Capando palabras
Enrique G. Avogadro
Abogado.


He escrito innumerables notas acerca de la brutal y genocida corrupción
que hoy reina en la Argentina, infinitamente superior a todo lo ocurrido
en el pasado, incluida la década menemista. Recuerdo que, una vez, a
raíz de una editorial en la que me preguntaba por qué los argentinos
no relacionábamos la corrupción con el deterioro de nuestra vida
personal, un periodista norteamericano me llamó y respondió: _"entre
los pueblos sajones, la cosa pública es de todos; entre los latinos, no
es de nadie". _

_ _

Más allá de la inteligente proposición, vuelvo a preguntarme, en
razón del nuevo crimen de Castelar, y a la luz de las gigantescas
denuncias de Carrió y Lanata, cómo puede ser que los familiares de los
muertos y heridos ferroviarios no se den cuenta que la sangre derramada
se ha convertido en los billetes de quinientos euros que la familia
imperial y mafiosa que nos gobierna ha acumulado en sus bóvedas del
sur, muchos de ellos transformados en diamantes durante la gira que
doña Cristina y _Patotín _realizaron a Angola, con nulos resultados
comerciales para el país.

Periodistas y analistas bien intencionados dudan antes de decir la
verdad, pura y dura; por ejemplo, escriben que, durante la _"década
ganada", _el Gobierno derivó veinticinco mil millones a los empresarios
del transporte amigos. Como en tantos otros casos, tal vez para evitar
acciones legales, recurren a eufemismos para enmascarar la realidad: los
Kirchner no le repartieron dinero a otros sino que, lisa y llanamente,
se la metieron en su propio bolsillo utilizando testaferros de todo
tipo.

Para que quede claro a qué me refiero: los Cirigliano, Ricardo Jaime y
Schiavi son Kirchner, De Vido es Kirchner, Lázaro Báez es Kirchner,
los Eskenazi son Kirchner, Jorge Brito es Kirchner, Ferreyra y sus
socios (ElectroIngeniería) son Kirchner, Cristóbal López es Kirchner,
Spolsky es Kirchner, Rudy Ulloa Igor es Kirchner, Recalde y La Cámpora
son Kirchner, y la lista puede prolongarse hasta el infinito si
agregamos a ella a la contraparte de tanta inmundicia: los empresarios
que pagan por medrar y cazar en un zoológico, que también son
Kirchner, como lo son los jueces federales que, ante las denuncias,
miran para otro lado, sobreseen las causas sin investigar o demoran
semanas cruciales allanamientos.

De uno y otro lado del mostrador, don Néstor (q.e.p.d.) era el
verdadero dueño de las empresas y campos que sus testaferros compraban,
y su viuda y sus hijos las han heredado. ¿Esto no lo saben los
periodistas que investigan? ¿No lo saben los padres de Lucas, el chico
cuyo cadáver estuvo dos días dentro de un vagón en Once? ¿No lo
saben los pobres e indigentes del Conurbano que ven, todos los días,
morir a sus hijos por la adicción al "paco"? ¿Lo saben los deudos de
los veintisiete muertos por día en accidentes en las rutas, que nos han
convertido en el país más luctuoso del mundo en la materia?

Los chacareros y los habitantes de los pueblos chicos del interior, ¿no
saben que el dinero con el que se hubiera podido pavimentar los caminos
de tierra está en las bóvedas de estancias sureñas? Esos productores
y pequeños propietarios, ¿ignoran que cobran por sus cosechas un
dólar de tres pesos porque los Kirchner perdieron, con el propósito de
robarse YPF, reservas de energía equivalentes a quinientos millones de
cabezas de ganado?

Cuando escribí mi nota anterior, "Calesita Estrellada", ignoraba cuán
rápido mis pronósticos se confirmarían. Por una parte, la
centro-derecha ratificó su estupidez congénita al lograr fracasar, con
gran esfuerzo, en todos los intentos de constituir una gran confluencia
de ese origen, a contrapelo de lo que sí hicieron los partidos de
izquierda en la ciudad y en la Provincia de Buenos Aires.

Por la otra, la señora Presidente se ocupó de informar al mundo que
pretende replicar aquí el modelo de ¿justicia? que su fallecido
patrocinador, el _Papagayo Caribeño_, impusiera en su país, donde una
señora Juez, por el sólo hecho de haber fallado en contra de los
deseos del tirano, pasó cuatro años en la cárcel, sufrió violaciones
y golpizas y hasta ayer padeció arresto domiciliario.

También imita a _Pajarito Chiquitico _en su permanente denuncia de
ridículas conspiraciones -la última del venezolano incluyó la compra
de dieciocho aviones de combate por la oposición-, para justificar las
enormes catástrofes que el gobierno bolivariano ha derramado sobre su
población: inseguridad, inflación, caída en la producción de
combustibles, escasez y racionamiento de alimentos y hasta de papel
higiénico, corrupción, tráfico de drogas, lavado de dinero, etc.
¿Nota usted alguna semejanza con nuestra realidad? ¿Recuerda que aquí
los empresarios son responsables de la inflación, y no la brutal
emisión que se ordena realizar al Banco Central? ¿Qué la prensa
independiente conspira denunciando bolsos, aviones y bóvedas? ¿Qué
los maquinistas, aliados a "Pino" Solanas, chocan los trenes a
propósito para perjudicar a Randazzo?

Volviendo al mal uso de las palabras, o a la prudencia en utilizarlas,
debemos claramente decir que. además de cometer todo tipo de tropelías
contra la vida y la propiedad que, por sí solas deberían llevarla a la
cárcel de por vida, . Con su forma de gobernar y, en especial, cuando
encabeza el ataque militante a la Corte Suprema, está violando la
Constitución Nacional (artículos 1º, 14, 14 bis, 16 a 19, 22, 27 a
29, 31 a 34, 36 a 39, 41 a 43) e incurriendo en todos los delitos
descriptos en los títulos X y XI  del Código Penal. Como consecuencia
de esa descripción, con la que nadie -salvo, por supuesto, "Carta
Abierta" y "Justicia Legítima"- puede disentir, no solamente debe ser
inmediatamente sometida a juicio político, sino calificada como infame
traidora a la Patria, como dice la propia Constitución.

Si los argentinos queremos tener un futuro como nación republicana,
representativa y federal, debemos no sólo dejar de ser prudentes y
cobardes sino comenzar a hablar -y hablarnos- claro y llamar a las cosas
por su nombre: lo que estamos viviendo es el gobierno de una banda
gigantesca de delincuentes, que han entrado a saco en todos los
terrenos, con el propósito de enriquecerse, de robar bienes y empresas
y, además, de convertirnos en un narco imperio, podrido hasta sus
cimientos, que necesita contar con cada vez más pobres/clientes para
disfrazarse de demócratas; en ese camino, no trepidan en pisotear leyes
y tratados y desconocer derechos y garantías.

Está en nosotros impedir que vayan por todo y, finalmente, lo consigan.
 

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