Democracia, capitalismo y rule of law

Armando Ribas
Abogado, profesor de Filosofía Política, periodista,
escritor e investigador. Nació en Cuba en 1932, y se graduó en Derecho en la
Universidad de Santo Tomás de Villanueva, en La Habana. En 1960 obtuvo un
master en Derecho Comparado en la Southern Methodist University en Dallas,
Texas. Llegó a la Argentina en 1960. Se entusiasmó al encontrar un país de
habla hispana que, gracias a la Constitución de 1853, en medio siglo se había
convertido en el octavo país del mundo.
Hoy se habla de democracia en un sentido universal, dándose por sentado
la naturaleza del sistema. Ya Aristóteles había tomado conciencia de los problemas envueltos en la definición de
democracia y al respecto escribió: “Cuando el pueblo se hace monarca, viola la
ley y se hace déspota. Y desde entonces los aduladores del pueblo tienen un
gran partido”. Creo que tenemos ejemplos históricos relativamente recientes, a
los cuales se les confunde. En términos de los apoyos del pueblo tenemos las
dictaduras fascistas de Mussolini en Italia y Hitler en Alemania. En un sentido
similar me atrevo a decir que fue el primer gobierno de Perón en Argentina.
Todos llegaron al poder democráticamente. Es decir con el apoyo del pueblo
crearon sus grandes partidos. Y puedo recordar que cuando Hitler pidió los
poderes especiales, el 90% de los alemanes votó a favor.
Creo que es imprescindible recordar a John Locke que dijo: “Lo que
importa no es la ley, sino qué ley”. Y en ese sentido Hayek escribió en su “The
Road to Serfdom” (Camino a la Servidumbre) “La diferencia entre dos clases de
leyes es la misma que entre el establecimiento de la regulación del tránsito y
ordenarle a la gente donde tienen que ir”. Asimismo Locke tomó conciencia de la
naturaleza humana y reconoció que los monarcas también son hombres, por tanto
no pueden tener un poder absoluto. Y respecto de los gobiernos democráticos
escribió: “Es un error pensar que el poder supremo o el legislativo de
cualquier gobierno puede hacer lo que desea, y disponer arbitrariamente de los
bienes de los súbditos, o tomar cualquier parte de ellos a su placer”. Y la
libertad la basó en el derecho a la búsqueda de la felicidad.
Es un hecho indiscutible que en estos principios se basó la Revolución
Gloriosa de 1688 en Inglaterra, que determinó el inicio de la libertad mediante
la limitación de las prerrogativas del rey. Y no deben caber dudas de que a
partir de la evolución hacia la libertad en Inglaterra fue donde se produjo, a
partir de 1770 aproximadamente, la denominada Revolución Industrial. Y ella no
se basó en el protestantismo, como pretende Max Weber, sino en las ideas de
Locke que cambiaron la historia de Inglaterra. Si en Inglaterra hubiese habido
libertad en 1600, cuando los Pilgrins atravesaron el Atlántico, los Estados
Unidos no habrían existido.
Esos principios fueron llevados a su última consecuencia en Estados
Unidos a partir de la Constitución de 1787 y el Bill of Rights de 1791. Así fue
creado el sistema denominado el Rule of Law, definido como un sistema de reglas
determinadas, y por consiguiente distinto de lo que podemos considerar la
democracia mayoritaria en términos genéricos. Basta leer a Madison en la Carta
10 del Federalista donde dice: “Una pasión común o interés, en casi todos los
casos es sentida por una mayoría. El resultado concertado por la forma de
Gobierno, y no hay nada que impida el incentivo de sacrificar al partido más
débil o a un único individuo”.
Hemos visto que ya los Founding Fathers habían tomado en cuenta la
diferencia con la democracia genérica, y seguidamente a fin de cumplir el
propósito de limitar el poder político se estableció lo que se denominó el
Judicial Review. Y voy a insistir en ese proyecto que considero fundamental en
el camino a la libertad. Se produjo entonces el caso ‘Marbury vs. Madison’ en
el cual el Juez Marshall decidió: “Todo gobierno que ha creado una Constitución
la considera a ley fundamental, por tanto toda ley contraria a la constitución
es nula. Es la función y el deber del poder Judicial el decir qué es la ley”. Y
ese concepto es fundamental pues como escribió Adam Smith: “Cuando el poder
Judicial está unido al Ejecutivo, la justicia es pura política”. Y ese proceso
lo hemos vivido recientemente en Argentina.
