Las aulas de la Identidad: El ser Nacional y el “Otro”
Pilmayquén Villanueva

Integrante del "Programa de Jóvenes Investigadores y Comunicadores Sociales" (edición 2015) de Fundación Atlas para una Sociedad Libre.



Pareciera que en nuestro imaginario, la escuela se presenta como un amplio pasillo de aprendizajes, en los cuales la formación de los hombres corre por la experiencia abierta con el conocimiento.
 
Este conocimiento entendido como herramienta de poder, permite la propia realización del hombre, buscando su libertad e igualdad. Sin embargo, la Escuela ha sido una de las herramientas fundamentales para crear las bases de lo que luego será conocido como “la identidad del Ser Nacional”. En la cual, su función es primeramente homogeneizar a partir de valores, creencias e imaginarios aquellas particularidades regionales del territorio argentino.
Pensar esta realidad, implica muchas veces reflexionar entorno a nuestra educación hoy en día y más que nada, implica qué idea de país y de nación, si me permite afirmar querido lector, queremos.
 
En los campos remotos de nuestra historia Nacional, la construcción de la Nación Argentina estuvo fundamentada por la presencia de diferentes discursos y entre ellos, el mito fundamental de que nuestra Patria, es un crisol de razas.
 
Crisol que por estos días se presenta como aquella Argentina inmigrante, europea y trabajadora.
 
Aquella que se alza nacida en 1810 y extiende su camino hasta nuestro presente. Sin embargo, querido lector yo le hago esta pregunta, ¿Qué pasado hay antes de nuestro 1810? ¿Qué elementos nos identifican dentro de un grupo?¿ Con quienes ? ¿Quiénes están antes de que seamos quienes decimos ser?
 
La identidad Nacional se constituye como escribe Mandrini (2007) en el mito de la “ Argentina Europea”, es decir un país sin indios, lo cual ha llevado a que la historia de nuestra argentina originaria quede relegada a meras cosas del pasado, reliquias arqueológicas cuyo lugar está en los museos de Historia Natural.
 
En nombre de esta “Identidad Nacional” hemos dejado afuera aquellos “Otros” que también la conforman, hemos utilizado anacrónicamente realidades históricas, para explicar situaciones presentes y reales que seguimos viviendo. Tildamos de “Chilenos” “ Bolivianos” “Paraguayos” comunidades originarias afincadas muchos antes de nuestra existencia como estado, describiéndolas como aquel “Otro” ajeno a nuestra constitución de nacionalidad, a la cual, por
ser “Otra” queda por fuera de toda integración y aceptación.
 
En esta construcción del “Ser”, de este “Yo Nacional”, se ha justificado el atropello a las creencias y derechos de aquellos “Otros”, a los cuales hemos negado su identidad y existencia y más que nada los derechos y garantías que poseen por el simple hecho de haber nacido hombres.
 
Sin embargo, en una sociedad donde los nuevos fenómenos sociales han puesto en crisis las definiciones de Estado-Nación, coincidimos con Tedesco que “frente a la concepción clásica que perciben a un «nosotros» común frente a un «ellos» extraño, las personas diversifican cada vez más el «nosotros» y, sobre todo, aumentan los «ellos» de manera espectacular. Por eso, la
igualdad y la cohesión social ya no pueden apoyarse únicamente en una identidad nacional común, ajena a la diversidad, sino que deben apoyarse en identidades múltiples de modo que algo del «otro» pueda ser reconocido en el «nosotros» individual.
 
Desde aquí proponemos que comprender el término identidad, debería estar sujeto a pensarlo como una búsqueda, que no interpele una conformación de características únicas, percibidas en un tiempo determinado y bajo una heterogeneidad, sino que acepte lo diferente, pero por sobre todo que reivindique aquellos sectores que ha excluido y marginalizado, con responsabilidad ética y conciencia histórica coloque en el lugar correspondiente a todos los sectores.
 
Si bien es cierto, que conceptualizar la Identidad Nacional, supone a nuestro parecer repensar los conceptos propios de identidad. Es preciso recordar que las comunidades originarios de Patagonia como así el Norte argentino, no solo se enfrentan a la injusticia propia del estado sino también a la realidad imperialista presente dentro de sus tierras, que han perjudicado enormemente su realidad y calidad de vida. En estas realidades encontramos, pozos de agua
contaminados, hijos golpeados, hambre y sobretodo injusticia. Situaciones que se ven acompañadas por el silencio y la discriminación.
 
La identidad en nuestro país, debe estar construida desde aquella diversidad de esencias culturales, que no deben imponerse unas sobre las otras; en especial si se ignoran sus historias.
 
Y sobre todo si se siguen ignorando los derechos y garantías de los Pueblos originarios, que en la actualidad se encuentran enmarcados por legislaciones y normativas, tanto nacionales como internacionales.
 
Si la escuela posee el valor fundamental de la formación de todos los ciudadanos de su patria pero así también la formación de los hombres, considero que debe ser lugar de conocimiento, de reivindicación y de nuevos espacios que privilegien el conocimiento en favor de la libertad y la
igualdad de derecho ante el imperio de la ley. Si logramos, que la escuela medie en estas construcciones de estas identidades y se proponga ofrecer los variados pasados históricos con una clara visión ética, tal vez, no correríamos el riesgo de naturalizar situaciones físicas y reales de socavamiento de Derechos, pero por sobre todo, no estaríamos negando la identidad cultural
y el propio derecho de ser ciudadanos, de todos aquellos alumnos que caminan sobre este y amplio territorio argentino.
 

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