Un análisis de las pasadas elecciones y de promisorias expectativas

Eduardo Filgueira Lima
Director del Centro de Estudios Políticos y Sociales. Magister
en Sistemas de Salud y Seguridad Social (ISALUD). Magister en Economía y
Ciencias Políticas (ESEADE).
Las elecciones del 22 de octubre
permitieron ubicar a Cambiemos en un lugar preponderante del escenario político
argentino, tal no se registraba desde hace muchos años por fuera de las fuerzas
tradicionales.
En este particular caso la población es
obvio que no votó masivamente por estar mayoritariamente satisfecha con la
situación económica, ya que los “brotes verdes” -aunque la economía sigue
creciendo desde hace seis meses- no han llegado a florecer.
Parece ser cierto que la ciudadanía no
vota siempre por “el bolsillo” y es muy probable que en este caso lo haya hecho
-en un exceso de simplificación- para dar por finalizado un ciclo por una parte
y con un hálito de esperanza en un muy probable futuro promisorio por otra.
En cuanto al primer argumento es necesario
decir que “cerrar un ciclo” significa también dejar atrás el modelo fuertemente
estatista y revertir lo que en materia económica representaron las dificultades
que finalmente se debieron remontar durante los dos primeros años del gobierno
de Macri, y que no fueron suficientemente explicitadas como “herencia
recibida”.
Ese mismo modelo no solo nos condujo a una
anunciada crisis sino que significó el estancamiento durante los últimos cinco
años de la actividad económica (ver. EMAE[1]), crecimiento
sostenido del empleo público, enormes distorsiones en la balanza de pagos y
sostenimiento de la “fiesta” con abultada emisión monetaria destinada a
sostener el descontrolado gasto público (tal que siempre un modelo estatista requiere),
con sus consecuencias inflacionarias finales,… mal disimuladas.
El hecho es que en este panorama el
gobierno se encontró con una trampa, como hubiera significado tratar de salir
del embrollo con fuertes medidas restrictivas sin una contraparte de
inversiones y absorción por el desarrollo de una actividad privada que
contuviera las necesidades de una gran parte de la población. Optó por el
gradualismo.
Ahora luego de los resultados electorales
obtenidos “la esperanza” se nos presenta como el objetivo fundamental a
atender.
La economía como fue dicho parece sostener
un crecimiento módico desde hace seis meses y ahora (Septiembre) con un 3,3%
acumulativo mensual[2], lo que muy probablemente
se hará sentir recién a mediados de 2018. También la inflación parece ir
paulatinamente disminuyendo desde las impresionantes cifras que mantuvo y
ocultó[3] el
gobierno durante muchos años.
Pero es hora de las reformas. Por lo menos
así fue anunciado casi de inmediato al resultado de las elecciones por el mismo
Presidente Macri. El gobierno sabe que no puede sostener indefinidamente un
gasto público que supera ya el 45% del PBI y menos sostenerlo con endeudamiento
de manera indefinida o durante un tiempo prolongado.
La política fiscal debe superar la meta de
alcanzar el equilibrio, porque la competitividad del sector privado requiere
una disminución significativa de la carga impositiva que hoy se mantiene y
resulta un ahogo a las posibilidades de generación de ahorro e inversiones como
antesala de nuevos empleos y mejora de la competitividad. La meta debería ser
la reducción del gasto público.
Una señal de alarma en este mismo sentido
es el rojo de la balanza comercial que alcanza un acumulado en 2017 de u$s
3.428 millones (Ver Figura N°1)[4], Lo que
se explica por la ausencia de un incremento sustancial de las exportaciones,
frente a un importante incremento de los ingresos de bienes del exterior.
Obviamente una política cambiaria que
sostiene altas tasas de interés “plancha” el dólar lo que tiene sus propias
consecuencias en este mismo sentido, porque si bien facilita el ingreso de
insumos para la producción agropecuaria e industrial a su vez encarece el costo
en dólares de la producción nacional que no se hacen competitivos ni dentro
(consumo interno), ni fuera (exportación) del país.

La reducción del déficit fiscal no debe
ser una promesa, es el núcleo del problema: un programa fuertemente estatista
requiere ser sostenido por un creciente gasto público.
Y el gasto público se mantiene
(fundamentalmente) con impuestos, emisión monetaria y/o endeudamiento. Todos
los cuales tienen finalmente sus nefastas consecuencias.
La hora de las reformas ha llegado y entre
otras, merecen destacarse la fiscal, la previsional, la laboral y la
tributaria, que por pertenecer al campo de “la política impositiva” quitan
competitividad a la producción nacional que es el verdadero motor de la
economía.
Cada uno tiene a su cargo importantes
desafíos: el gobierno bajar el gasto público y aprender que su intervención en
la economía puede ser (y habitualmente lo es) nociva. Y los empresarios saber que
no se puede vivir de las prebendas del estado, que estamos insertos en un mundo
que requiere practicidad, inversiones, innovación, agilidad, y producción
competitiva. Y que hoy no es tiempo de monopolios y protecciones arancelarias
porque atentan contra el país en su conjunto, aunque beneficien a unos pocos.
Las reformas serán difíciles porque con
seguridad muchos -cómodos en su situación- pretenderán no cambiar y pondrán
escollos a las mismas. Y además nuestra sociedad disfruta los bienes que el
mercado le permite, pero luego es renuente a defender las ideas que lo
promueven.
Por lo que no debemos pedir a Macri que
haga lo que puede o no le dejan hacer. Porque el riesgo de una Argentina
pendular, aunque parece hoy superado, siempre se encuentra a la puerta.
Finalmente una reflexión política: las
mismas reformas necesarias (casi imprescindibles), tienen su contraparte en dos
dimensiones. Por un lado no deberían ser por sí mismas un imponderable negativo
al proyecto de un país que renace a un esperanzador nuevo ciclo. Y por otro -y
por ese mismo motivo- el gobierno debe saber que tiene un tiempo limitado para
iniciarlas, antes que se constituyan en un escollo para las próximas (demasiado
próximas) elecciones.
[1]
EMAE: Estimador mensual de la actividad económica. Publicado por INDEC base
2004 (Serie 2017) En: https://www.indec.gov.ar/nivel4_default.asp?id_tema_1=3&id_tema_2=9&id_tema_3=48
[2]
Ver informe O. Ferreres y Asoc.
[3]
Ver informe comparativo INDEC vs IPC Congreso http://data.lanacion.com.ar/dataviews/69218/ipc-indec-y-congreso/
[4]
Figura N°1 En: http://www.ambito.com/895173-en-2017-la-argentina-acumula-el-peor-deficit-comercial-de-la-historia-economica
“En 2017 la Argentina acumula el peor déficit comercial de la historia
económica”
Últimos 5 Artículos del Autor
.: AtlasTV
.: Suscribite!
