El ¨karma¨ de la inflación en Argentina: 10 puntos para explicar por qué no se la puede derrotar
Carlos Arbía
Econoperiodista autor de Las Seis D que sacudieron a la Argentina y coautor de Los Buitres de la Deuda Trabaja en Infobae y America 24.
La inflación anual del 24,8
% del 2017 -informada por el Indec el jueves pasado- denota
el problema que tiene el Gobierno para poder reducir la tasa de inflación,
que en diciembre registró un 3,1 % mensual y se ubicó en el valor mas
alto del año. El Gobierno reconoció que que la inflación del 2017 fue alta:
"Sería fácil bajarla con una receta de ajuste" manifestó el titular
del Indec, Jorge Todesca, y admitió que el aumento de tarifas y las medidas
para estabilizar la economía y el área fiscal tienen su costo.
Pero, más allá de las
explicaciones que dio el Gobierno y del análisis que han realizado los
principales expertos económicos, es importante destacar un reciente trabajo del
economista Rodrigo Castiñeira de la consultora Econométrica para entender bien que
pasó hasta ahora y lo que podría pasar en adelante en caso
que el Gobierno repita las mismas recetas del pasado para bajar la inflación.
En ese estudio se pueden
rescatar 10 aspectos que sirven para explicar por qué las recetas para
bajar la inflación nunca sirvieron, con excepción al Plan de
Convertibilidad entre 1991 y 1998 y el Plan Austral de 1985 a 1987 .
El último ejemplo es la suba desde el 2007: cuando Guillermo Moreno
intervino el Indec el indicador se mantuvo en un promedio anual del 25 %,
llegando a un récord del 40% anual en el 2016.
1 – Lo primero que hay que destacar es que el origen de la inflación es
siempre el mismo y consiste en la monetización del déficit fiscal. Dicho de
otra forma emitir moneda sin respaldo para financiar ese déficit fiscal algo
que sigue haciendo este Gobierno.
2 – En los últimos 74 años, con los cambios de moneda el peso perdió
13 ceros y eso se explica por la monetización del déficit; pero en las últimas
7 décadas se recurrió a todo tipo de artilugio económico para frenar la
inflación, pero nunca atacar su origen. Eso provocó que
planes antiinflacionarios como el Plan Austral del 85, el Plan
Primavera del 87 y finalmente la Convertibilidad del 91 fracasaran.
3 – La Argentina vive con inflación desde 1945 y lo paradójico es
que antes de ese año, que coincide con la llegada del peronismo al poder,
nunca tuvo inflación. Los números indican que desde la Revolución de mayo en
1810 hasta 1944, la inflación promedio no superó el 3% anual pero desde el 45
en adelante la inflación es de dos o tres dígitos, excepto algunos episodios.
4 – El salto inflacionario se explica desde la creación del BCRA en
1935 ya que, luego de su creación, comenzó en la Argentina la
tentación aumentar el gasto público y financiarlo emitiendo dinero y que se fue
transformando en una especie de "enamoramiento" de varios gobiernos y
trajo la inflación a la economía. En 1945, cuando el BCRA cumplía su primera
década de existencia, el país comenzaba a vivir con una inflación de dos
dígitos para nunca más volver a la estabilidad monetaria, salvo en la
convertibilidad.
5 – En los procesos democráticos, los programas antiinflacionarios fueron
de tres tipos: fijar el valor del dólar, las tarifas y los demás precios en la
economía; pero sin frenar a la maquinita de la emisión monetaria que se
destaca en su mayoría en los periodos donde gobernó el peronismo.
6 – Esta combinación de "pisar precios" sin frenar
la creación de dinero provocó que la inflación aumentara y se crearan todo tipo
de mercados en negro. Como la inflación finalmente no se reduce, el
retraso del tipo de cambio o un dólar subvaluado termina "asfixiando"
a la economía y luego se produce la devaluación tan temida. La distancia entre
el "país real" y el "país virtual" culmina en una brusca
devaluación para acortar o anular distancias y que operen nuevamente las
señales de precios que permitan equilibrar los mercados.
7 – En esta nueva
dinámica, el BCRA busca absorber los mismos pesos que crea al financiar el
fisco con crecientes tasas de interés para contener la presión inflacionaria,
hasta que llega el momento en que la entidad bancaria entra en el terreno del
déficit cuasifiscal. Todo termina en devaluación para licuar gastos y pasivos
del organismo y achicar la asfixiante tasa de interés que buscaba contener los
precios.
8 – También se recurrió al endeudamiento
externo para frenar la monetización del déficit fiscal sin reducirlo. Esta fue
la estrategia que más éxito tuvo, al menos mientras duró el financiamiento
externo. Por supuesto, cuando se agota el crédito la inflación vuelve, y
usualmente con mayor virulencia dado que hay que bajar el consumo privado, no
sólo para financiar el gasto público, sino también los intereses de su deuda.Esto
es bastante parecido a lo que ocurre ahora con el actual modelo económico.
