Las dos Argentinas
Rogelio López Guillemain

Autor del libro "La rebelión de los mansos", entre otras obras. Médico Cirujano. Especialista en Cirugía Plástica. Especialista en Cirugía General. Jefe del servicio de Quirófano del Hospital Domingo Funes, Córdoba. Director del Centro de Formación de Cirugía del Domingo Funes (reconocido por CONEAU). Productor y conductor de "Sucesos de nuestra historia" por radio sucesos, Córdoba.



Viajando desde Córdoba a San Juan, comencé a revivir la dicotomía de nuestro país; una dicotomía que va más allá de lo geográfico o de los recursos naturales, una dicotomía de prioridades políticas y de hipocresía por parte de gobernantes y votantes.
 
Luego de superar, a la salida de Villa Dolores, el primer control policial; el cual tuvo la “gentileza” de reconocerme como válido el comprobante de la póliza del seguro del auto que tenía en mi celular (me lo solicitaba impreso…y luego hablamos de modernización y cuidar los árboles, primer hipocresía) y sabiendo que me esperaban 3 controles más (1 cada 150 km de promedio), decidí detenerme en Lujan (un pequeño pueblo y centro turístico de 2100 habitantes) para imprimir el comprobante.
 
Una pequeña apostilla.  Entre Córdoba y San Juan me detuvieron 4 veces para pedirme la documentación, mientras que para ir a Buenos Aires (similar distancia e involucra también 3 provincias) no me pararon nunca.  Algo no está bien, ¿soy yo o hay alguna incongruencia?
 
Una vez en Lujan, más allá de la dificultad de hallar un lugar en donde hacer la impresión de 1 hoja; me encontré con la sorpresa de que no tenía internet en mi celular.
 
No era un problema de mi equipo, el único internet que tienen es un wifi comunal que funciona peor que horrible.
 
Confieso que en ese momento no pude evitar pensar en los “manteros”de Buenos Aires que recibirán “graciosamente” un local donde ubicarse, capacitación y un subsidio.  Personas que trabajan en la ilegalidad(muchos extranjeros indocumentados de los cuales no se saben antecedentes policiales), sujetos que no pagan impuestos y que atropellan el derecho de comerciantes al competir en forma desleal y que se mofan del derecho de libre circulación de los ciudadanos.
 
Mientras tanto, los jóvenes y niños de Lujan no tienen acceso a internet como para poder recibir educación por esta vía; no tienen infraestructura como para empezar algún emprendimiento, quizás en algún campo del estado, el cual,a lo mejor, pudiesen comprar con parte de lo que produjesen, incluso podrían tener la asistencia del INTA.
 
Pero se ve que la prioridad está en otra parte, no está del lado de los argentinos que hacen la patria.
 
Se ve que la prioridad está del lado del delincuente no de la víctima, del lado del ilegal no del que marcha derecho, del lado del violento no del manso.
 
Se ve que la prioridad está del lado de lo políticamente correcto, del lado de donde se consiguen más votos, del lado del buenismo, del lado del relativismo moral, del lado de los “más necesitados con prensa”.
 
Mientras que los que producen, los que hacen patria en el interior, los que van derechos por la vida, los que quieren seguridad y justicia, los que creen en el mérito, solo deben soportar y trabajar en silencio para mantener parásitos.
 
Esta es la otra hipocresía que vivimos, esta es la subversión de prioridades de la política que padecemos, en gran parte por culpa de todos los argentinos que solo “se rascan para adentro” y no se hacen cargo del compromiso que implica ser un ciudadano de verdad.
 
El “cambio” no lo va a hacer “cambiemos” y menos aún en un abrir y cerrar de ojos.  Sí hace falta que la política tome decisiones y medidas valientes a favor de quienes estamos padeciendo esta barbarie.  También debemos ser maduros al votar, sabiendo que no se sale de esto con buenas intenciones y discursos políticamente correctos; habrá un tiempo de sudor y lágrimas, y el que lo niegue miente y el que no lo quiera ver es como un niño que niega el sol al taparse los ojos.
 
Pero también es preciso que entendamos que no alcanza con que cada uno trabaje y aguante; cuando los de a pie digamos basta, cuando nos sumemos a una verdadera Rebelión de Mansos y tomemos el control de nuestras vidas y de los espacios que hemos cedido a demagogos y corruptos, recién entonces este país crecerá.
 

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