La campaña no arranca
Claudio Chiaruttini
Politólogo y destacado periodista.


Y la campaña no arranca. Las encuestas conocidas, a un mes de las PASO, confirman lo adelantado desde esta columna: todos los presidenciables conservan el grueso de los votos obtenido en las Primarias y, luego de hacer grandes esfuerzos por alinear la tropa y consolidar las alianzas, todos buscan un tema que rompa el virtual equilibrio político y desnivelen al electorado a su favor.

Según un trabajo de González y Valladares, Daniel Scioli se adueño de la “Agenda Social”, Mauricio Macri controla la “Agenda Económica” y Sergio Massa domina la “Agenda sobre Inseguridad y Corrupción”. Pero como ninguna tiene el peso propio para romper los equilibrios existentes, los candidatos presidenciales siguen nadando en aguas amigas, no se animan a cruzar fronteras y no suman esos votantes que necesitan para alcanzar sus metas políticas. Sin duda, algo nunca visto hasta ahora en una elección en la Argentina post Dictadura Militar.

Hay tímidos intentos de romper el escenario político. Daniel Scioli habla de economía, pero en el programa de Alejandro Fantino. Tema correcto, público equivocado. Mauricio Macri promete en Entre Ríos seguir con los planes sociales. Tema correcto, lugar equivocado. Sergio Massa asegura que si es elegido Presidente de la Nación pagará el 82% móvil. Tema correcto, público con voto definido.

De esta forma, los presidenciables prueban avanzar sobre la agenda de sus contrincantes, pero hablan en lugares o a públicos equivocados. Un claro reflejo de la falta de creatividad de los comandos de campaña y de los propios candidatos a Presidente de la Nación, una desconexión entre la política y los ciudadanos como pocas veces se ha visto desde la crisis de la Convertibilidad y el derrumbe económico posterior.

Daniel Scioli redobla la apuesta al decir que es Daniel Scioli, pero eso ya no suma votos. Mauricio Macri y Sergio Massa, muy en el fondo, se “fagocitan” los votantes entre ellos, lo que implica que lo ganado, a la larga, es equilibra con lo perdido. Y, en el camino, nadie parece hablarle a esos 5 puntos porcentuales de votantes en blanco, ni a aquellos que no tuvieron ganas de ir a votar en las PASO, ni a esos que sus candidatos a Presidente de la Nación no superaron el mínimo que impone la Ley. Curioso.

Para desgracia de los candidatos, además, Cristina Fernández está “casi” ausente de la campaña electoral. Hace un par de cadenas nacionales por semana, confirma que tiene el poder en la mano y que nadie le disputa ese poder y, al mismo tiempo, no suma votos para Daniel Scioli ni genera crispación social que aliente a los opositores a unirse para sacarla de la Casa Rosada en el menor tiempo posible.

Si hasta en el Congreso hay una virtual paralización. Por un lado, la campaña electoral tiene a muchos legisladores trabajando en sus distritos. Por el otro, la “Agenda Presidencial” está virtualmente cerrada, todos los temas sensibles que buscaba imponer Cristina Fernández ya fueron votados (o están cerca de ser aprobados) y el “ciclo legislativo kirchnerista” está más listo al balance de consolidación de cuentas que ha revolucionar al electorado con propuestas desafiantes.

El peronismo, en la calle, se lo nota frío, poco convencido de un triunfo sencillo. Entienden el “fin de ciclo”, no entienden el comienzo de un nuevo ciclo. La oposición ha recuperado algo de vida ante el temor a un fraude masivo. En ese marco, la movilización de la oposición hace más evidente la desmovilización peronista y le otorga una mística importante, cuando hace más profunda la sensación de inmovilidad del oficialismo.

