El desdén de Trump por Latinoamérica
Andrés Oppenheimer
Columnista del Miami Herald/el Nuevo Herald. Fue miembro del equipo ganador del Premio Pulitzer, y ha recibido el Premio Ortega y Gasset, Premio Rey de España y el Emmy.
El
plan de presupuesto del presidente Donald Trump para el año 2018 confirma lo
que muchos temíamos: Trump tiene muy poco interés en América Latina, y una
agenda negativa para la región.
Trump
dio a conocer su plan presupuestario el 23 de mayo, durante su viaje a Europa,
después de visitar Arabia Saudita e Israel. Es el primer presidente en la
memoria reciente de Estados Unidos que no hizo su viaje inaugural a México o a
Canadá. Ese no es un dato menor.
Los
ex presidentes Barack Obama, George W. Bush, Bill Clinton, George H.W. Bush y
Ronald Reagan habían hecho su primer viaje al exterior a México o Canadá,
siguiendo una tradición que comenzó cuando el presidente William Taft hizo su
viaje inaugural a México en 1909.
Para
peor, la propuesta presupuestaria de Trump para el año fiscal 2018 de Trump es
un fiel reflejo de sus posturas xenófobas durante la campaña electoral.
Propone
que los contribuyentes de Estados Unidos paguen $1,600 millones paracomenzar a
construir un muro en la frontera con México, que el presidente había prometido
a sus seguidores que sería pagado por México.
El
muro fronterizo será un desperdicio de dinero absurdo, porque el problema que
pretende resolver ya no es tan crítico.
En
primer lugar, ha habido un dramático descenso en la población indocumentada de
los EEUU desde 2008, según un informe del Centro de Estudios Migratorios. En
segundo lugar, el muro será bastante inútil porque la mayoría de los
inmigrantes indocumentados no cruzan la frontera en forma subrepticia, como
Trump falsamente afirma.
Por
el contrario, llegan por avión o en carro con documentos legales, y luego se
quedan más allá de lo permitido en sus visas. Según un nuevo estudio del
Departamento de Seguridad Interna de EEUU, el año pasado hubo más de 600,000
personas que llegaron a Estados Unidos con documentos legales de turistas o
estudiantes, y se quedaron tras el vencimiento de sus visas.
El
presupuesto presentado por Trump –que seguramente será modificado por el
Congreso, pero nadie sabe hasta qué punto– también propone un recorte del 32
por ciento del presupuesto del Departamento de Estado y de ayuda exterior, y un
recorte del 36 por ciento en la ayuda externa a América Latina.
La
ayuda estadounidense a México se reducirá en un 45 por ciento, a $88 millones,
mientras que la ayuda a Guatemala se reducirá en un 38 por ciento, a Honduras
en un 31 por ciento y a Haití en un 18 por ciento.
Los
recortes incluyen casi todo, desde la lucha contra las drogas hasta fondos para
intercambios culturales y estudiantiles, y ayuda a grupos de la sociedad civil
de Cuba y Venezuela.
Otro
dato interesante es que el gobierno de Trump, que todavía no se ha ocupado de
designar un jefe del departamento del Hemisferio Occidental del Departamento de
Estado, todavía no ha hecho una sola propuesta positiva para América Latina que
sea digna de mención.
Ni
Trump ni el secretario de Estado Rex Tillerson han dicho una palabra, por
ejemplo, sobre la continuación o el fortalecimiento de las iniciativas
educativas interamericanas, como el programa Fuerza de 100,000 en las Américas,
para aumentar a 100,000 el número de jóvenes latinoamericanos que estudian en
universidades de los Estados Unidos, y viceversa.
Toda
el discurso del gobierno de Trump sobre América Latina parece ser defensivo y
negativo: contra los "bad hombres" de México que vienen a Estados
Unidos, y contra los tratos comerciales supuestamente "desastrosos"
con Canadá y México, que de hecho han ayudado a las economías de los tres
países en décadas recientes.
Mi
opinión: Cuando Trump inició su campaña alegando que la mayoría de los
inmigrantes indocumentados de México son criminales y violadores, y atacando el
libre comercio con los vecinos de Estados Unidos, muchos pensaron que estas
posiciones eran posturas políticas electorales, las cuales seguramente cambiarían
si ganaba la presidencia.
Desafortunadamente,
se equivocaron. Trump no ha cambiado mucho en los cuatro meses desde su toma de
posesión. Sus decisiones como presidente, tal como se reflejaron en su primer
viaje al extranjero y en su plan de presupuesto para el 2018, continúan mostrando
una falta de interés total en América Latina.
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