Rusia y la reforma impositiva
Antonio Margariti
Asesor Económico de la Bolsa de Comercio de Rosario y autor
del libro “Impuestos y pobreza. Un cambio copernicano en el sistema impositivo
para que todos podamos vivir dignamente”, editado por la Fundación Libertad de
Rosario.
Entre 1999 y 2001, Rusia conducida por Boris
Yeltsin vivía una severa crisis política y económica. Al suspender el FMI la
entrega de préstamos acordados, la situación se agravó tanto que uno de los
asesores de Yeltsin llegó a sugerirle su dimisión.
Para completar el negro panorama, el Parlamento con
mayoría comunista, solicitó que el primer ministro designado, Viktor
Chernomyrdin, retire su candidatura, con lo cual la oposición se acercó a una
confrontación definitiva contra el presidente Yeltsin. La situación era tan
precaria como en 1991 cuando implosionó el modelo marxista-socialista.
El entonces
subdirector del FMI, Stanley Fischer, anunció que el organismo postergaría
hasta octubre de 1998 la entrega de préstamos aprobados: “los rusos tienen mucho que hacer antes de que se les pueda volver a
entregar dinero”, sentenció Fischer.
Pero la situación era tan acuciante que en julio de 1998 el FMI dispuso un nuevo crédito de u$s 22.600 millones para auxiliar la tambaleante economía rusa y anticipó una entrega de u$s 4.300 millones mensuales para pagar sueldos y jubilaciones. “A estas alturas, no hay gobierno en Rusia, y por tanto es muy difícil determinar una política sensata en ese país”, dijo Stanley Fischer CEO del FMI.
La crisis era tan grave que el gobierno ruso pidió
al Director Ejecutivo Michel Camdessus que le designara un consultor de
prestigio internacional para saber cómo resolver el problema fiscal y
monetario, mediante una especie de plan Marshall o programa de salvamento.
El técnico en cuestión fue el ex ministro argentino
Domingo Felipe Cavallo quien se convirtió en asesor del Kremlin a fines de
1998, intentando frenar la debacle financiera que sacudía al país. La Duma
(Cámara baja) aprobó la presencia de Cavallo y requirió terminar de una vez por
todas con una crisis que devoraba al país al ritmo de ráfagas inflacionarias y
que en dos meses dispararon el índice de precios de un 0,2% al 15% mensual con
proyecciones superiores al 40 %. Como había caído la demanda de moneda
rusa, el rublo parecía de madera y los obreros se sublevaban al cobrar en una
moneda despreciada. El plan debía producir un shock de confianza y revivir una
moneda que perdía valor diariamente.
En un discurso público, el primer ministro Chernomyrdin puso mucho énfasis en la experiencia argentina y presentó como muy positivo el apoyo de Domingo Cavallo, con lo cual se interpretó que el programa ruso era igual a la convertibilidad con tipo de cambio fijo, como se había implantado en Argentina. Pero no fue así y la situación siguió desmejorando.
A fines de 1999 Boris Yeltsin tuvo que renunciar
siendo elegido presidente interino Vladimir Putin quien ganó ampliamente las
elecciones al año siguiente. Por inercia, al principio de su gestión las cosas
seguían mal. Muchos políticos, que añoraban el pasado soviético, propusieron un
regreso a la economía stalinista dirigida por el Estado pero Putin se opuso a
esa salida advirtiendo que no volvería a restaurar el modelo socialista porque
había fracasado y hundido a Rusia en la decadencia.
Finalmente y sin mérito de su parte, la economía
rusa se encontró, en el año 2000, con el final del calvario por la explosiva
alza del precio del gas y del petróleo. Pudieron recuperar paulatinamente sus
exportaciones gracias al financiamiento alemán de varios gasoductos y
oleoductos que suministraron combustible a la Unión Europea, pletórica de
dinero gracias al Euro. Para los rusos, el gas y el petróleo fueron como la
soja para los argentinos. Empero, pese a todo persistía una enorme huida de
capitales.
Viendo el incontrastable ejemplo de Estonia y los
países bálticos, en el año 2001 Vladimir Putin decidió restaurar la economía
rusa en franca decadencia, con ciudades desquiciadas, el sistema ferroviario en
ruinas y sin mantenimiento, las fuerzas armadas con armamento obsoleto, la
flota sin navegar escondida en el mar Caspio, los silos subterráneos con ojivas
nucleares oxidados y a punto de saltar, huida de capitales fugándose al
extranjero, deficiente sistema de comercialización, inflación incontenible y un
anticuado parque industrial que no podía exportar a ningún país. Impuso
autoridad y orden, declaró el default y propuso un cambio copernicano para
estimular la iniciativa privada sofocada por el régimen socialista.
