¿Cómo salimos de esto?

Malú Kikuchi
Periodista. Conductora de "Cuento Chino" y "La Dama y el Bárbaro", radio El Mundo. Premio a la Libertad 2013, Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
Disculpe la aclaración, el “esto” no significa que me
haya quedado sin palabras, algo posible viviendo en la Argentina K; pero no,
esa no es la razón. Debería reemplazar el “esto” por crisis, pero crisis se ha transformado en una palabra
destituyente, anticonstitucional y conspirativa. Desgraciadamente, inevitable.
El hecho, no la palabra.
Los argentinos, expertos en crisis, no necesitamos la
explicación del diccionario para saber qué es una crisis, la presentimos meses
antes de que llegue. De todos modos ahí va la definición: crisis, situación
grave, difícil y decisiva, que pone en peligro el desarrollo de un proceso. ¿Le
suena?
Hagamos memoria. A la muerte de Perón (1/7/1974) asume la
presidencia Isabelita y nombra al pobre Celestino Rodrigo que tiene que
sincerar los precios amordazados por Gelbard. Se llamó “rodrigazo”. La crisis
hizo que nos estrelláramos contra la pared a 200km p/h. Fue duro. Llegó el
Proceso.
Y con el Proceso, Martínez de Hoz. Cuando la economía se
le fue de las manos con la quiebra del *BIR,
la crisis obligó a Martínez de Hoz a renunciar en marzo de 1981, previa
devaluación. Le sucedió Lorenzo Sigaut, el de “el que le apueste al US$,
pierde”. Nueva devaluación. Las crisis duelen mucho.
1983, ¡vuelve la democracia!, “con la que se cura, se
come…” Alfonsín nombra ministro de economía a Grinspun, luego a Sourrouille, el
del “plan Austral”, que aterriza en el “plan primavera” con Pugliese: “les
hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo”. Con la crisis desatada,
ministro de economía Jesús Rodríguez, hiperinflación en mayo, 78,4%, adelanto
de elecciones.
1989, la crisis trae a Menem a la presidencia. A fines de
1989, el ministro Erman González enfrenta la 2° hiperinflación y viene el plan
Bonex. Los argentinos aprendemos a convivir con las crisis, es más, se diría
que nos dan, además de trompadas, una cierta flexibilidad que nos ayuda a
sobrevivir. A los vivos más que a los
honestos trabajadores, que son los que pagan las crisis.
Cavallo y el 1 a 1. Nos sentíamos Gardel y Lepera juntos.
Repetimos el deme 2 en Miami, como con Martínez de Hoz. ¿No tendremos algo que
ver con esta repetición histórica de fiestas y terribles finales? Se va Menem,
1999. Llegan De la Rúa y la Alianza, un mal casamiento con un predecible mal
final. El 1 a 1 no da para más. De la Rúa llama a Cavallo. Los US$ huyen del
país en cantidades insoportables. Cavallo impone el “corralito”.
Con el corralito y la furia de la gente, llega el
helicóptero. De la Rúa se va en plena crisis, ante un golpe de estado civil
manejado desde la provincia de Buenos Aires por Duhalde y con algo de simpatía
por parte de Alfonsín. En una semana 5 presidentes. Adolfo Rodríguez Saa
defaultea la deuda externa en el congreso nacional, con el aplauso de pie de
toda la asamblea, salvo 9 honorables personas.
¡2002! Duhalde presidente. “El año que vivimos en
peligro”. Ollas populares, asambleas barriales. Vietnam nos mandaba ropa usada.
Argentina tenía hambre. ¡Y nos van a hablar de crisis! A nosotros, ¡los
argentinos!!! Nos hacemos famosos en el mundo. Duhalde en su rencor contra
Menem, nos deja a Kirchner presidente. Otra vez fiesta. El viento internacional
a favor, la “diosa soja”, las industrias vuelven a trabajar, ¡fiesta, fiesta,
fiesta!
Subsidios a los que se les deben dar, subsidios a las
empresas amigas que no se deben dar, negociados, corrupción. Cristina
presidente, Néstor vive. Después de la muerte de Néstor, 27/10/2010, reelección
en 2011 de la viuda. Ya sin N K la economía da un giro extremo hacia el
estatismo y la izquierda más idiota, esa que desapareció del mundo, salvo en
Cuba y …
Y ahora, finales de 2014,
el INDEC dice que llevamos 14 meses de baja en la industria, en
septiembre bajó el 1,7%; estamos en default, la calificadora Fitch nos bajó la
nota de C a D, estamos en desacato y la inflación ronda el 43%. No necesitamos
que nadie nos lo diga, intentamos comprar comida, no nos queda otra; miramos
vidrieras sin comprar; los negocios vacíos, los locales en venta o alquiler,
las viviendas también. Menos autos en la calle, desde que estatizamos YPF la
nafta aumentó 40%.
Y la presidente que vive en Olivos, la Rosada y su casa
del Calafate, que viaja en helicóptero o en aviones presidenciales, que vive,
feliz de ella en un país de maravillas que no es el nuestro, el real, osa decir que se predica la
crisis para instalar miedo. Par asustar. Hay que aclararle que ya estamos
asustados, que estamos muertos de miedo porque sabemos, vivimos y pagamos lo que son las crisis en Argentina. Y
no todos tenemos un sólido colchón de dólares en bóvedas y bancos extranjeros
para protegernos.
La crisis se huele, y cuando llega, duele. No la
buscamos, es como la tormenta, no la queremos, no nos gusta, sólo la
pronosticamos. Y la tormenta, si la meteorología no se equivoca, llega, mal que
nos pese. Las crisis argentinas no tienen dueño, son peronistas, radicales,
militares, gobiernos electos y de facto. Ni siquiera Cristina con su obsesivo
relato, con su antojadiza realidad es la única culpable. Nosotros, los que
repetimos cual Síisifos condenados la misma historia, también somos culpables.
Los que la votaron por haberlo hecho. Los que no la
votamos por no haber sabido construir una oposición lógica, con menos palabras
y más propuestas, para ser una alternativa viable. La pregunta sigue siendo la
misma, ya que los protagonistas seguimos siendo los mismos: de “esto”, ¿cómo
salimos? Porque ya está, ni siquiera hay que esperar a diciembre. Una vez más,
Argentina está en crisis, y van…
*BIR, Banco Intercambio Regional.
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