Periodistas: fidelidades o lealtades
Rogelio López Guillemain
Autor del libro "La rebelión de los mansos", entre otras obras. Médico Cirujano. Especialista en Cirugía Plástica. Especialista
en Cirugía General. Jefe del servicio de Quirófano del Hospital Domingo Funes,
Córdoba. Director del Centro de Formación de Cirugía del Domingo Funes
(reconocido por CONEAU). Productor y conductor de "Sucesos de nuestra
historia" por radio sucesos, Córdoba.
Los recientes cambios que se produjeron en
los planteles de periodistas de varios medios, han desatado un tsunami de
discusiones y contrapuntos llamativamente intenso.
El detonante de este maremágnum fue el
despido de Víctor Hugo Moralesde radio Continental. Este reconocido informador, paladín del
Cristinismo, se convirtió en el estandarte de los periodistas que acusan al
gobierno actual de censura, discriminación y falta de espacios plurales.
Más allá de lo paradójico de esta acusación, siendo
que hasta diciembre del año pasado la prensa alineada al estado hacia tañer
solo una campana; lo cierto es que la situación actual tiene varias aristas que
considerar.
En primer lugar, debemos diferenciar si el
medio en cuestión es público o privado.
Si es estatal (personalmente considero que no tienen que existir medios
en manos del estado) debería tener como fin la difusión de noticias,
información, programas educativos y culturales indiscutiblemente objetivos e
imparciales. Lo inviable de estas
condiciones refuerzan mi creencia de la incompatibilidad del estado y los
medios. La libertad de expresión no
implica la obligación de ofrecer un micrófono, sino la falta de represión o
censura.
Si el medio es privado, el mismo está en su
derecho de contratar o despedir a quien se le dé la gana, siempre que cumpla
con las leyes. Pero aquí hay un
ingrediente que los periodistas pasan por alto (haciéndose los distraidos) en
sus análisis y que solo Adrián Simeoni ha referido con valentía: la pauta
oficial.
La pauta oficial (al igual que cualquier intromisión
del estado en aquello que no le incumbe) desvirtúa las relaciones entre
privados, medio y periodista; y desconoce la voluntad de los ciudadanos, de
todos y cada uno de nosotros.
Los millonarios aportes del tesoro a medios
“amigos”, hace que los empresarios se desentiendan del interés de la audiencia
y se preocupen en satisfacer al gobierno de turno; la pauta oficial, en
esencia, no es otra cosa más que un subsidio.
La persona que recibe un subsidio no necesita
ser útil, no necesita preocuparse por el interés de los demás, no debe vender
su trabajo, no necesita producir (incluso se transforma en una carga para la
sociedad) solo debe entregar su integridad al funcionario del momento.
Con los medios que reciben pauta oficial
sucede lo mismo, no les importa lo que demanda la audiencia, responden al que
paga y punto.
El periodista de raza debe ser fiel a la
verdad y trabajar con honestidad intelectual, solo debe responder a sus valores
éticos y respetar al prójimo.
El periodista que vive de la pauta oficial se
vende, deja de ser fiel a su persona y principios, para transformarse en un
leal siervo del que le paga.
La lealtad es una forma de esclavitud, es la
rendición incondicionada de nuestra individualidad a la voluntad de otro. Quien es leal responde ciegamente a su líder,
elige no elegir, reniega de su mente, de su razón y la razón es lo único que
nos diferencia de los animales. Los
perros son leales.
Por ello, adhiero al comentario de Adrián Simeoni
acerca de la necesidad de terminar con la pauta oficial, fuente de corrupción y
sumisión. Se debe destinar esos fondos a
cosas más importantes como dar agua corriente y servicios sanitarios a toda la
población.
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