Las carabelas y el Mayflower

Armando Ribas
Abogado, profesor de Filosofía Política, periodista,
escritor e investigador. Nació en Cuba en 1932, y se graduó en Derecho en la
Universidad de Santo Tomás de Villanueva, en La Habana. En 1960 obtuvo un
master en Derecho Comparado en la Southern Methodist University en Dallas,
Texas. Llegó a la Argentina en 1960. Se entusiasmó al encontrar un país de
habla hispana que, gracias a la Constitución de 1853, en medio siglo se había
convertido en el octavo país del mundo.
Voy a insistir en un tema de la mayor importancia para lograr entender
el mundo en que vivimos, y más importante aún saber cuáles fueron los factores
que lo determinaron. Ya debiéramos estar conscientes de que tal como lo explica
William Bernstein en su The Birth of Plenty (El Nacimiento de la Abundancia ) el mundo
hasta hace apenas unos doscientos años vivía como vivía Jesucristo. Aparentemente
el incremento de los ingresos, de acuerdo a las estadísticas de Angus Madison
comenzó precisamente a partir de 1850. La pregunta que queda pendiente es cuáles
fueron los factores que determinaron ese proceso que nos llevó al mundo de la
actualidad. Cada vez que oigo hablar de este proceso se insiste en que ha sido
la cultura el factor determinante. Se ignora en esta respuesta cuál fue la
causa del cambio que se produjo en la cultura.
En primer lugar voy a comenzar por analizar las situaciones respectivas
históricas de Estados Unidos y de América Latina. En ese sentido se pretende
una diferencia sustancial entre el advenimiento de los pilgrims y las Carabelas
de Colón. Debo asimismo señalar al respecto que por alguna razón las carabelas
se dirigieron a las islas del mar Caribe en la creencia de haber llegado a la
India. La llegada de las carabelas se
produjo en 1592 y el May Flower llegó al norte en 1620. Es indudable que
debiéramos valorar históricamente los viajes de Colón hacia un mundo del cual
no tenía ni noticias de su existencia. Este hallazgo debiera considerarse como
un hecho trascendental que en gran medida cambió la historia del mundo que
hasta esa fecha se había concentrado en Europa, la China y el mundo musulmán.
Por supuesto en aquella época no se conocía en ninguna parte del mundo el
sistema que habría de desarrollarse más tarde en el planeta. Por tal razón el
Imperio Español bajo los Reyes Católicos fueron los determinantes de que se
llevasen a cabo los viajes de Colón. Debemos recordar que en aquel entonces
España era aparentemente el país más poderoso de Europa, tanto así que se había
permitido invadir a Alemania y a Holanda. Por supuesto, como en todo momento de
la historia, la guerra era el fin y el medio y por supuesto la expresión de la
ética. El comercio era descalificado éticamente tanto social como
filosóficamente. No era de esperarse entonces que la cultura de los llegados a
América Latina fuere diferente de la de sus progenitores.
El caso de Inglaterra es un tanto diferente, pero aun en aquella época
no explica la diferencia posterior entre el proyecto político americano y el
latinoamericano. El May Flower llegó a Estados Unidos en 1620 con los pilgrims
que escapaban de Inglaterra por la falta de libertad religiosa. Y he dicho
religiosa y no libertad a secas pues en aquella época aun Locke no había desarrollado
los principios en que ésta se basa. Fue solo a partir de 1688 en que se produjo
la Glorious Revolution ,
que surgió la libertad en Inglaterra. Al respecto de la época anterior David
Hume escribió: “Los ingleses en aquella época estaban tan sometidos como los
esclavos del Este, que estaban inclinados a
admirar aquellos actos de violencia y tiranía que se ejercían sobre
ellos y a su costa”. Fue por la Glorious
Revolution que más tarde se desarrolló en Inglaterra la Revolución Industrial.
Ya debiéramos haber reconocido que la economía es la consecuencia de la
política y no al revés. Y como bien dijera Alexis de Tocqueville: “La tierra
produce menos del producto de su fertilidad, que de la libertad de sus
habitantes”.
Los pilgrims a su llegada a Estados Unidos no reconocieron la propiedad
privada y pusieron la tierra en común. El resultado fue el hambre y la pobreza. Por ello debemos recordar la frse de G.R. Elton
en su Reformation Europe: “Ni Lutero ni Calvino
ofrecieron ningún método paara agrandar el ojo de la aguja a favor de
los ricos”. Fue solo 167 años después de la llegada de los pilgrims que se
produjo en los Estados Unidos el proceso que determinara la aprobación de la Constitución de 1787
en la que se reconocen los principios fundamentales de la libertad. A ello se
llegó como bien lo describe Catherine Drinker Bowen en su “The Miracle at
Philadelphia”, con grandes dificultades y enfrentamientos entre los estados. Tanto
así que al respecto podemos leer las consideraciones de Madison, Adams y
Hamilton. Así Madison declaró que los gobernadores estaduales eran unos
corruptos; Adams “Que le tenía más miedo a las posibilidades de gobernarnos,
que a todas las flotas del mundo” y Hamilton: “Nosotros podemos decir con
propiedad que hemos alcanzado la última etapa de la humillación naxional”. Lamentablemente
a ese sistema político denominado The Rule of Law se lo tiene confundido con la
democracia mayoritaria que prevalece en el llamado mundo civilizado.
