¿Cuánto vale la vida?

Rogelio López Guillemain
Autor del libro "La rebelión de los mansos", entre otras obras. Médico Cirujano. Especialista en Cirugía Plástica. Especialista
en Cirugía General. Jefe del servicio de Quirófano del Hospital Domingo Funes,
Córdoba. Director del Centro de Formación de Cirugía del Domingo Funes
(reconocido por CONEAU). Productor y conductor de "Sucesos de nuestra
historia" por radio sucesos, Córdoba.
“Mataron a una adolescente durante un asalto
en La Plata. Abril Bogado Scenna
tenía 12 años, volvía de una fiesta familiar con su mamá, papá, una hermana y
la abuela. Antes de entrar a la casa, aparecieron dos delincuentes armados. Uno
disparó al interior del vehículo y la bala le dio en el rostro”.
“Asesinaron de un balazo a un joven de 17
años. La víctima, Cristian Marcelo
Montaño, iba acompañado por dos amigos cuando fueron sorprendidos por dos
hombres en una moto, que le dispararon”.
“Asesinaron a un chico de 15 años de un
balazo en el pecho. Dos adolescentes
de 15 y 16 años fueron detenidos, acusados de cometer el crimen tras un partido
de fútbol”.
Tres
noticias de este fin de semana, tres familias que vieron como cambiaban sus
vidas en un segundo; familiares, amigos y compañeros de escuela que no
compartirán más con estos chicos un cumpleaños, una fiesta o un almuerzo de
domingo.
Padres que no verán a su hijo/a crecer, estudiar, ponerse
de novio/a casarse y darle nietos; abuelos que no podrán malcriar a sus nietos,
hermanos que no tendrán con quien pelear.
Y todo esto, no por un accidente o por una fatalidad,
tampoco por imprudencia de las víctimas, ni porque el destino quiso que alguna
enfermedad terminal acabara con sus vidas.
Todos ellos fueron víctimas de la delincuencia, víctimas de
personas que no valoran la vida, ni la libertad, ni la propiedad ajena.
¡Y es mentira que están jugados y que no les importa que
los maten! Bien que cuando los detienen
llaman a algún abogado para que “los
saque” o cuando son heridos o caen muertos, reclaman “gatillo fácil” o exceso en la legítima defensa por parte de la
víctima.
Nosotros
somos las víctimas, no ellos. Pero también somos víctimas de algo aún peor,
de algo mucho más perverso. Somos víctimas
de lo políticamente correcto y del garantismo y del padre de estos dos monstruos,
el postmodernismo.
En nuestra ingenua bondad, dejamos que nos cambiaran el
foco de discusión fundamental de la convivencia, que es el análisis de qué es actuar
correctamente y qué no lo es (respeto al prójimo); para pasar al debate acerca
de qué tiene más valor, si la vida o la propiedad.
La vida en sociedad sólo es posible si existe (parafraseando
a Benegas Lynch) el respeto irrestricto por el otro y por su proyecto de vida,
y nuestro proyecto de vida incluye nuestra libertad y nuestra propiedad.
La justicia debería actuar para defender la vida, la
libertad y la propiedad de la víctima por sobre el delincuente, y no para
definir en abstracto qué vale más, si la vida o la propiedad, abstrayéndose de
quien agrede y quien se defiende. No
como con el detenido por el primer crimen descripto, Abril Bogado, delincuente
que gozaba del beneficio de la libertad asistida, a pesar de tener al menos
tres condenas en su haber.
Para finalizar transcribo parte del libro “El Imperio de la Decadencia Argentina
RECARGADO” en donde se puede leer: “El
uso monopólico de la fuerza que delegamos en manos del estado, le permite a
cada ciudadano enfocarse en su desarrollo personal, sin tener que distraer
esfuerzo alguno en proteger su persona y su propiedad de aquellos que no
respetan ni a una ni a la otra.
La
función del estado NO ES procurar el
bienestar de todos, la función del estado ES
el prevenir y repeler el ataque contra cada uno.
Los
linchamientos o el crecimiento en el uso de armas de fuego por parte de las
víctimas, no se deben a una imposibilidad estatal de resguardar a las personas;
se debe a su incapacidad, a su inoperancia y a una subversión del valor de la
cultura del mérito a la justificación de la necesidad dentro del imaginario de
lo políticamente correcto.
Las
reacciones violentas de las víctimas son una consecuencia, no una causa;
juzgarlas en forma aislada y descontextualizada sólo indica no comprender el
problema. Las personas de bien no andan por la vida deseosas de ver correr
sangre; las personas de bien comercian, negocian bienes y virtudes, reniegan de
la violencia y sólo recurren a ella en la desesperación y la desesperanza.
Decía
Juan Bautista Alberdi: “El Gobierno es una necesidad de civilización, porque es
instituido para dar a cada gobernado la seguridad de su vida y de su propiedad.
Esta seguridad se llama y es la libertad”.
Te extrañamos y necesitamos Juan Bautista.
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