¨Panamá Papers¨: ¿Todo es igual?
Osvaldo Rolleri Aragón
Investigador, especializado en Seguridad. Corresponsal desde España de Fundación Atlas para una Sociedad Libre.


Gran revuelo ha causado en todo el mundo, las ‘offshore’ del Panamá Papers. Y cada grupo, lo está usando publicitariamente, para atacar a sus oponentes políticos. Pero no todo es igual. Veamos.
 
Legalmente se puede constituir una sociedad offshore a fin de distribuir ingresos y disminuir la carga impositiva, que en muchos países es feroz y creciente, y nada tiene de reprochable. Toda empresa privada tiene la función de crecer y ser más eficiente (productiva, comercial, etc.), inclusive disminuyendo el pago de impuestos, aplicando las posibilidades que brinda la reglamentación vigente en cada país.
 
Otra cosa muy distinta, son los funcionarios públicos que sin patrimonios conocidos han amasado fortunas incalculables, cuya única posibilidad ha sido a través del robo directo de los bienes públicos o corrupción, en los pueblos que gobiernan u oprimen, y luego, su consecuente lavado (ej.: Putín, más de 2000 MM, el líder chino, el ucraniano, etc.).
 
Lo hemos visto con el caso de Petrobras en Brasil, donde todos sabían del robo permanente y estructural (desde Dilma, ex directora de Petrobras), con las empresas beneficiarias y sus miembros, como así también toda la estructura política. Esto es un caso aislado? NO!, es así en casi todos los países, donde las corporaciones políticas (estructuras políticas y empresarias), se dedican a sustraer los dineros públicos; y muchas veces la justicia sometida al poder (como el caso de Venezuela), hace silencio de estas verdades que son “Vox populi”.
 
Otros casos muy críticos son los terroristas que para sembrar la muerte en todo el planeta, necesitan recursos económicos que obtienen criminalmente, y luego, el necesario lavado de esos bienes para su utilización, para lo cual pueden usar los mecanismos mencionados.
 
Entonces, a quien hay que perseguir judicialmente, a los empresarios independientes que arriesgan su capital para desarrollar o producir bienes para satisfacer el consumo de la población cediendo por vía de impuestos más de un tercio de sus ganancias, o a los políticos y las empresas vinculadas y/o terroristas. Los últimos, son los reales ladrones de los pueblos y los responsables de su caída en el nivel de vida. Como así también, de los abultados endeudamientos (para aumentar sus fechorías) que aplastarán las futuras generaciones, motivados para gastos superfluos, como está saliendo a la luz en muchos países, como España u otros países del mundo, con democracias consolidadas. Ese incremento de gastos, también se logra por vía de cargos sin justificación en la administración pública, a través del nepotismo, amiguismo o clientelismo. Ésta última, es la real lucha interna de los partidos políticos, casi sanguinaria: los cargos.
 
Sospechosamente, el periodismo internacional no informa que desde la crisis del 1930, donde los impuestos rondaban el 10% del PBI (producto bruto interno), como menciona usualmente Armando Ribas, han pasado a la fecha al 40/60%, con PBI más que duplicados en casi todos los países. Además, con adelantos tecnológicos, que reducen todo el trabajo administrativo.
 
En el mundo el aumento de todas las alícuotas impositivas ha llevado a tener presente la curva de Laffer (el aumento excesivo de la tasas hace que el contribuyente deje de pagar a riesgo de las penas que imponen los estados), o buscar alternativas legales (offshore), en las que se mezclan los buenos y los no tanto. Para colmo, con la necesidad desesperada de los gobiernos por conseguir recursos y nuevos impuestos, cambian permanentemente las leyes nacionales y acuerdos internacionales para perseguir fondos, de forma que lo que hasta ayer era legal, hoy pasa a ser delito. Lo cual complica el análisis.
 
Resumiendo, esperemos que los seguimientos judiciales de los Panamá Papers se orienten bien, que deben ser caso por caso, sobre los reales destructores de las economías de los países y sus pueblos (los políticos enriquecidos y sus amigos), y no como en Argentina que al único que se ataca es al nuevo presidente que lleva 100 días de gobierno y las empresas con las que se lo vincula tienen muchos años de existencia.
 

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