¿La Rebelión de los Mansos?

Rogelio López Guillemain
Autor del libro "La rebelión de los mansos", entre otras obras. Médico Cirujano. Especialista en Cirugía Plástica. Especialista
en Cirugía General. Jefe del servicio de Quirófano del Hospital Domingo Funes,
Córdoba. Director del Centro de Formación de Cirugía del Domingo Funes
(reconocido por CONEAU). Productor y conductor de "Sucesos de nuestra
historia" por radio sucesos, Córdoba.
El 25/10/2015 escribía en un artículo en el diario La
Nueva (¿por qué Los Pumas?) lo siguiente: “Creo
que Los Pumas despiertan una reacción (lamentablemente pequeña y además
declamatoria) en nuestra memoria genética cultural de argentinos. Son el emblema de un ideario, el reflejo que
esperamos encontrar en el espejo de la vida, el recuerdo de un pasado más
armónico y regido por valores nacidos del sentido común”. Dicho artículohacía referencia a las
sensaciones que había despertado el seleccionado de rugby de nuestro país, como
emblema de honestidad deportiva y de respeto al prójimo, a las reglas y a los
símbolos patrios.
Apenas unos días después, Macri era elegido presidente. El ingenierotriunfógracias a los votos de sus
partidarios, pero sobre todo, gracias a los votos prestados de quienes,
cansados de los atropellos, de la soberbia y de la injusticia de la justicia
social distributiva del gobierno anterior, decidieron apostar por él.
Pasó desde entonces un año y medio, tiempo durante el que
los ciudadanos silenciosos aguardaron pacientemente alguna señal por parte del
gobierno, señal que mostrase el cambio por todos anhelado.
Los argentinos somos conscientes de los gravísimos
problemas económicos que atravesamos y dudo exista persona alguna que no desee que
estos se resuelvan lo antes posible.
Pero hay más, hay algo más profundo. Desde hace un buen tiempo, la vida en nuestro
país se ha complicado. Delincuentes que
no van a la cárcel, corruptos que no son juzgados, violentos que se apoderan de
las calles avanzan y se multiplican, mientrasque las personas de bien
retroceden ytienen que ocultarse tras las rejas, esconder sus celulares y hacer
malabares para pagar cada vez más y más impuestos.
En este estado expectante, con idas y venidas (y mucha
pero mucha tibieza), llegamos al acto del paro docente y a la marcha del 24 de
marzo, en ellas reaparecieron en todo su esplendor, los males que los
argentinos queremos erradicar. Los
discursos y las disputasque allí se vieron, nos mostraron que los que creíamos
que eran, fantasmas de nuestro pasado reciente, no son fantasmas ni son el
pasado. Como un baldazo de agua fría,
las imágenes de la barbarie nos despertaron del letargo en el que nos estábamos
hundiendo.
De ahí nació la marcha del 1º de abril. Nació con la convicción del mismísimo Nunca
Más del 24. Nunca Más intolerancia,
Nunca Más desestabilización, Nunca Más un helicóptero partiendo de la Casa
Rosada.
Una cosa trae otra y una manifestación trae otra
manifestación, y como si fuese un juego de cartas, en el que cada participante
espera su turno, los “dueños” de las corporaciones sindicales, subieron la
apuesta y lanzaron un paro nacional.
Pero la cosa no terminó allí. Sorpresivamente, en un hecho inusitado y
absolutamente novedoso, los ciudadanos de a pie, los silenciosos, Los Mansos,
se atrevieron a más, se atrevieron a decir noal paro e invitaron por las redes sociales
a los ciudadanos en general, a hacer lo que se debe hacer, los convocaron a
trabajar.
Teléfono
para Macri
Tanto el 1A como
el No al Paro, fueron reacciones espontáneas,
no corporativas, sin apoyo ni organización por parte de gremio o partido
político alguno. Pero sobre todo, se
trató de movimientos que no fueron generados a favor de nadie y tampoco en
contra de nadie (aunque pueden haber ciertas personas indirectamente
involucradas).
Ambos movimientos se desarrollaron en paz, la
movilización un día sábado (para complicar lo menos posible a quienes
trabajaban), y la viralización a favor del trabajo, sin insultos ni amenazas.
Estas manifestaciones tuvieron una fuerte connotación ética
y moral, fueron a favor de la tolerancia, a favor del respeto de las libertades
individuales, a favor del respeto al derecho a trabajar, a favor de la libre
circulación.
Durante años los políticos han temido reaccionar contra
las famosas conquistas sociales, contra las llamadas manifestaciones populares,
contra los excluidos que perdieron el recto camino; han temido reaccionar por
el miedo a realizar acciones políticamente incorrectas.
El presidente Macri tiene una nueva oportunidad, los
argentinos le han dado un nuevo voto de confianza. Las masas silenciosas de los que producen,
trabajan y desean vivir en paz, se han manifestado, mostrando estar dispuestas
a apoyar a aquel político que tenga el coraje de hacer lo que hay que hacer.
Hay instantes a lo largo de la historia que son bisagras, pues éste es uno de
ellos.
Los argentinos están muy preocupados por la marcha de la
economía, pero como nunca, están quizás más preocupados por la delincuencia,
por la impunidad, por la corrupción; están preocupados por ser rehenes de quienes
se consideran dueños de la calle, por ser rehenes de quienes se creen dueños de
los Derechos Humanos, por ser rehenes de los gremios, por ser rehenes del
garantismo.
Nuestros presidentes han tenido momentos claves en sus
gobiernos, momentos en los que han tenido un plus, un guiño de la
ciudadanía. Este es el momento de Macri,
los argentinos le están marcando la agenda.
La batalla política es importante,
también lo es la batalla cultural. Pero
la batalla moral es la primera que debemos dar. Las personas de bien quieren vivir en paz, sin
delincuencia, sin piquetes, sin corrupción; si nuestro presidente se atreve a
dar la batalla, escribirá una parte importante de nuestra historia.
Bienvenidos, a La
Rebelión de los Mansos.
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