España: Sánchez rodeado
Carlos Rodríguez Braun
Catedrático, Universidad Complutense de Madrid. Miembro del Consejo Internacional de Fundación Atlas para una Sociedad Libre.


Pedro Sánchez está rodeado de apreciables enemigos de nuestros derechos y libertades: los nacionalistas y la extrema izquierda populista. Incluso si no estuviera rodeado por nadie, él mismo ha dado señales de que puede ser un peligro para las trabajadoras —a partir de ahora, cuando la melosa retórica políticamente correcta de Sánchez puede superar incluso a la de Zapatero, en vez de hablar de “trabajadores y trabajadoras”, como hacen los supuestos progresistas, apostaré directamente por la discriminación positiva. Las trabajadoras, en efecto, pueden sufrir nuevamente recortes en sus derechos. Lo ha anunciado el propio flamante presidente del Gobierno en el Congreso, cuando expresó un anhelo personal: como hombre de izquierdas, aseguró que a él le gustaría que el gasto público en España trascendiese el aparentemente reducido umbral del 38% del PIB para llegar a la media europea, que es unos dos puntos mayor.

Esto, naturalmente, no es ninguna originalidad del presidente Sánchez, porque el recelo a la libertad es transversal en todas las variantes de la izquierda, desde la más vegetariana a la más carnívora. Pero de lo que no puede caber la menor duda es de que no hay manera de subir el gasto público nada menos que dos puntos del PIB sin castigar a las trabajadoras. Todo el discurso demagógico de los antiliberales, que juran que se puede aumentar el gasto persiguiendo sólo a “los ricos” es una filfa.

Ahora bien, siendo esto una pésima noticia para el conjunto de las contribuyentes, resulta que el presidente, por fortuna, también está rodeado de otras cosas mejores. El hecho mismo de haber agrupado en su torno a tantas fuerzas distintas podrá limitar sus ímpetus usurpadores. Otro tanto cabe conjeturar, con matices, del Presupuesto aceptado y de su europeísmo. Y, por fin, otro tanto vale para lo que más le importa a Sánchez: lo rodea un horizonte electoral, que él intentará empujar hacia adelante todo lo que pueda, pero que, al revés de los horizontes de verdad, no es indefinido.

Esto significa que aunque quisiera acosar a las trabajadoras con más impuestos ahora mismo, igual que si quisiera ceder sin reparos a las pretensiones tanto de los nacionalistas como los extremistas de Podemos, eso se le volvería en contra políticamente, y perdería algo más del menguante apoyo electoral que conservan los socialistas. No puede correr ese riesgo.

En suma, que aunque nos dejará exhaustos con sus proclamas populistas, aunque insistirá en que es urgente crujir a las trabajadoras con más impuestos para “luchar contra las desigualdades”, o contra el clima, o contra lo que sea, las posibilidades concretas de que les perpetre unos daños muy cuantiosos quedarán limitadas. Dios, que a todos nos rodea, así lo quiera.

Este artículo fue publicado originalmente en Expansión (España) el 5 de junio de 2018 y Cato Institute.
 

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