La corrupción come la revolución
Ian Vásquez
Director del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute, Washington D.C. Miembro del Consejo Internacional de Fundación Atlas para una Sociedad Libre.


El nuevo presidente ecuatoriano, Lenín Moreno, ha sorprendido a todo el mundo al criticar a su predecesor, Rafael Correa, por la condición económica en la que dejó al país y al abordar la corrupción que floreció bajo su mando. Sorprendió porque muchos esperaban que Correa, al estilo Putin cuando este dejó la presidencia rusa por unos años, iba a seguir siendo el verdadero poder detrás del trono.
Dicen algunos ecuatorianos que la pelea que se ha desatado entre el actual y el anterior presidente parece más bien un episodio de la serie “Juego de tronos”. Correa, quien eligió a Moreno como candidato presidencial de su partido, dice ahora que lo que hace el actual gobierno es “mentir, mentir y mentir”. Contra las denuncias de corrupción, Correa le recuerda al pueblo que Moreno tuvo altos cargos en su gobierno por diez años, por lo que “en todas las cosas que ahora nos acusa, sería cómplice, o, sencillamente, miente”.
Correa puede tener algo de razón respecto a la complicidad. Pero los escándalos de corrupciónque han estallado son de gran escala e involucran a tanta gente cercana al ex presidente, que son difíciles de reprimir. Lo que es mentira es que el gobierno de Correa se conformó de gente de “manos limpias”, como solían sostener. Sabemos que no es así porque detrás de muchas de las acusaciones de corrupción hay videos y audios, producto de la investigación legal brasileña sobre la corrupción de Odebrecht en Ecuador.
Por ejemplo, al tío del vicepresidente de Correa, Jorge Glas, quien sigue en ese cargo, Odebrecht le pagó US$14 millones en sobornos. Tanto al tío como al vicepresidente le tienen grabaciones acerca de tales arreglos. Moreno le ha quitado las funciones a Glas, pero solo el Congreso, que Correa controla, lo puede despedir. Y Glas sigue siendo fiel a Correa.
Otro ejemplo. Carlos Pólit, el contralor en el gobierno de Correa, chantajeaba a la gente para no revelar irregularidades en la ejecución de obras públicas.
Van a explotar más revelaciones de corrupción durante el gobierno de Correa. Hace unos días, Carlos Pareja Yannuzzelli, ex ministro de Correa y ex gerente de Petroecuador, volvió a su país después de haberse fugado en el anterior gobierno. Él explica que la corrupción que se desató en la estatal petrolera se hizo bajo la dirección y conocimiento del vicepresidente Glas. Ahora que el presidente Moreno ha dado ciertas garantías de justicia para los delatores, Pareja va a cantar. Luego de la llegada de Pareja, Galo Chiriboga, el fiscal de Correa, fue retenido en el aeropuerto de Quito y llevado a declarar a la fiscalía.
Nada de esto le conviene a Correa. De manera descarada, el ex presidente se queja de que el gobierno de Moreno “influye en organismos de control y en la justicia con fines políticos”. Pero fue Correa quien construyó ese sistema hiperpresidencialista que acabó con los pesos y contrapesos en la política y que vulneró la libertad de prensa y numerosos otros derechos. Fue el mismo sistema que abrió las puertas a la corrupción el que Correa ahora describe como corrompido y del que dice ser víctima.
En esta lucha de poder en que no hay ángeles de ningún lado, no se puede descartar que Correa mismo termine preso por ser parte de, o encabezar, la corrupción. Así, la llamada revolución ciudadana que él lideró llegaría a su fin por la misma corrupción que engendró.


Este artículo fue publicado originalmente en El Comercio (Perú) el 15 de agosto de 2017.
 

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