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La matanza en una base de la marina estadounidense, adjudicase ideológicamente a la posibilidad que tienen los ciudadanos  estadounidenses de  comprar armas, olvidando que en la mayoría de los casos, las muertes son acciones de psicóticos, mientras que millones de personas no producen esas masacres pues   las adquirieron por deporte, tiro al blanco, a la paloma, la  caza o para defender  la vida propia o de terceros, pues el derecho a la vida implica la autodefensa; derecho que genera menores asesinatos en robos, pues los mal vivientes saben que las personas pueden defenderse y acabar con ellos, así en los estados donde se ha implementado las violaciones disminuyeron un 75%.

Ideología que no recuerda que en cada uno de nosotros hay un Abel y un Caín, por ello si el segundo emerge surge el ansia asesina  en la vida ciudadana, un nieto que mata a u abuelo creador entre otros de tiras como la de Don Fulgencio, o el dentista que desbordado por su entorno familiar mata a su mujer, su suegra y dos hijas, o a dos hermanos que ferozmente asesinan a sus padres. Posición de George Orwell cuando expresa que desde el empleado del más bajo escalón, al más alto ejecutivo, existe la idea de ser Macbeth, produciendo asesinos como Hitler, Stalin, Mao, Castro o el Che; o el caso de la matanza de 77 personas por   Anders Behring Breivik, el 22 de julio de 2011 en Noruega, o de las 8 víctimas  por las balas  de Rafael Solich en Carmen de Patagones el 28 de septiembre de 2004. 

Por último comparando el número de víctimas por matanzas en EE.UU país de 310 millones de habitantes con un área geográfica de similar número por ejemplo (Alemania, Bélgica, Escocia, Finlandia  Francia, Noruega), tenemos que ambos en el período 1996 a 2012, han tenido 144 muertos. La solución del desarme ciudadano propuesto por muchos está en la línea con el décimo artículo del “decálogo” de Lenin de 1923 que expresa:“Registre a todos aquellos que posean armas de fuego, para que sean confiscadas en el momento oportuno, haciendo imposible cualquier resistencia a la causa”. 

Lo expuesto muestra la falta de  base racional de  las explicaciones de los ideólogos sobre las causas de las masacres, impulsados consciente o inconscientemente por un profundo sentimiento “antiyanqui”, sin el menor fundamento social, psicológico o político.