El Public Choice de los Bandidos
Ricardo Valenzuela


Durante más de 70 años los mexicanos soñamos con el ideal que nos debiera transportar a la tierra prometida. Ese hermoso paraíso que poéticamente nos describieran los "profesionales de la política." Un edén de libertad y prosperidad en el cual, finalmente, el poder, por primera vez en nuestra historia, fuera depositado en manos de la sociedad para acotar los gobiernos abusivos. Soñamos y cantamos esperando en nuestro horizonte apareciera, como un Abraham blandiendo las tablas de la salvación, el mensajero divino de la democracia.
 
Esos mismos profesionales de la política que se dibujaban ante la gente, como unos ángeles compasivos y piadosos dispuestos a sacrificar su vida en beneficio del pueblo. Galantes caballeros blandiendo la bandera de su lucha contra tantos cuasimodos que no habían permitido el país emergiera de los oscuros bosques de la mediocridad, la injusticia y la pobreza. Los Cid Campeadores cabalgando por selvas, sierras, bosques y desiertos de la geografía nacional.
 
Nos ha tomado tiempo entender que el paraíso que nos dibujaran y se comprometieran a edificar para la sociedad, en realidad tal paraíso se levantaba sobre los cimientos del sudor y sangre de todos los mexicanos, solamente para ellos en algo que se pudiera describir como un verdadero asalto que no solo ofende a ese sociedad que prometieran rescatar, es una ofensa a la dignidad humana. Y lo más grave, esos profesionales de la política ya no eran solamente los afiliados al partido de la ruina, el PRI, son ahora los integrantes de todos los partidos políticos que, frente al intoxicante poder, parecen ser invadidos por un maligno espíritu que los transforma en salteadores de caminos.
¿Será posible reducir un 50% en el presupuesto de la clase política?
Change.org/50Menos
http://www.wradio.com.mx/images/2976679_n_vir1.jpg?u=200406
Francisco Búrquez, senador panista, lanzó la propuesta en el sitio Change.org a la cual se te invita a participar
https://d22r54gnmuhwmk.cloudfront.net/photos/3/ou/ah/WjOUAHprxffHXYZ-800x450-noPad.jpg
En 1986 James Buchanan fue galardonado con el premio Nobel de economía por sus revolucionarias teorías del Public Choice, a través de las cuales daba explicaciones muy válidas de las conductas y estrategias de los políticos para acrecentar su poder, mantenerlo, y sus infinitas repercusiones económicas. James Buchanan y Gordon Tullock habían puesto al descubierto el cinismo de los políticos que se dicen sacrificados por los intereses de la gente y que denominan “gestionar” el desconocimiento más grosero de los derechos a la vida, a la libertad y a la propiedad tal como rezaban todos los documentos de una sociedad abierta.
Public Choice es una teoría que a veces se le ha llamado “la economía de la política,” y predice el comportamiento político asumiendo que los actores de la misma son oportunistas en busca de promover su propio interés. Esta visión del hombre, que ha sido muy efectiva explicando su comportamiento económico, se ha aplicado en la política en contraste con aquellas teorías que ven dicha actividad como la persecución del interés general. La conclusión de la mayoría de los abanderados del Public Choice, es que el gobierno es mucho más grande que lo que la gente desea simplemente por la conveniencia de los políticos, burócratas y grupos de interés especiales cómo sindicatos, empresarios estatistas etc, que forman carteles para beneficio personal y siempre a costa del sufrido pueblo. Se adueñan de los activos nacionales que deberían de ser el cuadro de desarrollo económico general, y los usan como si fueran de su propiedad para su beneficio. 
Los políticos son descritos como maximizadores de votos y lo único que les interesa es retener sus “huesos.” Para conseguir votos usan estrategias que van desde la compra de los mismos, hasta la intimidación y el chantaje. Prometen a los votantes obras y beneficios sin importar costos sabiendo que no van a cumplir. El ejemplo clásico de este tipo de engaño, es el ciclo político de los negocios mediante el cual los gobiernos, antes de las elecciones, incrementan el déficit público o el dinero en circulación para proyectar una imagen de bonanza artificial con grandes costos económicos a futuro, pero que normalmente se sentirán hasta después de la elección. Cuando en algún país ha existido una dictadura, con más ferocidad pelean el no perder ese poder. 
Buchanan y Tullok aseguran que los presupuestos de los gobiernos del mundo, son mínimo el doble y a veces hasta cinco veces de lo que deberían de ser en una administración eficiente. Pero los políticos y burócratas establecen como uno de sus objetivos primordiales el de “tamaño,” o construcción de su emporio. Es bien sabido que en las burocracias “tamaño” representa poder, ingresos, mordidas, status y la visión de su futuro se incrementa con el tamaño de su agencia, departamento, Secretaría. Los burócratas, cómo los primeros elementos de esta estructura, son proveedores de sus monopólicos servicios para los políticos. Los políticos, como segundo elemento, son los supervisores de los burócratas y representan grupos con gran demanda por esos servicios.
Ante este panorama debemos ahora fijarnos en tal vez el centro de Public Choice mexicano el cual, en mi opinión, es la más grande afrenta a una sociedad cada día más afligida ante la carencia de oportunidades; los partidos políticos que cada día se multiplican como fatal plaga. Ante esta nueva ola democrática, los partidos políticos se han convertido en jugosos negocios en donde se asilan, ocultan y protegen los más bajos intereses.
No es posible que los recursos expropiados a esa sociedad hambrienta se entreguen a pandillas de facinerosos atrincherados, ante la oportunidad democrática, en esa infinidad de cuevas de Alí Babá. Y como muestra basta un ladrón. Los más recientes agravios contra los mexicanos los encontramos en Coahuila ante las fauces de Moreira, en Nuevo León en donde Medina ha limpiado las arcas estatales. Pero algo que a mí me ofende sobremanera, el descarado asalto en mi estado de Sonora a manos de un Guillermo Padrés y su gavilla de burdos ladrones, que abandonan el estado dejando sus fétidas huellas que delatan el festín de sus bandoleros.
Pero curiosamente, ante la apatía de la sociedad civil, surge un interesante movimiento dentro de los laberintos políticos. El Senador sonorense, Francisco Búrquez Valenzuela, ha iniciado un ataque en contra del establishment invitando a la sociedad a participar en un movimiento tendiente a reducir el presupuesto de la clase política en un 50%. Y como afirma Alberto Benegas Lynch (h)"En contra de políticos que permanentemente recurren a la fuerza para expandir las funciones gubernamentales que dicen es para el bien de la gente, no solo más allá de los atributos esenciales en el contexto de un sistema republicano sino en abierta contraposición a esas facultades puesto que no se limitan a proteger derechos sino que los invaden."
El Senador Búrquez Valenzuela, es uno de esos raros especímenes de la política mexicana. No es político de carrera, como buen sonorense es directo y sin dobleces. Fue presidente municipal de Hermosillo y, contrastando al barbaján de Nayarit, no robó ni poquito. Los mexicanos debemos apoyarlo en esa admirable cruzada para frenar el festín de los bandidos.
 

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