Seguridad en Argentina: La demagogia del espasmo
Ariel Corbat
Abogado (UBA), republicano, unitario y liberal. Coautor de "Uso y abuso de las corbatas" y "Teoría romántica del derecho argentino" (El Himno Nacional como expresión de la Norma Hipotética Fundamental). Brindó servicios en la Secretaría de Inteligencia desde 1988 hasta su renuncia en 2012. Escribe en el blog La Pluma de la Derecha".
En la República
Argentina no hay periodismo especializado en seguridad pública. Una pena,
porque sobre algunos temas prefiero leer a publicar.
Durante el régimen
kirchnerista las políticas de Defensa y Seguridad tuvieron un denominador
común: el odio visceral a los uniformados.
Como evidencia basta
mencionar que Nilda Garré ocupó el Ministerio de Defensa desde el 2005 hasta el
2010 y luego el Ministerio de Seguridad hasta el 2013. Su contribución a la
indefensión e inseguridad de la Argentina hizo eje en desmoralizar el elemento
humano de las Fuerzas Armadas y de las Fuerzas de Seguridad respectivamente, al
punto de lograr un inédito alzamiento de gendarmes y prefectos. El resto de los
monigotes ministeriales como Agustín Rossi, Arturo Puricelli y María Cecila
Rodríguez completaron la faena.
El proyecto de
corrupción estructural impulsado por Néstor Kirchner y Cristina Fernández, un
totalitarismo inspirado en Laclau, requería sostener fracturada por
antagonismos irracionales a la sociedad; lo que lograron empantanando al país
en los rencores de la Guerra Antisubversiva. Todo lo que llevaba uniforme fue
tratado como resabio de la vieja dictadura, vilipendiado y sometido a escarnio
público. De esa degradación no se salvaron ni siquiera los agentes del Servicio
Penitenciario, obligados a tolerar las murgas del "Vatayón
Militante".
Mientras saqueaban con
"exhtasis nestoriano" toda caja que podían asaltar, revivían para la
gilada y en modo de farsa prolongada la triste, pero al menos corta, revancha
que se dieron en el 73 bajo esa desgracia de dos meses que fue el gobierno de
Cámpora.
A su caída en las
urnas, el régimen kirchnerista dejó las Fuerzas Armadas reducidas a la
inoperancia, las Fuerzas de Seguridad carentes de proactividad institucional y
el Sistema de Inteligencia Nacional literalmente colapsado. Un país en el que
Aníbal Fernández pudiera cancherear, con la soberbia de creerse dueño del
destino de los argentinos, era incompatible con la profesionalidad en las
instituciones del Estado.
La postal del
mamarracho en materia de Investigaciones y Seguridad la dio la muerte del
Fiscal Alberto Nisman, con gente como el Secretario de Seguridad Sergio Berni
quien no tenía nada que hacer dentro de un departamento objeto de pericias.
Es importante
comprender lo que en materia de Seguridad recibió el gobierno de CAMBIEMOS,
para analizar objetivamente la gestión de Patricia Bullrich.
Comparada con sus
antecesores lo de Bullrich es notablemente bueno, ha sabido cambiar el trato y
la consideración hacia las Fuerzas de Seguridad, permitiendo el desarrollo
profesional e incluyendo una cierta mejora en los haberes de quienes, para
Cristina Fernández, no eran más que mano de obra barata por seguir una vocación
de servicio. Bullrich, además, ha dado muestras de estar dispuesta a
respaldar las FF.SS. y bancar la presión
como muy pocos políticos lo hubieran hecho.
Esa reversión del
maltrato levantó las restricciones que las Fuerzas de Seguridad tenían y/o
sentían tener para actuar de motu propio, proactivamente, en el ámbito de sus
incumbencias profesionales. Respondieron muy bien a ese estímulo, que por otra
parte (me consta) estaban esperando con la angustia de quien cuestiona su
utilidad mientras ve deteriorarse a su institución.
Y los resultados
positivos quedan a la vista gracias a los incansables tweets de la ministro
dando cuenta de detenciones, decomisos que, en el afán de publicitar logros,
terminan siendo también un instructivo para que los delincuentes sepan más de
lo conveniente...
Lo que no se aprecia en
la gestión de CAMBIEMOS personalizada por Bullrich es un plan de seguridad. No
tener plan es, decididamente, un error estratégico; y los errores estratégicos
no se corrigen con aciertos tácticos. Un slogan de campaña electoral, como
"Argentina sin narcotráfico", puede enunciar un objetivo de gestión;
pero para realmente ser una meta a alcanzar necesita de un plan.
Dejar que las fuerzas
hagan, aunque se las aliente y respalde, no constituye un plan. Y para poder
planificar, inexorablemente, se precisa contar con Inteligencia. Lo grave es
que aunque el Ministerio de Seguridad contiene a la Dirección Nacional de
Inteligencia Criminal (DNIC), inexplicablemente Patricia Bullrich la mantiene
acéfala desde el comienzo de su gestión. Un conductor que no utiliza y optimiza
todos los recursos a su alcance, sencillamente no es un conductor.
