La moderación comienza a enterrar al “aluvión zoológico”
Humberto Bonanata

Director de Notiar. Premio a la Libertad 2012, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.



Cuanto más lejana la unidad del peronismo, más cercana la resurrección de la República.
 
Proverbio gorila si los hay, parece dicho por el creador de la célebre frase del “aluvión zoológico” –exdiputado radical del “bloque de los 44” Ernesto Sanmartino- utilizada para denostar la movilización popular del 17 de octubre de 1945.
Exagerado por cierto el calificativo del legislador frente a la creencia de cientos de miles de ciudadanos en la buena fe de su demagógico “benefactor”, no hubiera soñado ni el 30 de octubre de 1983 –fecha del triunfo del Alfonsín-, ni el 22 de noviembre de 2015 cuando Cambiemos se impusiera de la mano de Mauricio Macri.
Esas  y otras veces, como en 1955, muchos opinólogos se animaron a redactar la supuesta partida de defunción del peronismo y sus múltiples ramificaciones.
Pero a pesar de la derrota nacional y provincial en 2015 aún parecía que el espanto neoliberal los uniría por sobre sus odios y miserias.
El cierre de listas el pasado 24 de junio ha marcado en las viejas huestes del neofascismo argentino –chavismo del 2000- una grieta interna muy difícil de soldar tras una muy posible segunda derrota en sólo dos años como se avecina en octubre.
A pesar del hipergradualismo económico implementado por Macri desde el comienzo de su mandato y de la “falta de derrame” en amplios sectores de la población, en su mayoría votantes de Cambiemos, hoy la política se muestra como nunca en blanco o negro; en seguir cambiando o volver atrás; en el respeto a la autoridad o el caos ciudadano; en el cumplimiento de las Asignaciones Universales por Hijo o la pérdida del beneficio; en el derecho a transitar libremente o la violencia prerrevolucionaria desarrollada por el ultrismo piquetero; el de reinsertarnos en el mundo civilizado o caer definitivamente en un populismo casi inexistente hasta en América Latina.
La “foto” de ayer en la Capital Federal no ayuda a la Argentina toda.
Cualquier ciudadano del mundo que hoy vea en sus diarios una ciudad saqueada por infradotados del mal y el restablecimiento del orden tres horas después por los gritos y puteadas del Presidente Macri, pensará, con lógico criterio que aún hay que esperar en invertir productivamente sus divisas creadoras de fuentes de trabajo, al menos hasta el 23 de octubre, un día después de la elección de medio término en la que el gobierno de Cambiemos consolidará el cambio.
Mientras tanto, seguirá cambiando sus dólares y comprando LEBACS al 26,5% anual, aumentando nuestra base monetaria y déficit cuasi fiscal y sólo colaborando en postergar hacia el futuro cercano esa verdadera autoflagelación argentina que nos carcome con un carcinoma: la inflación.
La proyección de junio al 1,5% no acerca buenas noticias a los hombres de Hacienda.
A pesar del ultramonetarismo defendido por Federico Sturzenegger, el déficit fiscal sólo puede ser postergado y ampliado por medidas económicas con maquillaje de alta complejidad.
Los mercados auguran que después de las elecciones de octubre el presidente Macri abandonará las medicinas alternativas que postergan la necesaria cirugía mayor y aplicará medidas de fondo tales como “el Plan Sol” –en similitud al sistema bimonetario peruano para modificar la Carta Orgánica del B.C.R.A. con una ley del Congreso que autorice legalmente algo que resulta práctica normal y habitual en nuestras transacciones: permitir que el dólar se agregue al peso como unidad de valor.
Ello fomentará la circulación legal y voluntaria del dólar junto al peso y ampliará el dinero circulante sin necesidad de emitir.
Fomentará que las políticas de créditos hipotecarios y prendarios de los bancos nacionales, con resultado altamente satisfactorio, su multipliquen y abaraten sus tasas de interés para los tomadores a largo plazo que inyectará al consumo inmediato movilidad crediticia natural sin necesidad de fondearen el Estado acciones que pueden derivarse hacia una obra pública jamás vista desde hace 70 años, cuando el populismo del primer peronismo diluía barras de oro que no permitían transitar los pasillos del Banco Central.
Macri puede ser el Arturo Frondizi triunfador de la historia. Sin asonadas militares que lo derroquen.
Debe entender que nadie puede solo y que Cambiemos es mucho más que el PRO.
De él depende nuestra reapertura a la civilización.
Si así no lo hiciere…Dios y la Patria se lo demanden…
 

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