Pacto por una nueva tirania
Ricardo Valenzuela


Si pudiéramos describir la historia de México con solo una palabra, esta sería tiranía. Se iniciaba este estilo de gobernar desde la era de los aztecas, después fue el turno de la corona de España, luego quien representara el fracaso de la independencia, Antonio López de Santana. Arribaría los primeros herederos de esa dictadura, Benito Juárez, después, Porfirio Díaz, el chacal Victoriano Huerta, para finalmente desembarcar a los brazos de los modernos revolucionarios.
 
Después de más de doscientos años de cabresteo estatal y tiránico, los mexicanos no nos damos cuenta cuando el pial del Estado se nos corre hasta la panza, y solo entonces, cuando sentimos ya no podemos respirar, preguntamos ¿Qué pasó?.
 
El día 2 de diciembre de 2012, en el solemne ambiente del Castillo de Chapultepec, fue firmado el “Pacto por México”, con gran redoble de bombos y platillos. Pero hay que leer el texto, ejemplo típico de contubernio entre derecha mala e izquierda blanda, para imponer la tiranía de la “política correcta” que se ofrece en América latina como “el mal menor” ante la izquierda dura, la del Foro de Sao Paulo.
 
Suscribieron el extenso y farragoso documento el Presidente Peña Nieto, y los tres capos supremos de su partido el PRI, del PRD (izquierda blanda), y del PAN (derecha mala). Peña había vencido en julio de ese año a su rival de izquierda dura, López Obrador, quien de inmediato gritó y sigue gritando que el Pacto es “Neo liberal, derechista”, continuista y privatizador.
 
Pero de “privatizador” no tiene absolutamente nada, todo lo contrario, en su “Visión” claramente afirma que “fortalecer al Estado” es el principal de sus “ejes rectores”, lo cual confirma ampliamente su parte dispositiva, detallada en 5 series de “Acuerdos” y 95 “Compromisos”, que le dan más funciones, más poderes y más dinero al “ogro filantrópico.” 15 veces se repite la expresión “se creará”; porque se crean al menos 15 nuevas burocracias. El Estado es primeramente “dios creador”, porque imita al Dios verdadero, cuyo lugar pretende ocupar.
 
(1)  En lo político el Pacto es rotundamente anti- Gobierno limitado, el eje de la libertad y progreso. Además es antidemocrático: bajo el pretexto de “gobernabilidad”, la serie No. 5 “crea” una tiranía tripartita de los tres partidos, petrificando todas sus “políticas de Estado” como artículos de un Dogma sagrado y fijo, más allá de la discusión y revisión. Es lo contrario a la Democracia representativa: el examen, discusión y selección entre alternativas de políticas públicas por partidos con visiones diferentes, distintas y opuestas entre sí, para reemplazar las que no sirven por las que sirven.
 
En consecuencia, se refuerzan los dos tipos de lazos de los partidos con el Estado, la zanahoria y el garrote: los partidos del “sistema” reciben fondos y ventajas del Estado, si aceptan sus órdenes en los temas ideológicos, programáticos, y en los estatutarios. Así, los partidos ya no son instrumentos de la sociedad civil para cambiar políticas; son brazos del Estado posmodernista para fortalecer la mafia tiránica.
 
En seguridad y justicia, la serie No. 3 violenta el federalismo que el Pacto proclama de palabra, fijando códigos uniformes para todo el país. Para colmo, con ideas fracasadas como la de “reinserción del delincuente” como fin principal de la pena en lugar de la restitución a la víctima (que en otra parte dicen considerar, ¡otra contradicción!); o ideas harto discutibles, como los juicios orales. Y como siempre, el mantra del Estado “creador de empleo para los jóvenes”. El Estado nunca ha sido creador de empleos, siempre ha sido lo contrario, destructor.
 
¿Y la corrupción? Lejos de disminuir el tamaño y el peso del Estado y su injerencia en los negocios privados, el remedio verdadero, la serie No. 4 reitera las ideas burocráticas de siempre.
 
2)    En lo económico el Pacto es rotundamente anti-libre mercado. La serie No. 2 insiste en el camino fracasado de leyes e inquisiciones “anti-monopolio”: ven “monopolio” en toda empresa grande, y no en la que recibe favores y privilegios del Estado. Destaca aquí el sector telecomunicaciones. Por esta vía castigan a las empresas competitivas y alientan a las ineficientes a ganar más beneficios y más protecciones estatales, a cambio de cumplir con las prescripciones políticamente correctas. El Estado, como siempre lo ha hecho, escogiendo ganadores y perdedores.
 
¿Cuáles prescripciones? Las de las principales Agendas posmodernistas: feminismo, indigenismo, ambientalismo, y “responsabilidad social empresarial”; o sea: crear empleos artificiales y vender a precios artificiales. Los famosos precios mentirosos que siempre han cabalgado por toda América Latina y que odiaban los Chicago Boys de Chile.
 
No falta el Estado “promotor de la ciencia y la tecnología” e impulsor de los “créditos baratos. Pemex sigue siendo estatal; y la minería cada vez más férreamente sometida al Estado.
 
Pero hay una nota cómica: “transformar el campo en una actividad más productiva”. Como si se pudiese lograr actuando el Estado en contra de las leyes científicas de la Economía. En lugar de oferta y demanda, los mágicos decretos estatales.
 
4)    Por fin, en lo social el Pacto es rotundamente anti-privatizador. La serie No. 1 de Acuerdos son “para una sociedad de derechos y libertades”. ¡Eufemismos de la Neo lengua! Porque si los “derechos” se entienden como serie interminable de bienes y servicios en educación, atención médica y previsión social, exigibles como “garantías” a ser prestadas por el Estado, o bajo la tiranía del Estado, tal como en este caso, entonces las libertades quedan suprimidas o severamente recortadas.
 
Es muy preocupante este Pacto, porque es muy completo y específico en su perversidad, con apariencia muy “técnica” y “consensuada”. Podría ser modelo a otras alianzas de este mismo tipo social-mercantilista en América latina, con el fin de instrumentar operacionalmente la “Agenda 2030” de la ONU, cuya crítica hicimos anteriormente.
 
Invitamos a la búsqueda en Internet el texto del “Pacto por México. Pero léalo del final al principio, en orden inverso. Los asesores en “Publicidad y Relaciones Públicas” saben que casi nadie lee enteros estos textos; la mayoría los deja antes de la mitad esperando la “opinión” de su periodista favorito. Por eso estos “expertos” les aconsejan a sus patrones ordenar a sus escribas el dejar las atrocidades más enormes para el final.
 
Mientras los mexicanos sigamos permitiendo esa tiranía estatal que trata de controlar todos los aspectos de nuestras vidas, los resultados serán los mismos que hemos vivido durante toda nuestra historia, la mediocridad. La apatía de la gente es una fuerza que provoca las estatuas abandonen sus pedestales para, con rabia incontrolable, proceder a revivir a los muertos. Pero no en México en donde el grito de guerra de la gente es, “me vale madre,” y el mejor, “el que venga atrás que arree.”
 
Alberto Mansueti es abogado y economista argentino residente en Perú.
 

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