El costo argentino
Eduardo Maschwitz
Presidente del Consejo de Administración de la Fundación Atlas para una Sociedad Libre. Premio a la Libertad 2007, Fundación Atlas para una Sociedad Libre.


Todos los días nos quejamos del alto costo de los productos y servicios en nuestro país, comparado con otros países, inclusive los limítrofes. Colas en las aduanas (ridículas) y viajes organizados exclusivamente alrededor de las compras. A nadie le gusta sentirse robado. Pero lamentablemente todos somos responsables y cómplices de esta situación, consumidores, ciudadanos, sindicatos, gobierno, cámaras empresarias y empresarios, desde el o los lugares donde intervenimos en la economía.
 
Quiero referirme al costo salarial, la forma de determinación de los salarios y las implicancias en la eficiencia y ergo en el costo de los productos y servicios, costo más que relevante en las economías modernas, donde los servicios son el principal aportante al producto bruto, y los salarios el principal valor agregado.

 

El grueso de los salarios en Argentina no es una variable donde cada trabajador y cada empresa determinan de común acuerdo en base a dedicación, eficiencia, carrera , motivación, generación de valor y capacidades y posibilidades de una compañía. Además hay una importante inflexibilidad, de hecho aunque a veces no de derecho, para ajustar las plantas de personal sobre todo disminuyéndolas, cuando así lo requiere la realidad de un negocio.
 
En nuestro país los salarios se determinan en forma universal, para todo trabajador y toda industria, en acuerdos entre gobierno, sindicatos y empresarios.
 
Así las cosas, los empresarios pierden una herramienta de management esencial para administrar un negocio con eficiencia y en competencia. Ya no puede fijar mecanismos de motivación y remuneración en completa libertad y de acuerdo a las características de cada trabajador, de cada trabajo y de cada negocio.
 
El empleado pierde incentivo para el esfuerzo y productividad, siendo que su remuneración ya no depende la calidad y cantidad de su aporte, ya sus aumentos salariales reales se darán por antigüedad y no por su dedicación y capacidad. Además  sabe que difícilmente pueda  ser despedido .El gobierno a su vez a través de regulaciones impide  la competencia de la importaciones.
 
Este perverso sistema hace que nuestra economía tenga una bajísima eficiencia, y como contrapartida  e altísimo l costo de lo que producimos. Tampoco no deberíamos sorprendernos que las famosas inversiones no terminen de llegar. Qué capital, sea argentino o extranjero, querrá venir a invertir cuando puede elegir otros países donde sienta que es dueño de las variables y que podrá administrar su negocio libremente? Ni hablar si hay amenazas de control de precios, o precios fijados en escritorios gubernamentales (aún hay demasiados). Donde hay respeto a la ley y los contratos.
 
La única manera de aumentar un salario es por su productividad. La única manera de administrar eficientemente un negocio es con pleno dominio de sus variables. Todos somos hijos del rigor y de las motivaciones, sino decae nuestra contribución. Para que haya productividad debe haber motivación y premios y castigo, y flexibilidad.
 
Nos alegramos porque nuestro salario aumenta por acuerdos entre partes y /o por antigüedad, sin mayor esfuerzo, pero no somos consientes que lo mismo sucede con los demás trabajadores, y esta suma da cero. Gano “mucho”, pero todo cuesta caro porque todos ganan “mucho”.
 
Siendo que así nos va mal, ¿porque nos cuesta tanto probar otra forma? ¿Porque nos da tanto miedo? ¿Si en los países donde queremos emigrar usan otra fórmula?
 
Ojalá CAMBIEMOS !  Por ahora seguimos siendo NO CAMBIEMOS !
 
 

Últimos 5 Artículos del Autor
[Ver mas artículos del autor]