El sapo
Alejandro Cánepa
Periodista agropecuario. Titular de www.agro-noticias.com.


El discurso del último sábado de Luis Miguel Etchevehere en la inauguración de la Exposición Rural puede haber sonado fuerte para el público ajeno al sector. El titular de la SRA fue contundente y minucioso en sus críticas, pero no dijo nada nuevo: sobre los mismos problemas se pronunciaron sus antecesores, Luciano Miguens y Hugo Luis Biolcati.

Lo que sí resultó más novedoso fue el énfasis sobre las cuestiones que atañen a la sociedad en su conjunto. Las referencias a los accidentes ferroviarios, a la caída del nivel educativo y a la desinversión energética le dieron un contexto a los eternos reclamos del campo. Fue una manera de contarle a todo el mundo lo importante que es el sector y lo integrado que está a las preocupaciones del resto de los ciudadanos.

La última investigación del Instituto Argentino de Análisis Fiscal demuestra cabalmente esta interrelación y el desmanejo del Gobierno que mencionó Etchevehere. El estudio indica que en lo que va de 2013 hasta mediados de julio, el Banco Central compró 14.300 millones de dólares de la cosecha y vendió 14.136 millones, es decir, que el saldo neto positivo fue de 164 millones de dólares. Esto significa que el Central se quedó con uno de cada 100 dólares liquidados de la cosecha.

Al hecho de que las reservas estén tan flacas, se le suma la triste realidad de la Ley de Exteriorización de Capitales, que tampoco está funcionando. Apenas han ingresado 8 millones de dólares (otros 4 millones de dólares en Cedin fueron cambiados inmediatamente) y  se rompió el piso de las reservas del Central.

Muchas de las divisas se han ido en la compra de energía porque el Gobierno no invirtió o no exigió a las empresas privadas que lo hicieran. El ingreso constante de moneda extranjera gracias a las retenciones les dio a las autoridades nacionales la sensación de que siempre habría dinero disponible y optaron por el camino más corto, en lugar de pensar en resolver el problema energético con una política seria y de largo alcance.

La recaudación por retenciones disminuyó un 15% en relación al año pasado debido a la caída del precio de la soja. A esto se suma la certeza de que la tendencia bajista se mantendrá un tiempo y que incluso se repetirá en el maíz, lo que agudiza las presiones. 

Pero el Gobierno no analiza (al menos públicamente) estos datos. Se aferra sólo a los valores positivos, como el hecho de que las retenciones aumentaron un 37% sobre junio. Se comporta, en definitiva, como el sapo del tradicional juego de campo. Inmóvil, espera que los jugadores acierten el tiro para que la moneda caiga en su boca. El problema es que esta costumbre de sentarse a recibir sin dar nada a cambio se está agotando. Los productores ya no tragan más sapos.
 

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