Propiedad privada y desarrollo económico
Maximiliano Bauk
Es Analista de
Políticas Económicas en el Centro de Estudios Libertad y Responsabilidad.
Actualmente cursa una Maestría en Políticas Económicas en la SMC University.
Participó del “Programa de Jóvenes Investigadores y Comunicadores Sociales” de
Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
La propiedad privada, institución cuya
legitimidad es cada vez más puesta en duda por partidos políticos de izquierda
alrededor del mundo, es uno de los pilares fundamentales de nuestra libertad. Pero
al margen de esto, en este breve artículo quiero destacar porqué a medida que los
países más respetan este derecho, tienen
una notable tendencia a convertirse en países desarrollados y a, por lo tanto,
brindar los más elevados niveles de vida a sus habitantes mientras que los que
no lo hacen le ponen una traba insuperable al progreso.
En un sistema de propiedad privada la innovación, si bien representa un riesgo, se ve fuertemente incentivada ya que si un nuevo producto es aceptado por los consumidores, al ser escaso pero demandado, sus precios serán muy altos lo que le dará por un buen período de tiempo enormes márgenes de ganancia al emprendedor que lo llevó al mercado, a la vez este elevado precio atrae a más empresarios que realizarán dicho producto para obtener la misma ganancia lo cual elevará la oferta, bajará su precio y saciará a la demanda haciendo ahora ese producto accesible para más personas, lo cual se traduce en un país con mayores riqueza y, a más riqueza mayor prosperidad en los ciudadanos. Pero de no existir la propiedad privada no tendría sentido este proceso, innovar simplemente representaría el riesgo de producir algún aparato que posiblemente no sea aceptado puesto que los potenciales beneficios no serán tangibles, por lo cual la creatividad estaría incentivada de manera negativa ya que ahora no representa un potencial beneficio sino un probable desperdicio de recursos.
Por lo dicho, ante la inexistencia de esta noble institución se viviría meramente con los productos fabricados en la era pre-abolición de la propiedad o imitando lo que por entonces existía, como se ve reflejado en cualquier fotografía de la vida cotidiana en Cuba donde se encuentran encerrados en el pasado como si a partir de la “Revolución Cubana” en los cincuenta jamás hubiera transcurrido el tiempo.
La innovación no se manifiesta solo en automóviles
lujosos, avanzadas computadoras o los practiquísimos smartphones, sino que
esencialmente se cambió nuestra manera de vivir elevando nuestro nivel de vida
con la creación de, por ejemplo, nuevos medicamentos, haciendo que enfermedades
que para nuestros antepasados fueron mortales sean para nosotros inofensivas,
nuevas formas de conservación de los alimentos y más eficientes formas de
producirlo haciendo de nuestra cena algo más accesible cada día, creando formas
transporte que miles de años atrás eran impensadas estableciendo así puentes
que unen los rincones más remotos del planeta. Todo esto logró que, por
ejemplo, la expectativa de vida de los países en desarrollo aumentara, entre
1960 y 2005, de 45 a 65 años y que la
desnutrición, entre 1970 y 2003, pasara del 37 al 17 por ciento en los mismos
países, siendo el pronóstico en la actualidad aún más alentador.
A su vez ¿qué incentivo existe para trabajar
mejor si ante la ausencia de propiedad privada, así como por la innovación no
hay ganancia tampoco la habrá por el mayor esfuerzo realizado? Dará igual
destacarse entre los trabajadores que pasar desapercibido, no habrá recompensa
alguna. Al respecto existe una famosa frase atribuida a trabajadores de la
Unión Soviética, quienes decían “ellos hacen como si nos pagaran, nosotros
hacemos como si trabajáramos”.
Aún teniendo el gobierno buenas intenciones y
proponiéndose llevar adelante un modelo sin propiedad privada exitoso,
resultaría imposible lograr una producción racional en este ámbito ya que debido
a la ausencia de precios que esto implicaría, la oferta y demanda de los
productos no se vería reflejada en ningún lado y los recursos serían
inevitablemente desperdiciados, se manejaría totalmente a oscuras debido a la
ausencia de señales. Pero independientemente de esto, los precios, además de
esta irremplazable función que muestra fielmente tanto utilidad como escasez
reproducida por medio de todos aquellos intervinientes en la economía, son un
inmejorable incentivo al desarrollo y la superación, pero ante la ausencia de
ellos como del derecho de propiedad, estos incentivos desaparecen y con estos
el crecimiento económico, como podemos comprobar con tan solo buscar algunas
imágenes de Cuba en contraste con Estados Unidos, Corea del Norte en contraste
con Corea del Sur o bien la Alemania Oriental en contraste con la Alemania
Occidental.
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