Ayer, Daniel Scioli terminó dos semanas de esfuerzos para despertar del letargo a la dirigencia de la Provincia de Buenos Aires. La interna entre Aníbal Fernández y Julián Domínguez dejó más heridas de las esperadas y los pobres resultados de los “Barones del Conubano” le han quitado fuerza como entes decisores dentro del peronismo bonaerense.

Por eso, el candidato a Presidente de la Nación del Frente para la Victoria le tuvo que recordar que la prioridad es mantener el poder en el Gobierno Nacional y en los municipios, colocando en un nivel secundario la puja provincial.

En la Provincia de Buenos Aires, el equipo de campaña de Daniel Scioli alienta la circulación de encuestas que dan como ganadora a María Eugenia Vidal, con el fin de sacar de la larga siesta a la militancia peronista, sin darse cuenta que muchos “Barones del Conurbano” prefieren negociar, desde ahora, con el PRO, que esperar a que Aníbal Fernández les “pague el favor” de impulsarlo a La Plata.

Aníbal Fernández se ha convertido en un problema para Daniel Scioli y, así como ahora intentan “invisibilizar” a Carlos Zannini, también van a intentar “tapar” al Jefe de Gabinete, pese a los esfuerzos denodados que hace el quilmeño por mantenerse en la tapa de los portales de internet durante toda la jornada. El ego se lo come y lo esmerila.

Pero más daño que Aníbal Fernández son los esfuerzos que hacen algunos colaboradores de Daniel Scioli para criticar a Mauricio Macri que, en el fondo, llevan a candidato a Presidente de la Nación del Frente para la Victoria a terrenos en donde tiene todas la de perder. Tal el caso del Jefe de Gabinete, Alberto Pérez, que tres veces insistió con el mismo comunicado de prensa diciendo que si Mauricio Macri es elegido Mandatario, el dólar blue va a valer 50 pesos.

Cómo se ha visto, Mauricio Macri domina la “Agenda Económica”, intentar pelearle en el terreno donde es más fuerte, sin duda, es un error. Por otro lado, hay cientos de industrias que necesitan un peso más devaluado para poder hacer competitiva sus producciones, exportar y ganar dólares; y muchos son los obreros que saben que la actual política cambiaria los coloca a un paso de perder sus puestos de trabajo.

Si el sciolismo quiere atacar a la economía de Mauricio Macri, que ponga economistas, no funcionarios políticos que quedan limitados en sus argumentos y no hacen más que crear focos de debilidad alrededor de Daniel Scioli. Además, las campañas negativas son como los antibióticos: hay que usarlas con cuidado, si se abusa, crean resistencia y no sirven.

Tampoco sirve la campaña de desprestigio que lanzaron desde el kirchnerismo porteño contra Fernando Niembro por hacer con el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires un 1% de lo que una docena de grupos mediáticos hace con el Gobierno Nacional desde hace 10 años. Son 
hipercorruptos señalando a un ladrón de gallinas.

No es que el caso de Fernando Niembro no sea reprochable, pero justo atacar por el tema adjudicación directa, manejo discrecional de pauta y sospechosos pases de manos de empresas al macrismo con casos domo Ciccone, “Sueños Compartidos”, Fútbol para Todos y otros 1.000 casos más denunciados ante la Justicia, no suma un voto al kirchnerismo ni baja un voto a Mauricio Macri. Y ni gracia causa.

Si el kirchnerismo va a esmerilar el “prestigio” de los candidatos opositores y los opositores van a hablar de la herencia económica del kirchnerismo; Daniel Scioli sólo tiene para perder, no gana nada.

El kirchnerismo, que en fondo ha sido un ruinoso caso de “relato” muy bien impuesto a una sociedad, ha tenido un impacto tan grande en los ciudadanos que, tres comandos de campaña están desconcertados en cómo convencer votantes que termina un ciclo y comienza otro. Por eso, a menos de dos meces de las elecciones Primarias, toda las fuerzas ya se preparan para el balotaje, donde todo se definirá, por las buenas o por las malas.

 

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