¡Señores, a cambiar!
Enrique G. Avogadro
Abogado.
"Los hombres se cansan de su propio entusiasmo".
Hilaire Belloc
Trataré, esta vez, hacer propuestas constructivas,
algunas bastante sencillas, a un Gobierno al que, sin arrepentimiento, elegí.
Comienzo por el propio Mauricio Macri: aprovechando la excelente consideración
que tiene su gestión en el mundo, reconstruya simultáneamente todo el sistema
ferroviario nacional, de pasajeros y carga, y concesiónelo; se trata de un
elemento fundamental para el desarrollo del país, sea por la imprescindible
reducción en los costos logísticos, sea por la conservación de la maltrecha
infraestructura vial, sea por la protección del medio ambiente. China, por
ejemplo, estará dispuesta a acompañarlo en esa tarea. Tuvimos, años ha, 47.000
kilómetros de vías férreas, y hoy sólo quedan 6.000; el peronismo, en su etapa
menemista, fue el responsable de su sistemática demolición. Si esta
recomendación fuera escuchada, miles de argentinos sin preparación, y muchos
que la tienen, encontrarían trabajo de inmediato, en un momento especialmente
complicado para el empleo, y se reactivaría la industria de la construcción.
Al Ministro de Modernización, Andrés Ibarra: soy
consciente de la imposibilidad legal de despedir a los cientos de miles de
inútiles premiados por el kirchnerismo con empleos públicos a costa de nuestros
impuestos; más, si le sumamos el duro presente de la economía y la consecuente
dificultad para que ese personal superfluo sea absorbido por un mercado de
trabajo menguante. Le sugiero, simplemente, seguir pagándole el sueldo pero
mandarlo a casa; ahorrará problemas (actúan como quintacolumna) y dinero (café,
teléfono, robos hormiga, ocupación de espacio, etc.) y mejorará la atención al
ciudadano; además, tendrá menos presión a la hora de negociar los aumentos de
salarios.
A Carolina Stanley, cuyo cargo -Ministra de Desarrollo
Social- no envidio, le pido que avance en la bancarización de todos, todos, los
planes y subsidios sociales. Resulta indispensable para terminar con los
punteros que los intermedian y que, con amenazas, arrean a los más pobres a los
piquetes cuyos objetivos ignoran y que nos torturan a diario. Tiene, pese a las
malintencionadas afirmaciones de Monseñor Jorge Lozano, la sensibilidad
suficiente para tomar a su cargo las actualizaciones que correspondan, sin
necesidad de negociarlas, bajo extorsión, con los caudillos kirchneristas que
sólo buscan medrar, económica y políticamente. Y controlar que esos beneficios
tengan efectiva contraprestación laboral y educativa.
A Jorge Triaca, Ministro de Trabajo, le sugiero que
deje de tener contemplaciones con los caciques sindicales, entronizados en sus
cargos desde hace décadas. Avance con auditorías integrales sobre todas las
organizaciones, sean o no amigables, puesto que muchas de ellas se han
transformado en verdaderos emporios económicos de propiedad de sus caudillos,
que cometen todo tipo de delitos y tropelías para conservar el poder. Sé que el
riesgo es alto, especialmente ahora, ya que podrían acceder al control
elementos trotskistas, pero la historia de los últimos setenta y tres años
prueba que puede ser peor la permanente extorsión a la que los actuales
dirigentes "de derecha" han sometido a la sociedad.
A Claudio Avruj, Secretario de Derechos Humanos, le
exijo que, como prometió el Presidente de la Nación, termine con el
"curro"; debe dar a conocer, sin más, la lista completa de quienes
hayan recibido indemnizaciones del Estado por la presunta violación de sus
derechos. Hemos gastado por ese concepto cifras siderales, que superan los tres
mil millones de dólares, y merecemos, aunque sólo sea como contribuyentes,
conocer el destino de esos fondos. Y, por supuesto, debe dejar de actuar como
querellante en las pantomimas que, bajo la forma de amañados juicios de lesa
humanidad, siguen persiguiendo a los militares de los 70's por el sólo hecho de
haber vestido uniforme; debiera darle vergüenza que sus subordinados aplaudan
que se le deniegue la prisión domiciliaria a los presos políticos, mientras se
concede a tipos como Facundo Jones Huala, el violento mapuche separatista, cuya
extradición a Chile ya debiera haberse otorgado.
A Germán Garavano, Ministro de Justicia, le recomiendo
acelerar en la cobertura de los cargos judiciales, una vez que reciba las
ternas que debe envíarle el Consejo de la Magistratura, para mejorar
el mal servicio que hoy presta el Poder Judicial a la comunidad, y seguir
insistiendo en la creación de nuevos juzgados federales en lo criminal y
correccional, para evitar que las veletas togadas que acompañan los vientos
políticos desde Comodoro Py sigan haciendo de las suyas.
A Patricia Bullrich, Ministra de Seguridad, cuya
gestión aplaudo de pie, le pido que aplique a rajatabla, junto al Gobierno de
la Ciudad, el protocolo dispuesto para el ejercicio del derecho a la protesta
en el espacio público, y avance en la denuncia judicial de las actitudes
subversivas, provengan éstas de los organismos de derechos humanos, de las
organizaciones sociales (las intensificarán a fin de año) o de los araucanos. E
impulse fuertemente la sanción de la "ley de derribo", un elemento
fundamental que ha probado su eficacia disuasora en la lucha de Brasil contra
el narcotráfico.
A Oscar Aguad, Ministro de Defensa, le sugiero
explicar muy claramente el nuevo diseño de las fuerzas armadas, para adecuarlas
a un escenario en el que ya no existen hipótesis de conflicto con los países
vecinos ni se justifica el despliegue territorial que resultó indispensable
para la integración del territorio nacional en los albores del siglo XX. Pero,
también, que medite sobre qué garantías ofrecerá al personal militar para
evitar que corra la suerte de los dos mil ancianos que hoy se pudren en las
cárceles de todo el país por cumplir las órdenes del Poder Ejecutivo; debiera
conversar ya mismo con sus pares para poner fin a esa inicua persecución, so
pena de ver desobedecidas las instrucciones que imparta.
A Alfredo Rubinstein, Ministro de Salud, sólo que
renuncie. No puede permanecer en su cargo después de no recordar haber prestado
el juramento hipocrático ni, menos aún, luego de impulsar tan fuertemente la
ley del aborto; que un médico, cuya misión natural es salvar vidas, se
manifieste a favor del asesinato resulta demasiado ominoso.
A Hernán Lombardi, titular del Sistema Federal de
Medios, le pido que, sin recortar la libre expresión que reina hoy en la
televisión y en las radios oficiales, haga dos cosas: exponga claramente las
obras que el Estado está realizando en todo el país y no permita que desde esas
plataformas, que pagamos con impuestos, se siga insultando a las autoridades
que hemos constitucionalmente elegido. Una cosa es la libertad y otra, muy distinta,
son las manifestaciones destituyentes del obsceno "club del
helicóptero".
A Alejandro Finocchiaro, Ministro de Educación, le
encarezco escuche los consejos de Alieto Guadagni, un hombre esencial a la hora
de la planificación que esa materia requiere en todos sus niveles.
Como dije, algunas de estas sugerencias son
importantes y, otras, bastante elementales pero, si se siguieran, creo que el
humor de la sociedad, hoy triste y pesimista, mejoraría enormemente.
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