Fue a partir del Rule of Law que a mi juicio surgió el sistema denominado
por Marx ‘capitalismo’, para descalificarlo éticamente. Así en el ‘Manifiesto
Comunista’ después de reconocer que la burguesía en cien años había creado más
riquezas que todas las generaciones anteriores juntas, la descalificó
éticamente y escribió: “La burguesía donde quiera que ha tocado la mano… ha
dejado permanecer no otro nexo entre hombre y hombre que el desnudo interés
propio, que el simple pago en efectivo”. En función de estos supuestos
principios morales se creó el sistema comunista y surgieron en Rusia Lenin y
Stalin, que como se sabe destruyeron la economía rusa y mataron millones de
rusos. Cuba está pendiente pero pareciera que el mundo no lo percibe y lo
ignora.
También surgió el socialismo, que tal como le discutiera Eduard
Bernstein a Lenin se podía alcanzar sin revolución y democráticamente. A los
hechos me remito. Tal como reconociera Nietzsche el socialismo y la democracia
son sinónimos. Bernstein en su ‘Las Precondiciones del Socialismo’ escribió:
“La democracia es la forma en que el socialismo será realizado”. Así tenemos
hoy en Europa el socialismo. No obstante la crisis europea en un reciente
artículo de Foreign Affairs “Capitalismo en Crisis” se comenzó por decir que la
dominación del capital ha provocado una reacción como consecuencia de la
desigualdad creciente y los salarios reales se han estancado, en tanto que los
gobiernos han salvado a las instituciones ricas al primer signo de problemas”. Y
seguidamente en un libro citado de Jurgen Kock se sostiene que “la crisis del
capitalismo proviene como consecuencia del aumento de la participación del
sistema financiero”.
Voy a insistir en que la denominada crisis del capitalismo surge partir
de la confusión al respecto del sistema que cambió al mundo tan solo hace unos
doscientos años, como lo reconoce William Bernstein en “El Nacimiento de la
Abundancia”. Así voy a insistir en
reconocer la relación de causalidad. El mercado no es la causa del sistema sino
la consecuencia. Donde no se respetan los derechos de propiedad ni el derecho a
la búsqueda de la felicidad el mercado no existe. La desigualdad no es producto
del sistema sino que existe en el hombre, producto de la naturaleza. Y esto fue
reconocido por León XIII en su encíclica ‘Rerum Novarum’. Por ello no es lo
mismo la igualdad ante la ley que la pretensión de hacer a los hombres iguales.
Por otra parte el culpar al sistema financiero de la pretendida crisis
del capitalismo es otra falacia. Si no se hubieran salvado a los bancos durante
la crisis del 2008, se habría producido una crisis similar a la que se registró
en la década del treinta cuando la economía americana cayó más de un 30%. Al
respecto lo reconoció Milton Friedman que culpó al Federal Reserve de
Washington por no haber aceptado la propuesta del de New York de crear dinero
para financiar a los bancos. Hoy los bancos europeos y aparentemente más los de
Italia según ‘The Economist’ están en crisis debido a la deuda europea. La
causa de la misma es el elevado nivel del gasto público que implica el
socialismo y a la vez la violación de
los derechos de propiedad vía los impuestos. Pero aparentemente nadie se
percata de que la crisis económica es causada fundamentalmente por el aumento
del gasto público en nombre del socialismo. La crisis del llamado capitalismo
parte en principio de desconocer el sistema del Rule of law como su
determinante y es política en función de la demagogia que impera en nombre de
la igualdad. Así supuestamente la vision es que el capitalimo es producto del
egoismo y está a favor de los pobres. El socialismo es generoso y está a favor
de los pobres, crea más pobres y desde el poder político se hacen ricos los que
reparten.
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