Así las cosas, lo que
en mera contraposición al kirchnerismo es de apariencia brillante, puesto en un
contexto de racionalidad es una gestión de claroscuros; con tendencia a
estabilizarse como mediocre en la medida que, por el transcurso del tiempo, se
aleje el recuerdo del lamentable punto de inicio.
La promocionada acción
antidrogas es meramente reactiva y de contención, por lo que la falta de
Inteligencia Criminal impide analizar el aluvión de drogas que se evidencia en
el aumento de las cantidades de estupefacientes secuestradas, de tal modo que
se celebra lo que en realidad es alarmante. Punto en el que no me voy a
extender porque hay cosas que no deben hacerse públicas.
La ausencia de un plan
maestro de seguridad se refleja también la ausencia de planes especiales, como
los que deberían guiar la intervención de fuerzas federales en territorios
provinciales. Un operativo de esas características que no contemple como
objetivo que la policía provincial retome el control territorial termina siendo
un parche que acarrea más problemas y ninguna solución.
Cuando no hay
Inteligencia apoyando al decisor prima la voluntad sin método y el desorden que
representa hacer y deshacer. Señal de ello es que la heredada estructura
burocrática del Ministerio de Seguridad no refleja coherencia funcional para
llevar adelante ningún Plan de Seguridad Nacional, pero en lugar de plantearse
una reformulación general que le diera impronta agresiva en pos de la
funcionalidad, se opta por el parche y el remiendo.
Sirve de ejemplo la
creación de la Secretaría de Fronteras a través del Decreto 15/2016. La
iniciativa atribuía importancia a las
zonas de frontera, principalmente en la lucha contra el narcotráfico. Luego, la
aparición pública del conflicto RAM a través del Caso Maldonado vino a ratificar
la consideración especial que merece el cuidado integral de la frontera frente
a grupos violentos y secesionistas. Pero
en lugar de consolidar esa Secretaría, creada por un Decreto del Presidente
Macri, cuando las problemáticas trasnacionales apuntalaban la necesidad de una
mayor atención se decide desjerarquizarla para bajarla al rango de
Subsecretaría.
Esa decisión provocó la
renuncia del Secretario de Fronteras, Luis Green, por considerarla un
"error político de gravedad". Debo decir que la renuncia de Green es
un bello gesto. Los funcionarios deben ser de convicciones serenas y renuncias
nerviosas. Dos requisitos indispensables para obrar con lealtad. Alguien podrá
decir que elogio a Green por elogiar mi propia renuncia, vale, pero alrededor
de Patricia Bullrich hay algunos obsecuentes que, con tal de seguir en sus
cargos, le palmearían la espalda al borde de un precipicio.
Todavía pesa en la
sociedad argentina la inercia de la lógica amigo/enemigo instalada por el
kirchnerismo. Esa afectación de la racionalidad nos hace presa fácil de la
demagogia del espasmo y los consejos del encuestador; por lo que un día la Gendarmería impone
autoridad en las calles y al siguiente se deja que la Policía de la Ciudad sea
lapidada durante horas en inmediaciones del Congreso. En un país que perdió la escala de grises,
toda discusión corre el riesgo de plantearse en término de blanco o negro. Así
el policía Chocobar es visto como héroe o asesino, cuando posiblemente no es
ninguna de las dos cosas. Perdura el fanatismo; impermeable al sentido
constructivo de la observación crítica y que de no estallar en insultos se
contenta con la ignorancia.
Por ello aclaro:
integro CAMBIEMOS desde Unión Por la Libertad (UPL), pensando pues en lo que
resta para completar el mandato del Presidente Macri, el gobierno debería
advertir que la enorme y combativa voluntad de la ministro Bullrich no alcanza
a cubrir sus deficiencias técnicas y que la táctica no puede solucionar los
errores de la estrategia; mucho menos su ausencia.
Sin estrategia, sin
plan propio, pareciera que el viaje de la Ministro Bullrich a los Estados
Unidos, en compañía del Secretario de Seguridad Interior Gerardo Milman (a
cargo de la DNIC), del Director Nacional de Cooperacion Regional e
Internacional Gastón Schulmeister y del agente del FBI Paul Brighman, tiene por
objetivo no tanto una sana y necesaria cooperación como dejar que otros piensen
y, por ende, decidan por nosotros.
Algunos, extrapolando
experiencias de negocios, creen que la Seguridad, la Defensa y la Inteligencia
del país se pueden mejorar adquiriendo una franquicia. El problema, para
decirlo jocosamente, es que Mc Donalds les va a enseñar cómo hacer un Big Mac,
pero no sabe de Choripán. Y el chimichurri, al igual que la pólvora, ya está
inventado hace mucho tiempo...
Anunciar que la
ministro Bullrich trae de Estados Unidos el compromiso de crear pronto una
“task force” contra el crimen internacional y el narcotráfico para el Noreste
argentino, con participación de analistas de inteligencia de la DEA, mientras
se desjerarquiza la Secretaría de Fronteras y la DNIC sigue acéfala, es, por lo
menos, desprolijo. Muy, pero muy, desprolijo.
Últimos 5 Artículos del Autor
.: AtlasTV
.: Suscribite!
Dejanos tu email y recibí novedades y todo lo que te podemos ofrecer!