Salario mínimo: lo que no se ve
Maximiliano Bauk

Es Analista de Políticas Económicas en el Centro de Estudios Libertad y Responsabilidad. Actualmente cursa una Maestría en Políticas Económicas en la SMC University. Participó del “Programa de Jóvenes Investigadores y Comunicadores Sociales” de Fundación Atlas para una Sociedad Libre.



Hace solo días se fijó un nuevo aumento al salario mínimo, elevándolo a $10.000. Muchos se contentan otros se enojan, pero lo cierto es que los que no tienen ni voz ni voto son los que verdaderamente pierden: los pobres.

Por supuesto, suena muy bien fijar por ley un piso a partir del cual todos los trabajadores tendrán garantizado cierto nivel de vida, pero la realidad es que lo que se siente bien no importa, lo que hace bien sí. El salario mínimo es uno de los errores más garrafales en las políticas públicas y no es más que uno de los tantos ejemplos en los que la lógica cede ante las emociones. Pues bien, teniendo en cuenta que el salario no es más que el precio de la mano de obra, que a mayor precio de un producto menor demanda de éste, y que elevar el salario mínimo implica encarecer la mano de obra, la consecuencia necesaria de esta medida defendida por todos no es más que una disminución en la demanda de empleados.

Generalmente quienes proponen estas medidas son personan que desbordan de benevolencia, pero el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones y esta no es más que una de esas tantas rocas. ¿Qué se logra en los hechos? Que quienes más necesitan trabajar, los que menos tienen, sean eliminados del mercado laboral al no alcanzar con sus habilidades, formación y experiencia a cumplir con tareas que le reditúen a su empleador de manera tal que contratarlo no implique pérdidas, porque las empresas no son ONG y no contratarán a nadie si al hacerlo no obtienen ganancias, así de sencillo. No se le pagará 10 mil pesos a quién antes se le pagaba 7 mil sólo porque una ley así lo imponga, simplemente se eliminará el trabajo de 7 mil para no actuar en la ilegalidad y se verá como mantener la producción sin ese puesto.

Tanto es así, que de hecho las verdaderas intenciones del salario mínimo en sus orígenes en los Estados Unidos, según declararon los propios lobistas de dicha ley, no fue elevar el salario de los trabajadores menos favorecidos sino sacarlos del mercado para así tener menor competencia, eliminando la mano de obra barata, sobre todo la de los inmigrantes recién llegados que deberían empezar a pensar dos veces antes de emigrar allí puesto que el trabajo ya no abundaría como antes.

“Minima de maliseligenda” dicta un principio ciceroniano, “entre dos males hay que elegir el menor”¿y cuáles son esas opciones, por malas que sean? Pues bien, por un lado se puede establecer un salario mínimo, dejando fuera del mercado laboral a todo aquel que,como se dijo, por lo que ofrece no se está dispuesto a pagar tanto, quedando sin sueldo alguno.La otra alternativa es eliminar todo salario mínimo impuesto por el estado para así permitir trabajar de manera legal a aquellos que aún no califican para ganar el sueldo que establecía la ley, en un principio ganarían poco, pero sería algo. Poco es malo, pero es menos malo que nada.

Se habla de salario mínimo para defender a los que menos opciones tienen, pero lo que se termina logrando  es dejarlos sin alternativa alguna, por lo que terminan  ingresando a un sector laboral en negro con la pérdida de derechos que ello implica, y eso si es que tienen suerte, porque los que no la tienen, lo que encuentran son problemas.

 

Últimos 5 Artículos del Autor
Luego de tantos años de populismo -y no me refiero con ello exclusivamente al ya descomunal per...
Parece ser que, según podría conjeturarse a partir de distintos acontecimientos, en Suiza la ge...
[Ver mas artículos del autor]