EE.UU.: El derecho a la ciudadanía por nacimiento fomenta la asimilación
Alexis Vaisman


Muchos Republicanos están peleándose para hacer eco del llamado que hizo Donald Trump para ponerle fin al derecho a la ciudadanía por nacimiento. Los expertos estarán debatiendo la legalidad de esto por algún tiempo —muchos dicen que se requeriría una enmienda constitucional— pero el impacto en el mundo real del derecho a la ciudadanía por nacimiento es más importante que los matices legales. Darle ciudadanía a aquellos que nacieron aquí es una política de seguro para un sistema migratorio fracasado: promueve que los niños de los inmigrantes ilegales sean asimilados.

Actualmente, hay cerca de 4 millones de niños de inmigrantes ilegales nacidos en EE.UU. y 17 millones de niños menores de edad de inmigrantes legales. Aquellos que ya han nacido no serían afectados por una derogación de esta provisión, pero cerca de 1 millón de bebés de inmigrantes nacen cada año. Como la abogada de inmigración Margaret Stock escribió, “Si los partidarios de cambiar la Catorceava Enmienda obtienen lo que quieren, cada bebé nacido en EE.UU. ahora se enfrentará a un obstáculo burocrático antes de que él o ella obtenga un certificado de nacimiento”. Ese es un número inmenso de recién nacidos a ser condenados a estatus ilegal automático —y hacerlo aumentaría sustancialmente el número de ilegales en el país.

Eso sería suficientemente malo, pero los problemas mayores surgirían después, conforme esta población de inmigrantes ilegales se asimilarían más lentamente. La asimilación, o para utilizar el término políticamente correcto “integración”, en gran medida ocurre en las generaciones segunda y tercera. Negarle ciudadanía a los niños de los inmigrantes le negaría a ellos la igualdad legal en EE.UU., atrofiando su habilidad de asimilarse cultural y económicamente.

Imagínese nacer y crecer aquí mientras a usted constantemente se le recuerda que no es un ciudadano y que probablemente nunca lo será. Ese escenario es teórico para los estadounidenses, pero los coreanos que nacen en Japón han experimentado precisamente eso y los resultados son feos. La minoría coreana, llamada zainichi, son una sub-clase legal en contra de la cual discrimina el Estado. Esto causa un profundo resentimiento y proclividad hacia el crimen y el extremismo político. Los zainichi crecieron a pesar de que Japón tenía prácticamente cero inmigración legal. En contraste, los inmigrantes coreanos y sus descendientes han prosperado en EE.UU. donde sus niños nacidos en EE.UU. son ciudadanos.

Y la asimilación exitosa no está limitada a los estadounidenses coreanos. Según una investigación del Profesor Jacob Vigdor de la Universidad de Washington, los inmigrantes de todas las nacionalidades y sus niños se están asimilando hoy culturalmente, lingüísticamente, y económicamente a aproximadamente la misma velocidad que los inmigrantes hace 100 años. Nadie hoy piensa que los descendientes de los inmigrantes italianos, polacos, o rusos de principios del siglo pasado no lograron asimilarse.

Los efectos negativos de dificultar la ciudadanía o de hacerla imposible de obtener datan desde hace mucho. La Roma Republicana restringió sus reglas de ciudadanía después de se acabara la Segunda Guerra Púnica en 202 AC. Los romanos le dieron la espalda a la anterior política de puertas abiertas que permitía que las familias nobles emigraran y se naturalizaran mientras que también le daba ciudadanía a todos los aliados leales. Las nuevas restricciones migratorias condujeron a una rebelión en las ciudades que presionaban por obtener ciudadanía —una de las guerras civiles más extrañas en la historia. Para silenciar la rebelión, Roma finalmente reinstauró las reglas viejas que le habían funcionado tan bien.

EE.UU. no se enfrenta a una rebelión de aliados que demandan ciudadanía, pero si se enfrenta a millones de inmigrantes ilegales, a sus niños nacidos en EE.UU., y al reto de asimilarlos. Siempre existirán algunos inmigrantes ilegales en EE.UU., sin importar qué reforma o niveles de cumplimiento existan. El derecho a la ciudadanía por nacimiento es una política de seguro que garantiza que sus niños se asimilarán en lugar de crecer al margen de la sociedad.

Estamos en medio de una política migratoria fracasada que ha producido alrededor de 12 millones de inmigrantes ilegales. Ahora no es el momento de cancelar el derecho a la ciudadanía por nacimiento y sus beneficios.

Este artículo fue publicado originalmente en Real Clear Policy (EE.UU.) el 26 de agosto de 2015.
 

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