9 – Todos los programas
antiinflacionarios fracasaron porque ninguno reconoce el origen del problema,
que es la emisión de dinero para financiar el déficit fiscal que en el 2017 llegó al 4,2
% del PBI y se lo busca reducir al 3,2 % en este año.
10 – La aparición de teorías
bien criollas para evitar el problema y explicar por qué
hay que hacer un ajuste o tomar nuevas medidas. Inflación importada, inflación
de costos, inflación de demanda, inflación estacional, inflación estructural y
millares de explicaciones más, incluso el ciclo de stop and go y la
restricción externa.
Como síntesis, el trabajo describe que desde
1944 la Argentina ha tenido inflación de dos dígitos -como la que ha vuelto a
tener desde 2005- durante 44 años; de tres dígitos durante
15 años; y de un solo dígito sólo 13 años. Tuvo dos años -1989 y 1990-
inflación de cuatro dígitos llegando en julio de 1989 a superar el 5000% anual.
Además, detalla que el 80% de los
últimos 74 años la Argentina ha tenido una inflación entre 6 y 10 veces la
internacional. Pero Castiñeira señala que no es para
nada casual sino causal que, en el mismo período, más
del 90% del tiempo el Estado haya tenido déficit fiscal gastando más de lo que
recauda. La inflación en Argentina es un fenómeno fiscal y
en el 2017 la Nación quedó segunda en América Latina detrás
de Venezuela, con un récord del 2600 por ciento. El
ejemplo de la región este año fue Brasil con una tasa de inflación del 2,95%
anual.
Con respecto al actual
modelo económico varios economistas como José luis Espert, Javier Milei, Diego
Giacomini, Roberto Cachanosky, Rodolfo Santángelo, Daniel Artana y Fausto
Spotorno, entre otros, hacen hincapié que el principal problema es el que apunta
Castiñeira en su estudio; la emisión de moneda sin respaldo para financiar un
déficit fiscal muy grande producto de un gasto público impagable.
En referencia a la emisión
monetaria de este Gobierno los números muestran que en los primeros dos años el
BCRA emitió para financiar al Tesoro y acumular reservas unos 775 mil millones
de pesos. Para financiar el gasto público se emitieron unos 300 mil millones y
para duplicar las reservas, de 25 a 55 mil millones de dólares, se emitieron
unos 475 mil millones de pesos.
Esos $775 mil millones de
pesos, se esterilizaron con una emisión de unos $ 400 mil millones de Lebacs
por $400 mil millones, por lo que la base se expandió en $377 mil millones en
dos años. Ello implicó que la base monetaria creciera 27% en 2016 y 25% en
2017.
"Lo grave es que estos ritmos de emisión resultan
incompatibles con las exigentes metas de inflación que la institución se
impone. Más aún, la creación de dinero no la pudo contener aún elevando la
tasa al 30% a 30 días, poniendo en riesgo la actividad económica e incluso el
propio balance del BCRA, dejándolo a la puerta de la reaparición del déficit
cuasifiscal. En efecto, imponer crecientes tasas de interés por arriba de la
inflación, muestra que el BCRA estaba cayendo en la trampa de emitir para
financiar al Estado, e intentar contener su impacto inflacionario con
crecientes tasas de interés, que para peor, solo puede pagar devaluando para no
caer en el déficit cuasifical. Una pelea perdida" advierte el estudio de
Castiñeira.
Y, en ese sentido, describe
además que "las tasas altas frenan la inflación sólo si también se frena
la creación de dinero. Cosa que no sucedió en 2016 ni en 2017. Es como poner la
heladera al máximo, pero dejar la puerta abierta. No puede sorprender que la
inflación no enfría". Con respecto a la evolución de la inflación en 2018
el estudio describe que "si el BCRA quiere financiar al Estado y continuar
elevando las saqueadas reservas, la nueva meta del 15% se torna exigente para
ambos objetivos. Pero permite tasas más bajas que no atrasen aún más el dólar,
ni posterguen iniciativas de inversión"
El
trabajo se refiere también a la reciente modificación de las metas de inflación
del BCRA. "El anuncio de nuevas metas implica reconocer que se
emite para financiar al Estado y también para recomponer las saqueadas
reservas. Ambos objetivos imponen un ritmo de creación de
dinero, y en consecuencia de inflación, que no se logrará frenar elevando
constantemente las tasas. Menos cuando elevadas tasas obligan a devaluar para
que no reaparezca el déficit cuasifiscal. Por ello tasas
y metas tienen que converger a un sólo número" dice el estudio.
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