La muerte del fiscal Nisman
Miguel Sagués
Miguel Sagués es médico y periodista. Conductor de "Tiempo de opinar" es una propuesta que lleva más de 7 años al aire, donde se propone abordar temas políticos y de actualidad, sustentado en una mirada diferente de la información, compartiendo con los oyentes una profunda reflexión acerca de las principales noticias y acontecimientos del quehacer nacional. 


Al cumplirse una semana de la muerte del fiscal Alberto Nisman , y luego de que el oficialismo apuntara a ex agentes de inteligencia de maniobras contra el Gobierno, la presidente cuestionó a Nisman por promover la inconstitucionalidad del memorándum. "Quien había reclamado tomar declaración a los iraníes, impulsó la inconstitucionalidad del acuerdo con Irán", cuestionó la Presidenta sobre el fallecido fiscal. 

Comenzaron a sucederse denuncias con un ritmo de vértigo, con la complicidad de grupos de fiscales, grupos de jueces, denunciadores anónimos y también de periodistas. Esto se comenzó a hacer desde algunas oficinas del propio gobierno nacional".
 
Al referirse a la denuncia de casi 300 fojas que Nisman hizo el pasado 14 de enero, en la que denunció a la Presidenta y al canciller Héctor Timerman de obstruir la causa AMIA y de negociar la impunidad de los acusados iraníes, Cristina consideró: "No hay un solo abogado que pueda creer que eso haya sido escrito por un fiscal”, agregando “es descabellado pensar que nuestro Gobierno pueda siquiera ser sospechado de eso. Es tan absurda la denuncia que no cabe delito.
 
Se permite emitir opiniones personales erráticas, como si fuera una espectadora más, generando confusión hasta en el coro de obsecuentes, que tienen continuamente que cambiar el discurso
Esta grotesca e increíble comedia de mentiras, desmentidas, enredos y conspiraciones es un insulto a la inteligencia media de la ciudadanía y revela una estrategia perversa para mantenerla anestesiada y sumisa en una circunstancia tan crucial como la que atravesamos.

Los dos sucesos paralelos y simultáneos que conmueven a la ciudadanía -un delito denunciado, como el pacto de impunidad con Irán, y el hasta ahora presunto homicidio o suicidio inducido del fiscal Nisman- corren el peligro de quedar en la nada, como en episodios anteriores.

Los dos casos deben ser resueltos no en varios meses o años, sino a la mayor brevedad posible. Se lo merecen las instituciones de la República y la castigada sociedad argentina en su conjunto.

Hoy siento simultáneamente indignación, tristeza, furia y vergüenza por la oprobiosa situación interna e internacional a que nos conduce la autocracia que padecemos. Esta suma de sentimientos, generada por el Gobierno, abarca a la sociedad en su conjunto y también está dirigida a la clase política. Al Gobierno lo ensucia con la sangre del fiscal asesinado y con la de las 85 víctimas de la AMIA por las que Nisman dio su vida y a las que difícilmente la Justicia pueda asegurarles la paz en su descanso. 

A la sociedad le impone la obligación de expresar su rebeldía no sólo con marchas y cánticos, sino con una actitud permanente de rechazo, y un voto castigo que sea el segundo "¡Nunca más!" de nuestra trágica historia reciente. Y a la dirigencia política la obliga a deponer sus vanidades, mezquindades y apetencias, para alcanzar la unidad, los consensos y los pactos de gobernabilidad, indispensables para traernos la tranquilidad de que nos independizaremos de las diversas formas de asociaciones ilícitas. Y de esa manera iniciar el camino de la reconstrucción del país que anhelamos y merecemos.
 
 

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