Debo insistir entonces en que ese sistema se le ha llamado capitalismo
para descalificarlo éticamente por producir desigualdad en los ingresos, y me
atrevería a decir que en la actualidad se estaría violando también en los
Estados Unidos. Tanto así que el candidato republicano Donald Trump dijo: “El
sueño americano está muerto”. Y como he repetido el sueño es universal; lo
americano es la posibilidad de realizarlo. Los principios en que se basa la Constitución Americana
parten de la noción ética de que el hombre es como es y no como se pretende que
sea. Por ello David Hume escribió: “Es imposible cambiar o corregir algo en
nuestra naturaleza. Si queremos cambiar los comportamientos se requiere cambiar
la situación y la circunstancia”.
Esa circunstancia es el sistema ético, político y jurídico que se generó
a partir de otro principio fundamental de la libertad tal como lo expresara
John Locke: “El derecho del hombre a la búsqueda de la propia felicidad”. Ello
significa que los intereses privados no son contrarios al interés general. El
otro principio fundamental es reconocer la necesidad de limitar el poder político,
pues el hombre es falible y como bien dijera Locke “Los monarcas también son
hombres”. Y por supuesto el respeto a los derechos individuales a la vida, la
libertad y la propiedad. Y esa posibilidad requiere de la función fundamental
del poder judicial para decir qué es la ley concorde con la Constitución.
He hecho este análisis histórico político a fin de mostrar que Argentina
es un ejemplo para el mundo, tal como lo escribió The Economist en “La Parábola Argentina ”.
En 1852, en tiempos de Rosas, Argentina era uno de los países más pobres de
América, y a principios del siglo XX había pasado a ser uno de los países más
ricos del mundo. Se ha creído que ese ha sido el efecto de la pampa húmeda y se
ignora el principio de Alexis de Tocqueville antes expuesto. La Argentina inspirada en
las ideas de Alberdi y bajo la ejecución política de Urquiza, Mitre, Sarmiento,
Roca y Pellegrini, acordó la
Constitución de 1853-60, basada en los principios expuestos
de la Constitución Americana.
O sea es evidente que Argentina es el ejemplo más sintomático de la
falacia que implica la creencia de que es la cultura la que determina el
sistema político y los comportamientos. Me permito concluir que la relación de
causalidad es la inversa. Como creo haber demostrado anteriormente si los
Estados Unidos se hubieran basado en la cultura de los pilgrims, el sistema que
cambió al mundo no habría aparecido. No debiera de haber dudas de que la declinación
argentina comienza decididamente en 1943, con la llegada de Perón en nombre del
pueblo. Y por supuesto esa es la situación que se enfrenta hoy en día. Pues
como bien escribiera Alexander Hamilton: “Una peligrosa ambición subyace tras
la especiosa máscara del celo por los derechos del pueblo”.
Me atrevo a decir que hoy peronismo en Argentina es el sinónimo de
socialismo, o sea de la demagogia del supuesto llanto por los pobres. Por ello
todo parece indicar que en el presente el peronismo es conditio sine qua non para llegar al poder político. Tal fue la lógica
de Menem para llegar al poder y desarrollar una política más consistente con la Constitución Nacional ,
que es actualmente violada paladinamente cada día. Lamentablemente esa apertura
económica, a la que le debemos disponer de teléfonos en la actualidad, quedó
descalificada por el error cometido en el ámbito económico en función del
desdichado monetarismo. O sea se revaluó la moneda con el propósito de evitar
la inflación, al igual que se lo hace hoy en el gobierno kirchnerista. Y ya después
de repetidas instancias debiéramos saber que la devaluación no es la causa de
la inflación, sino su consecuencia.
La consecuencia fue la desvalorización
política de los principios de la política de Menem, que no fueron otros que el
reconocimiento y respeto de los derechos que garantiza la Constitución Nacional.
Consecuentemente se descubrió el denominado neo-liberalismo para justificar la
vuelta al peronismo tradicional. Hoy no hay otra alternativa a la presente situación
económica que la necesidad de reconocer los condicionamientos políticos que la
determinaron. Es indudable que si se libera el mercado de cambios el precio del
dólar va a subir, y ello por supuesto afectaría los precios internos, pero no
existe alternativa posible. Hoy la salida de capitales esta todavía determinada
por la inseguridad jurídica prevaleciente y su restauración es la condición de
cualquier política de ajuste que se pretenda. Por último, como conclusión final,
está claro que no es la cultura la que determina el sistema. Y no fue Colón el culpable de la
decadencia argentina. Por ello la política a seguir pasa inexorablemente por la
restauración del sistema que llevó a la Argentina por las cimas de la historia.
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