige, por capricho, en enemigos. Confesión insólita además, si se tiene en cuenta que ella misma jamás respondió a ninguna de las pruebas que la están posicionando en estos días como la jefe de Estado más corrupta de la historia argentina.

Sin duda no es un diploma para andar mostrando, pero que la sociedad pueda percibir esta realidad después de 10 años de letargo, modifica sustancialmente el escenario. Si a ello sumamos que un programa político supera en audiencia al fútbol del domingo, se acrecienta la esperanza de una madurez cívica capaz de cambiar algo.

Si bien son datos sueltos y quizás arbitrarios, ofrecen señales que es dable tener en cuenta sobre todo en un año tan decisivo. Decisivo porque es verdad que sin un cambio en los comicios de 2013, el 2015 será casi un mal destino a asumir sin demasiado margen para ilusionarse. En ese sentido, el panorama viene siendo positivo.

Ahora bien, al país serio que muchos sueñan no se ha de llegar sin soportar aún, escollos y ataques de consideración. Si hasta hoy, Cristina Kirchner consiguió dar cauce a todos sus planes, y pese a ello se muestra enfadada e iracunda sin ahorrar estocadas contra quienes no le rinden pleitesía, imagínense lo que puede suceder cuando se enfrenté a un Congreso sin mayoría propia, después de ser derrotada en una elección.

Recuérdese que al fracaso de su fútil 7D donde pretendía ver a sus pies al grupo Clarín, siguió la sanción de la ley del mercado financiero – con la trampa del agregado que otorga poder a la CNV para intervenir una sociedad sin necesidad de recurrir a un magistrado -, y el intento por ahora postergado de intervenir el medio.

¿Qué seguirá pues al fracaso por lograr la elección popular de consejeros y de limitar cautelares contra el gobierno?

Ningún freno a las apetencias hegemónicas de la Presidente será gratis para el pueblo, máxime para esa franja social de clase media cuyos votos, Cristina sabe, no le serán afables. La concepción política del matrimonio Kirchner tiene desde su inicio una fuerte raigambre vengativa. Si se fracasa en un plano, se ataca por otro. Raro es que no hayan propuesto instaurar la ley del Talión en el plan “democratizador”.

“La fuerza del amor” que pregonan se limita al relato, no a los actos. En este contexto, no sería de extrañar que de no lograr sacar el monumento a Cristóbal Colón, termine enclavando la estatua de Juana Arzuduy en pleno asfalto de Santa Fe y Callao de manera de generar mayor caos de tránsito.

Entendiendo esto, lo que viene será harto complejo. Dormirse en los laureles porque se ha conseguido algún limite a la ambición presidencial es ingenuo porque a ese freno, seguirá otra embestida más. Si la Corte Suprema declara institucional la reforma judicial como es de esperar, sabrá Dios por qué lado, la Presidente canalizará su malestar. El planteo de un golpe institucional será lo mínimo que puede esperarse.

Acusar de que se la quiere desestabilizar es un ardid que está siendo utilizado desde hace años, es el modo de victimizarse frente lo razonable que en Balcarce 50 es tomado como obstáculo. Sucedió cuando el sector agropecuario reclamó por las retenciones, enseguida Néstor Kirchner habló de grupos desestabilizadores.

Se volvió a ese argumento cuando los empresarios pusieron algún tipo de reparos a la política económica del gobierno. Entonces se habló de clima destituyente por parte de “grupos económicos y mediáticos”. No escapó a la acusación Julio Cobos cuando era vicepresidente de la Nación.

Con motivo del embargo de los fondos del Banco Central dispuesto por un juez de los Estados Unidos, en enero de 2010, Cristina Fernández se dirigió a su segundo como “conspirador” junto a la jueza Sarmiento y a Martín Redrado, por ese entonces Presidente de ese banco. Con total impunidad, la jefe de Estado se despachó: “Me parece que Cobos quiere ser presidente antes del 2011″.

No fueron ajenos a la adjetivación Hugo Moyano, los gendarmes que reclamaban por sus haberes, los jubilados que pretenden el 82% ni los fondos buitres y los ghaneses…

Más recientemente, cuando aún no terminara de trasmitirse el primer programa de Jorge Lanata, el periodista se convertía – para el séquito de la Casa Rosada -, en un golpista. Así de ridículo, sin eufemismos.

Luego, el jefe de la Unidad de Investigaciones Financieras José Sbatella fue más lejos y calificó de idéntico modo a los dólares guardados en cajas de seguridad bancarias. En la imaginación del kirchnerismo pueden ser destituyentes hasta los ahorros de los argentinos.

Lo cierto es que mañana el mote será para los miembros de la Corte. El tema será a quién endilgar tamaña acusación cuando sean las urnas quienes contradigan el afán kirchnerista de perpetuidad. Quizás Daniel Filmus vuelva a declarar que el pueblo se equivoca y vota mal.

En definitiva, algo de razón tenía… De lo contrario no habríamos llegado a lo que hemos llegado hoy día.

 

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