Nuestro problema: mucha reacción, poca acción
Rogelio López Guillemain
Autor del libro "La rebelión de los mansos", entre otras obras. Médico Cirujano. Especialista en Cirugía Plástica. Especialista
en Cirugía General. Jefe del servicio de Quirófano del Hospital Domingo Funes,
Córdoba. Director del Centro de Formación de Cirugía del Domingo Funes
(reconocido por CONEAU). Productor y conductor de "Sucesos de nuestra
historia" por radio sucesos, Córdoba.
Decía Newton "cada acción produce una reacción igual y
opuesta", y se ve que los argentinos estamos dispuestos a demostrar
día a día que esta ley es cierta.
Una reacción es una respuesta a un
evento que la genera. Aunque parezca
paradójico, es una actitud pasiva que no se motoriza por sí misma; es una
actitud agresiva, pues intenta destruir algo que consideramos malo o dañino (si
una acción es buena no nos oponemos); es una actitud más instintiva, pues equivale
al gesto que hace un animal cuando alguien le levanta la mano; nos ponemos en
posición de defensa para repeler la agresión.
La reacción está más cerca de la
animalidad que de la humanidad.
En cambio, la acción implica tomar
partido, implica de la nada hacer algo, es constructiva, es creativa, es mirar
al futuro.
Es imaginar y trasladar nuestro
pensamientos, nuestras ideas, nuestros sueños a la realidad; es pasar de ser
potencial a ser concreto, es el crear, es lo que nos hace semejantes a
Dios. Miguel Ángel imaginó el David y la
acción lo plasmó, Beethoven llevó de su mente al pentagrama la novena sinfonía
por la acción; Sarmiento y Alberdi imaginaron un país y con sus acciones nos lo
regalaron.
La acción crea, la reacción
destruye; la acción es vida, la reacción es muerte; la acción es proponer, la reacción
es oponer; la acción es salir al mundo a generar, la reacción es retraerse y
esperar lo que el mundo genere, la acción es elegir las fichas blancas en la
vida, la reacción se conforma con las negras; la acción es ser primero, la
reacción es ser el último.
En el caso de los argentinos, nos
tiene que ocurrir primero un hecho que toque nuestras fibras íntimas o nuestro
órgano más sensible (el bolsillo), para que como ciudadanos salgamos a protestar
cacerola en mano, o incluso con algo más tibio y cómodo, como despotricar
contra los que mandan a través de las redes sociales.
"Pero
porque eres tibio y no frío o caliente, voy a vomitarte de mi boca." dice
la biblia y esto tiene un porqué. La acción
genera calor, el frío es la muerte o inacción, y aquel que se enciende solo a
veces, no tiene el frio de la muerte, tampoco el calor de la vida; sólo la
tibieza del sobrevivir y la apatía del que no explota su potencial. Esto en política implica que es más dañino
para el país la falta de compromiso con la cosa pública de los honestos, que
los desastres que hacen los corruptos ocupando cargos.
Decía Sarmiento "Cuando los hombres honrados se van a su casa, los pillos entran en la
de gobierno" y es cierto; el lugar que cada uno de nosotros no
ocupamos, lo ocupa algún delincuente que sólo quiere vivir como parásito de tus
impuestos, de tu esfuerzo.
Debemos tomar las riendas de
nuestras vidas, de nuestro espacio y porque no, de nuestro país. No es preciso que todos seamos candidatos a
presidente. En nuestro lugar, en nuestra
familia, con nuestros amigos, en el club, en una biblioteca, en el centro
vecinal, en donde nos toque y hasta donde creamos que podemos ocupar un espacio
para crear, para movilizarlo con la acción, debemos actuar.
Este país fue grande gracias a
personas comunes que lo impulsaron con su accionar. ¿Quién no tuvo un abuelo o bisabuelo que
trabajaba en uno de los espacios sociales que nombré arriba? Quizás más de uno recuerda a sus antepasados
ocupando cargos políticos que ejercieron buscando la satisfacción de hacer, de
ser acción y no la adulación de los lacayos o los beneficios de un jugoso
sueldo.
Reaccionan los mediocres, los
grandes hombres son personas de acción; reaccionan los pobres de espíritu, los
que tienen el alma llena actúan; reacciona quien espera, actúa el que decide
tomar el control de su vida.
Ahora tomate un minuto; parate
frente al espejo y mirate. Hacelo; no en
tu imaginación, hacelo de verdad; como lo haría un hombre de acción y
preguntate ¿Dejaré que las cosas sucedan o haré que sucedan?, ¿Tendré el valor
de tomar el control de mi vida o esperaré a ver que me toca para ver qué hago?
Atrevete a ser una persona de acción,
los tuyos y tu país te necesitan, Sumate a la Rebelión de los Mansos.
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