Trump vs el complejo industrial militar
Ricardo Valenzuela


“En los consejos del gobierno debemos estar en guardia contra la apropiación de influencia, delegada o no delegada, solicitada o no solicitada, por el complejo industrial militar. La posibilidad de una mala asignación de poder existe. No permitamos que ese poder atente contra nuestra libertad y nuestra república”.
 
Dwight Eisenhower
 

 
Hace unos días se cumplió el primer aniversario de la presidencia de Trump, y me gustaría hacer una pregunta ¿Cuántas de las predicciones catastróficas que se flotaron han emergido como realidades? Pregunto porque los “aborrecedores” de Trump habían anunciado una era más destructiva que la primera década del siglo XX, en la cual la humanidad se vio azotada por una racha apocalíptica en donde  desfilaban la Primera Guerra Mundial, la Revolución comunista de Rusia, la fatal  Revolución Mexicana, el nacimiento del Fondo de la Reserva Federal, cimientos que sentaron las bases para el desarrollo de un siglo de guerra, muerte, pérdida de libertad, economías anímicas, estatismo, destrucción de monedas.
 
Pero ¿Cómo se inició esa contagiosa rabia contra Trump?
 
Nunca en la historia de EU se había atestiguado un odio tan intenso como el desatado contra este hombre. Los ataques para destruirlo han sido implacables y constantes desde que anunciara su candidatura, hasta estos momentos ya como presidente. El verdadero motivo de esta campaña que pretende destruirlo, no son los que citan en todos los cafés y cantinas en México, ni el muro, es su oposición a los demoniacos planes de la elite en su agenda del nuevo globalismo. Una elite que pretende organizar el mundo como un solo sistema planetario, luego, con ellos a la cabeza, controlar todo lo que representan las instituciones que se han creado durante milenios.
 
Los globalistas piensan ser superdotados y por eso pretenden establecer su dictadura al resto de la humanidad. Y cuando Trump habla de construir un muro, o establecer prohibiciones a viajeros de ciertos países, montan en cólera pues ellos promueven un mundo sin fronteras. Igualmente se enfurecen cuando Trump habla de modificar acuerdos comerciales, porque ellos los han estado utilizando para, poco a poco, integrar al mundo en una sola economía bajo su control. Cuando Trump ataca al Islam, de nuevo explota su furia porque el Islam es un componente básico y especial de la religión mundial que piensan establecer, controlada por ellos.
 
Durante algún tiempo estos globalistas navegaron en un mar en calma, viento en popa y sin opositores, pero recientemente se les han presentado problemas y los han hecho retroceder. La Gran Bretaña abandonó la Unión Europea, y la elección de Trump fue algo que nunca debiera haber sucedido, eso los ha confundido, los ha frustrado, y los ha obligado a salir de las penumbras para activar acciones más agresivas.
 
Esta es la razón por la cual la palabra globalista ha tomado un nuevo sentido, y la gente la usa con más frecuencia sin que se les etiquete como orates de las conspiraciones, pues ahora ya tiene claro lo que significa y lo que pretenden. Donald Trump proyectó su agresiva oposición al globalismo como uno de los temas claves de su campaña. Trump fue su opositor cuando Hillary era su promotora. Hay que entender que Globalismo es mucho más que el concepto geográfico que hace años se manejaba, orientado básicamente hacia el comercio mundial. Ahora es un movimiento espiritual diabólico que apunta al corazón de la humanidad para lograr su control y sumisión. Pero desgraciadamente son muy pocos los que lo han entendido.
 
¡La caja chica de los globalistas son los departamentos de defensa y las guerras!
 
El odio que cobijan los Republicanos en contra de Trump, es porque el Terminator del partido, Karl Rove, no pudo eliminarlo de la contienda y, a pesar de sus millonarios ataques, les sacaba la candidatura de la bolsa ante los lloridos de McCain, Romney y muchos otros. ¿Cómo se inició este enfrentamiento? En uno de los debates Trump hizo una declaración que encendió los focos rojos. Cuando expresaba que, como hombre de negocios él se dedicaba a comprar favores del congreso, es decir, el donaba por igual a republicanos y demócratas comprando lo que el congreso vendía, favores políticos. Así dirigía la mirada de los votantes hacia el enorme elefante en la sala de la política, que todo mundo pretendía no ver.
 
Pero los focos rojos, ante la seria posibilidad de una victoria de Trump, ahora se convertían en ataques de pánico y se requería la estrategia para evitar fuera electo. Cuando se acercara la fecha de la elección y Trump pasara de una denuncia general, a los detalles de su proyecto para desconectar al congreso de los dineros buscando favores, de inmediato la media dominante y la elite política iniciaron sus ataques denunciándolo como un fascista, un payaso y un desastroso engaño. Trump, ya como presidente, ha ya iniciado ese programa especial para frenar al congreso en sus tradicionales manotazos al presupuesto de defensa, y el dinero público que los profesionales del lobby pueden perder es algo inimaginable, y no están dispuestos a cruzarse de brazos.
 
Hablamos de cantidades que inclusive, son difíciles de contabilizar. Pueden ser más grandes que los intereses corporativos que promueven todas las guerras. La tajada de esos dineros que pueden perder los grandes Lobbies de los globalistas, solamente en el departamento de defensa se contabilizan en $2, 000, 000,000 diarios, sin contar las nuevas guerras a las que Trump se opone tajantemente. Pero esos recortes de cientos de billones de dólares de fondos públicos que sufrirán todas las grandes corporaciones, no terminan ahí. Pasan luego a golpear a todas las grandes corporaciones internacionales que mantienen sus mangueras conectadas a la Tesorería, a los bolsillos de los causantes en EU y, en especial, a los bolsillos del trabajador americano. En los últimos 10 años los contratos que el pentágono ha celebrado con particulares, llegan a $1.5 trillones.
 
Antes las guerras eran para enriquecer a los reyes arrebatando territorios a otros pueblos. Hoy día las guerras son para enriquecer a esa elite colgado de las tetas del pentágono. Pero los ataques contra Trump, son para evitar el poner sobre la mesa de discusión los blancos en su mira—el largo e insaciable proceso de abuso al país de parte la globalización corporativa, y el enriquecimiento sin límites de las elites incrementando sus fortunas a costa de los cofres públicos y el empobrecimiento de la gente. Esa furia es lo que ha unido al establecimiento político de ambos partidos. Y para ellos no existen los límites en la difamación y el abuso, incluyendo su familia. Pero el verdadero motivo de su odio permanece desconocido para la mayoría de la gente.  
 
La elite global tuvo una serie de éxitos promocionando valores, sistemas, y leyes anticristianas alrededor del mundo. Ya controlan la media, controlan Hollywood, los sistemas de educación, y controlan a la mayoría de los políticos. Controlan el FMI, el Banco Mundial, el FED. Ellos pensaron estar listos para iniciar la fase final de su agenda, pero de repente aparece Donald Trump para detener su marcha. Trump es un gran peligro para esos gigantescos intereses públicos, pero ellos no se van a detener ni desaparecer. Continuaran sus esfuerzos para destruirlo, aun si ello requiere provocar un caos mundial.
 

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