Consigna: Castigar a los débiles
Alejandro A. Tagliavini
Senior Advisor, The Cedar Portfolio. Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland (California). Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
“Un niño apátrida nace en el
mundo cada diez minutos” titulaba un periódico haciendo gala de incoherencia.
“Patria” es la “tierra de los padres”, entonces es imposible que un niño nazca
sin ella. Pero, luego, el mismo periódico aclara que “No tener nacionalidad
puede condenar ‘a una vida de discriminación y desesperanza’, informó la Agencia
de la ONU para los Refugiados”.
Ahora sí, la ONU confunde patria con
“nacionalidad”. Mientras que a la patria “la da Dios” –nadie elige la tierra de
sus padres, le viene dada- la nacionalidad es un invento de los políticos, que
establecen fronteras, dentro de las cuales se arrogan el monopolio de la
violencia sobre la que basan su “autoridad”. A diferencia del mercado natural,
donde las relaciones son voluntarias y surgen de los acuerdos que sirven a las
partes –y esto es servir- esta “autoridad” se basa en la arbitrariedad de quién,
finalmente, empuña el arma para hacer cumplir la “ley” de un político.
Con esta “autoridad” cobran impuestos que
utilizan para –luego de pasar por una burocracia que se queda con parte- dar
servicios como “justicia, seguridad, educación” y otros, según los países.
Suena lógico, entonces, que no tengan carnet de ciudadanos quienes no pagan impuestos
y, por tanto, no tendrían derecho a los “servicios”. Pero el punto no es ese,
sino que, a quienes no tienen “nacionalidad”, se les prohíbe trabajar, y otras
cosas,con lo que no pueden vivir.
Cada 10 minutos nace un niño
sin nacionalidad, un problema agudizado por el conflicto en Siria que provocó la
peor crisis migratoria en Europa desde 1945. Muchas mujeres han dado a luz en el
camino. El conflicto ha dejado al 25% de los hogares de los refugiados sin un
padre para acreditar su nacionalidad. El certificado de nacimiento se convierte
así en la única manera de demostrar la ciudadanía, según la ONU que asegura que
el registro del nacimiento es de "vital importancia" para muchos niños
que fueron separados de sus padres.
La discriminación, ya sea por
motivos étnicos, religiosos o de género, sigue siendo la principal causa de “apatridia”.
En los países -Birmania, Costa de Marfil y Tailandia-donde viven las 20
poblaciones “apátridas” más numerosas, al menos 70.000 niños en esta situación nacen
cada año. Ahora sí nos entendemos, lo que están diciendo es que hay niños a los
que los políticos se niegan a darles “nacionalidad”.
La ONU quiere “eliminar el estatuto
de apátrida” antes de 2024 y para ello insta a permitir a los menores obtener
la nacionalidad de los países donde nacieron, a abrogar las leyes que impiden a
las madres transmitir su nacionalidad, a suprimir las prácticas
discriminatorias, y a garantizar el registro universal de nacimientos.
El corolario de esta “autoridad” es
que perjudica al que es físicamente más débil. Y se nota en la creación de
pobreza por parte del Estado al cobrar impuestos que, supuestamente, pagan los
ricos pero que necesariamente son derivados hacia abajo, por ejemplo, subiendo
precios o bajando salarios. Por caso, según la CEPAL, dentro de América Latina,
en 2014 existían 167 millones de personas en situación de pobreza -28% del
total de la población-, de los cuales 71 millones -12% del total- se
encontraban en la indigencia.Ahora niños, mujeres, jóvenes, adultos mayores, discapacitados,
pueblos indígenas y afrodescendientes son quienes más sufren discriminación,
carencia, o vulnerabilidad.
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