El retorno triunfal del mercado de cambios
José Nogueira

Corredor de cambios socio de ABC Mercado de Cambios S.C., y ex Operador de Cambio Senior en el Citibank N.A., Foreign Exchange Manager en The Chase Manhattan Bank y Vice President en el Chemical Bank, en sucursales en Buenos Aires.



El Banco Central sorprendió el pasado lunes 8 con una norma -la comunicación "A" 6037- que eliminó las restricciones que aún regían desde la implantación del "cepo cambiario" y, al mismo tiempo, sancionó un nuevo ordenamiento "con el objetivo de simplificar el mercado de cambios, eliminar requisitos burocráticos y reducir los costos operativos para todos los actores".
 
Así, se confirmó lo que ya había anticipado el presidente de la entidad, Federico Sturzenegger. La rúbrica estuvo a cargo de Agustín Collazo, subgerente general de Operaciones; y Marina Ongaro, gerente principal de Exterior y Cambios.
 
Ahora toda transacción cambiaria en bancos y casas de cambio se procesarán automáticamente, al haberse eliminado la obligación de presentar previamente la documentación correspondiente (aunque sí se deberá especificar el concepto de la operación, entre otros datos básicos razonables).
 
Asimismo, se derogan los topes mensuales para las transferencias al exterior, pero manteniéndose las disposiciones que limitan el uso de efectivo en cumplimiento de las políticas vigentes en materia de lavado de dinero de origen y de actividades ilícitas.
A su vez, esta anunciada política para poner fin a los controles cambiarios, tiene también el propósito de favorecer las inversiones productivas en nuestro país, que ahora muestran fuerte expansión.
 
Sin embargo, el Gobierno debería avanzar mucho más rápido para lograr sus objetivos de liberalizar el sistema cambiario si dispusiera (a través del BCRA) la caducidad de la totalidad de la normativa cambiaria que aún rige, y convalidara el nacimiento de una nueva etapa de reordenamiento normativo claro y preciso que nos lleve a lograr el funcionamiento de un mercado amplio y profundo, con profesionales idóneos y creativos, con fácil acceso a la información y la comunicación sin fronteras.
 
También debería analizarse si es necesario, en esta nueva etapa, que el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC) siga funcionando con un estricto horario especial y sólo mediante los sistemas de negociación electrónica autorizados.
 
Punto a punto
En ese sentido, es muy importante que los operadores de los bancos puedan recuperar la libertad para volver al sistema tradicional de negociación a través de las denominadas líneas telefónicas "punto a punto", pudiendo también utilizar, ocasionalmente y cuando necesiten, los modernos medios electrónicos de comunicación ya existentes.
 
Así, nuestro mercado de cambios, como ocurre en el mundo civilizado, podrá recuperar su imprescindible dinámica, pero con la "lógica incertidumbre" que lo caracteriza, que es la base esencial para su normal funcionamiento.
 
Sobre el tema de la normativa cambiaria todavía resta considerar y concretar la liberación de las operaciones a término (forwards), que en nuestro país están expresamente prohibidas desde el inicio del actual sistema cambiario, a principios de 2002, y sin que nunca se haya explicado en forma oficial el por qué de semejante decisión.
 
Contrato a plazo
El forward es un acuerdo de compra o venta de una cantidad específica de una determinada divisa, en una fecha en el futuro, a un precio fijado por ambas partes en el momento de cierre de la operación. Es el clásico instrumento de administración del riesgo cambiario más antiguo y más utilizado en el mundo por los exportadores e importadores y por los operadores en el ámbito financiero.
 
Sólo así se logrará que nuestro MULC pueda recuperar su lugar, de indudable importancia, y aumente considerablemente el volumen de sus transacciones para darle amplitud y profundidad imprescindibles para su crecimiento y desarrollo,  acordes con las necesidades de nuestro comercio exterior y su financiamiento.
 
Todavía sigue llamando la atención, y preocupa, que quienes conducen la economía de nuestro país -y muchos otros economistas- sigan pecando de voluntarismo insólito cuando opinan y pontifican sobre el tipo de cambio. Seguramente ignoran, y deberían informarse debidamente al respecto, que en el mercado de divisas, hoy totalmente globalizado, se realizan diariamente operaciones por más de seis billones de dólares y que sólo el 20% de esa cifra descomunal correspondería a transacciones relacionadas con el comercio de bienes y servicios y su financiamiento.
 
Ya nadie debería dudar hoy de que el tipo de cambio dejó de ser un fin en sí mismo, como todavía parecen creer muchos funcionarios y habitantes de nuestro país.
 
Al respecto, debe quedar bien claro que en un mercado libre, el valor real de una moneda con respecto a otra es consecuencia del libre juego de la oferta y la demanda, que actúan influidos por una serie de factores, entre los que se incluyen con decisiva influencia, los aciertos y errores de quienes conducen y orientan las economía de los países o los aciertos y errores de los políticos encargados de conducirlas.
 
Por eso la libre flotación obliga a los gobiernos a no cometer errores en su accionar y también desalienta los movimientos de capitales a muy corto plazo, sin necesidad de prohibirlos y condenarlos. Resulta imprescindible, entonces, que el Gobierno inicie una amplia e intensa labor educacional para tratar de cambiar nuestra cultura, producto de largos años de errores repetidos y falsos conceptos de políticas cambiarias.
 
Por eso mismo, entonces, será necesario que el ente monetario accione con un rango de flotación libre, lo suficientemente amplio para asegurar que su intervención, cuando se produzcan movimientos exagerados, producto de apuros o acciones equivocadas, se concrete sólo después de que se haya cumplido un tiempo de espera suficiente para permitir una normal y lógica respuesta positiva del propio mercado que equilibre la oferta y la demanda.
 
Publicado en La Nación.
 

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