Graduar en buenos hábitos, tarea de todos
Juan María Segura
Experto en innovación y gestión educativa. Autor de "Yo qué sé".
Ahora que sabemos que
en la escuela argentina (pública o privada, rural o urbana, común o especial,
de aquí o de allá, primaria o del ciclo que sea) los chicos aprenden poco y
mal, la opinión pública finalmente está tomando cartas en el asunto. Parados sobre
los datos de la calidad de los aprendizajes mostrados desde el Operativo
Aprender, finalmente se conoció ese secreto guardado bajo siete llaves por
razones exclusivamente políticas, dejando en evidencia uno de los grandes
fracasos político-culturales de las últimas décadas. ¡Los cientos de miles de
datos provenientes de las escuelas de todo el país finalmente hablaron! Ya no
hay donde esconderse, felizmente.
Esta novedad educativa,
con datos por un lado y una opinión pública alerta e informada por otro,
disparó un proceso generalizado de rasgado de vestiduras por parte de los
responsables del sistema. Con argumentos más o menos elaborados,
justificaciones más o menos creíbles, y propuestas más o menos audaces,
funcionarios y profesionales de la educación han salido masivamente a esquivar
las balas, mientras simulan comprender la gravedad de la situación. Esta puesta
en escena mediática y discursiva, que acorrala a los improvisados y asfixia a
los opinólogos, por el momento ha hecho hincapié casi exclusivamente en el tipo
de aprendizajes de los alumnos. Qué y cómo aprenden los alumnos es el nombre
del juego. Si las matemáticas, el aprendizaje por proyectos, la robótica, las
estrategias de alfabetización en lectocomprensión, el inglés, el
emprendedorismo y las pasantías, por un lado, y si las competencias sociales,
emocionales, éticas, cognitivas y de pensamiento, por otro lado. Es un debate
imprescindible, sin dudas, pero me pregunto si es el único al que deberíamos
prestar atención, si es el lugar en donde se debería catalizar toda nuestra
energía y capacidad colectiva.
Las políticas
educativas de una Nación no solo generan aprendizajes, buenos o malos, sino que
principalmente generan (o deberían hacerlo) buenos hábitos que van más allá de
la propia escuela. Si bien es cierto que los aprendizajes de calidad suelen
estar asociaciones a buenos hábitos, son independientes unos de otros y estos
últimos transcienden al propio acto de escolarización.
La habituación con un
quehacer cotidiano beneficioso es una idea central de cualquier estrategia
particular de escolarización, pero también del proceso educativo y cultural de
un país, y de la propia construcción de la idea aspiracional de ciudadanía, de
un ciudadano responsable. El respeto por la ley y la adecuación pacífica a una
norma, por ejemplo, nacen del hábito y costumbre de la vida en comunidad, y son
posteriores a ella. Por lo tanto, ameritan de nosotros una habituación a su
uso, un acostumbramiento, una internalización conductual en su práctica. Las
leyes como principio, aun cuando incomoden, cuesten y de vez en cuando fallen,
son concesiones que realizamos de manera consciente para favorecer la
realización de proyectos individuales y colectivos. Por ello es importante que
aprendamos a entenderlas, interpretarlas, cumplirlas y desearlas desde
pequeños, mientras desarrollamos nuestras primeras rutinas, hábitos y
aprendizajes. De la misma manera, no se puede amar sin el hábito de cultivar
ese amor, ni crear sin el hábito de probar una y mil veces, ni progresar sin la
persistencia que demanda semejante empresa. Uno no se cae de la bicicleta ni se
hunde en la piscina sino gracias el dominio de técnicas y estrategias adquiridas
solo por el hábito y la práctica. En el hábito existe una intención consciente
(deseo hacerlo) y una persistencia en el tiempo (lo hago) que, cuando se
aplican a acciones positivas generan virtuosismo, y cuando lo hacen a acciones
negativas devienen en vicios.
Los niños en condición
de aprendices son llevados de la mano durante años a través de un proceso
previsible y repetitivo en el que intervienen no solo maestros y directivos
escolares, sino toda una sociedad que funciona por afuera de la escuela, y que
la aloja. En ese mundo externo al acto propio de escolarización, los padres y
las madres tienen un rol clave abonando esa rutina diaria de hábitos previos
(uniformes, mochilas, higiene, alimentación) y posteriores (tareas, cuidado de
los materiales de estudio, organización y planificación de las jornadas
siguientes). Adicionalmente, ellos deben hacer inteligible ese proceso
repetitivo, vinculándolo con la idea de rutinas virtuosas que faciliten el
crecimiento sano del niño y que favorezcan su proceso madurativo. Al final de
cuentas, graduar a un alumno con buenas notas y con aprendizajes significativos
es casi tan importante como graduarlo en buenos hábitos y rutinas.
Está más o menos claro
que, si el chico no aprende bien el proceso fotosintético, esa falla
seguramente provenga de su clase de biología o botánica. Pero si no logra
organizar su actividad escolar semanal cuando está en grado 10, ¿de quién es la
culpa? Las rutinas, transformadas en hábitos y afianzadas como virtudes, son
tarea y responsabilidad primaria de padres, madres, tutores y adultos, y no del
docente de biología, que solo tiene al chico enfrente 45 minutos por semana.
Son los actores adultos externos al acto propio de escolarización quienes debe
acompañar a los chicos en el largo proceso de graduarlos en buenos hábitos,
haciendo de estos los mejores aliados del trayecto escolar.
Es cierto que los
chicos deben graduar doctos (dominadores de un saber particular gracias a su
estudio), pero casi más importante es que sean virtuosos, aún al costo de
sacrificar ciertos saberes. Si nos ponemos de acuerdo como sociedad en este
punto, entonces habremos dado un gran paso. Es muy complicado poner de acuerdo
a toda la clase política respecto de tal o cual reforma educativa, y luego
reorganizar docentes, gremios, escuelas, manuales, NAPs, etc. Por el contrario,
no debería ser tan complicado que como sociedad acordemos 2 o 3 virtudes con
las que querríamos comprometernos en la educación de nuestros hijos. Se lo dejo
como tarea para el hogar, pruebe llevando este plantea a la sobremesa de su
hogar, y luego nos cuenta.
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