Promover el capital intangible
Víctor Pavón
Decano de Currículum de UniNorte y autor de los libros "Gobierno, justicia y libre mercado" y "Cartas sobre el liberalismo".


La economía de mi país es dependiente en gran medida del sector agropecuario, lo que repercute en su Producto Interno Bruto, específicamente por la venta de sus commodities. Si caen los precios en el mercado internacional, la economía se resiente y, viceversa, el auge es notorio si los precios están altos.
Factores aleatorios como el clima y el precio, hacen que casi todo se encuentre supeditado al capital tangible (físico). Sin embargo, una economía sólida no debería centrarse en los recursos naturales puesto que el crecimiento resulta de ese modo difícil de consolidar para el logro de mejores ingresos salariales. Los paraguayos y residentes en este país necesitan promover otro tipo de intercambios.
Afortunadamente, hay una forma. El capital intangible que no es físico sino del conocimiento e institucional es capaz de lograr esa transformación. Además del capital producido por las máquinas, equipos e infraestructura, el capital intangible es un modo de redimir a los pueblos que por siglos soportan el asedio de la pobreza y el desempleo, empujándolos fuera de la competitividad internacional.
El capital intangible se encuentra en la creatividad e innovación de los individuos y empresas que únicamente puede darse mediante un fuerte Estado de Derecho garante de la libertad y la propiedad privada, acompañado de una educación de calidad. Los estudios en este sentido son contundentemente probatorios. Ese capital intangible representa a la fecha el 80 por ciento de la riqueza mundial.
Los bienes intangibles no son observables como los físicos, pero sus intercambios acarrean altos valores entre oferentes y demandantes, como los derechos de propiedad intelectual, las investigaciones, las franquicias, marcas, patentes, pasando por la capacidad de trabajar en equipo, hasta abarca el renombre y prestigio de una empresa, entre otros.
El capital intangible se crea desde el imperio de la ley, con normas jurídicas predecibles y con autoridades confiables por su preparación y honestidad. Es una oportunidad brillante para un país como el nuestro compuesto en su mayoría por jóvenes; siendo, desde luego, los gobernantes quienes deben ser los primeros en tomar tomar nota de esta tendencia planetaria.
No hay de otra, hay que garantizar la supremacía constitucional y la propiedad privada, contar con un sistema tributario eficiente, promover una educación de excelencia y no interferir con ridículas burocracias la apertura de empresas, otorgando facilidades para hacer negocios en el sector formal. El capital intangible es riqueza para las naciones.


Publicado en Cato Institute.
 

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