La Argentina: una breve visión de la decadencia
Nicolás Turdo
Estudiante de Relaciones Internacionales. Músico. Y, principalmente, admirador, pensador y difusor de las ideas liberales. 


La República Argentina, hoy en día y en un camino que se inició hace ya décadas, es un país que ocupa los últimos puestos en diferentes índices, tales como libertad económica, libertad de prensa, calidad institucional, nivel educativo, y seguridad jurídica, entre otros. En otras palabras, un país que desalienta las inversiones nacionales y extranjeras, donde la separación de poderes está casi extinta y en el que el populismo de la familia Kirchner (que gobierna desde hace exactamente 12 años) ha logrado dominar las mentes y los pensamientos de la gran mayoría de los argentinos.

Pero lo curioso que esto no fue siempre así. El país fue fundado bajo las bases estrictas de un Estado de Derecho fuerte. En 1853 se sanciona una Constitución totalmente liberal, muy parecida a la norteamericana, que limita al gobierno y les da libertad y poder a las personas. En la misma se establecieron marcos institucionales, republicanos y federales para el progreso del país. Este contexto, más una dirigencia que miraba al mundo y planificaba para el futuro, logró un notable avance hacia la vanguardia del orbe. Es más, el país en poco tiempo obtuvo un desarrollo enorme, con logros formidables, como por ejemplo:

  • Entre 1850 y 1914, el área sembrada pasó de medio millón a 24 millones de hectáreas.
  • Las exportaciones subieron en 40 años (1870-1910), de 30 millones de pesos oro a 389 millones.
  • La red ferroviaria creció de 732 kilómetros en 1870 a 28.000 kilómetros en 1910, junto con una avanzadísima red de carreteras, integrando los desiertos espacios argentinos.
  • El crecimiento por habitante entre 1875 y 1913 fue de más del tres por ciento anual.
  • La inmigración, atraída por ese ilimitado progreso, fue casi explosiva: unos seis millones de extranjeros llegaron al país. Esto dio como resultado global que en apenas poco más de 60 años la población pasó de un millón de habitantes en 1850 a ocho millones en 1914.
  • En lo que respecta al progreso en calidad humana, la tasa de mortalidad por mil habitantes había bajado del 22,98 en 1889-1898 a 16,5 en 1899-1907. A título comparativo, podemos decir que la tasa en 1908, que era de 15,2, podía medirse favorablemente contra las de Berlín (14,8), Londres (15,1) y Nueva York (18,6).
  • En 1869, el país tenía un 70% de analfabetos. En 1930, se habían reducido al 22%. La tasa de escolaridad primaria, que en 1870 era del 20%, en 1920 llegaba al 64%. (En Italia, para los mismos años, había subido del 33 al 55%).

Muchas son las causas que los analistas han tratado de encontrar para justificar la enorme divergencia que se da entre aquella Argentina del progreso ilimitado y esta actual decadencia. Algunas de tales justificaciones giran en torno de exóticas combinaciones climáticas, religiosas, idiomáticas y hasta racistas. Pero la realidad es que la acelerada caída que hoy registra la Argentina tiene su verdadera causa en el gradual pero persistente y sistemático apartamiento del país de lo que en la cultura inglesa de denomina el Rule of Law, es decir, el conjunto de normas y principios que valoran al individuo y sus libertades por sobre el estado omnipresente y protector que, finalmente, todo lo destruye y ahoga. Este es un año decisivo, en un país donde el voto es obligatorio, ya que la ciudadanía está convocada a elecciones en octubre y debe elegir por continuar el modelo populista kirchnerista, a través de candidatos con diferentes nombres y partidos pero en el fondo con casi exactamente las mismas ideas, o poner fin de una vez por todas al populismo colectivista y retomar la vía de la libertad.


Publicado en Libremente.org
 

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