DEFAULT RUSO Y DEFAULT ARGENTINO
A fines del 2001 Rusia declaró un default similar
al argentino: u$s 90.000 millones, de los cuales u$ 60.000 se renegociaron con
el Club de París y u$s 30.000 con el Club de Londres a 23 años. Las diferencias
en la reestructuración de Vladimir Putin y Andrei Illarionov, su principal
asesor económico, comparada con la de Néstor Kirchner y Roberto Lavagna fueron
enormes.
Casualmente ambas reestructuraciones ocurrieron en
las mismas fechas, pero con resultados distintos. Una consolidó la restauración
del sistema de economía libre en Rusia y otra fue el comienzo de un “modelo
estatista” tendiente a monopolizar todo el poder económico al Estado. Fue la
diferencia entre el lema: “vengan privados por más” versus “vamos por todo”.
Inmediatamente después de la reestructuración de la
deuda pública, y para “hacer caja” Néstor Kirchner aumentó las retenciones
agrícolas al 35% y luego quiso imponer las retenciones móviles cuando la soja
superara u$s 500 x tonelada, mantuvo impuestos distorsivos, especialmente la
tablita de Machinea que había reducido el mínimo no imponible, confiscó ahorros
previsionales privados depositados en bancos y administrados por AFJP que
alcanzaban a u$s 38.000 millones y comenzó un sistemático plan para que la
política domine la vida económica, donde el Estado a través de funcionarios que
dictaban órdenes telefónicas -nunca escritas ni basadas en leyes- imponían
decisiones al sector privado.
Durante la gestión de Cristina Kirchner, Argentina
se fue cerrando al mundo, se prohibieron importaciones y limitaron
exportaciones. A fines de 2012 se estableció un cepo cambiario que impidió
comprar y vender divisas al tipo de cambio oficial. La disparidad entre el
cambio oficial y el paralelo alcanzó el 45 %. Como era de esperar la economía
entró en recesión con alta inflación y creciente desocupación. El modelo hizo
agua por todos lados.
En
cambio en Rusia, Vladimir Putin, imitando el ejemplo de Mart Laar de Estonia,
tomó el camino exactamente inverso al del matrimonio Kirchner. Eliminó
impuestos, los concentró en sólo dos: FLAT-TAX a personas físicas y E.V.A.
a los negocios, ambos a idéntica tasa plana del 13 %. Simplificó
drásticamente la normativa impositiva y consiguió una fenomenal repatriación de
capitales hacia Rusia. Se produjo una regeneración de la vida económica. Pudo
rehacer las fuerzas armadas que estaban en deplorable estado, modernizó el
arsenal militar y recuperó el liderazgo estratégico mundial.
La clave de la recuperación económica en Rusia fue
la reforma impositiva del FLAT-TAX. Tanto en Estonia y los países bálticos, como
en Rusia el sistema fiscal con dos impuestos básicos se convirtió en el factor que
permitió repetir el ejemplo de Arquímedes: “dadme un punto de apoyo fiscal y
moveré la economía”.
Efectivamente,
la decadencia económica fue removida. A plena luz del día surgió una nueva e
impetuosa fuerza: la iniciativa privada sin intervenciones del Estado y el
deseo de progresar con el propio esfuerzo, gracias al sistema de impuestos
denominado “FLAT-TAX”. Esta inteligente reforma impositiva evitó la trampa de
la “teoría de la hacienda múltiple” del alemán Richard Musgrave y se aplicó de la misma forma
a todas las modalidades productivas: trabajo, capital, consumo, exportación y
finanzas con una tasa baja y plana del 13 % sin dejar de ser moderadamente
progresiva.
LA RUSIA DEL MUNDIAL DE FUTBOL 2018
La sorprendente belleza que mostraron todas las
ciudades rusas, con motivo del mundial de futbol 2018, y su impecable
estructura urbana, con modernos sistemas de transporte y vías de comunicación,
produjeron la admiración de todo el mundo.
Rusia se reveló como un país hospitalario, con alto
nivel de vida, y multitudes de excelente aspecto. Millones de personas
pudieron ver por TV edificios de gran jerarquía: bellísimos templos bizantinos,
palacios suntuosos, iglesias ortodoxas con cúpulas doradas, viviendas populares
de alta calidad, hoteles deslumbrantes, lujosos subterráneos y residencias totalmente restauradas.
También se apreció un impecable ordenamiento
del espacio público y estadios deportivos diseñados con gran imaginación
técnica y estética, dentro de una exquisita planificación del territorio.
Esta notable transformación se produjo en tan sólo
12 años, desde el 2004 al 2016, bajo la conducción de Vladimir Putin quien
impuso el orden, la disciplina interna, la restauración y el respeto a la
religión ortodoxa, la reorganización de las fuerzas armadas y un sistema
policial sumamente eficiente.
Todo ello fue posible gracias al inteligente
aprovechamiento del comercio exterior del gas y una profunda reforma
impositiva. El presidente Mauricio Macri podría tomar ejemplo de esta notable
experiencia demostrada con el reciente mundial de futbol.
Últimos 5 Artículos del Autor
...
.: AtlasTV
.: Suscribite!
Dejanos tu email y recibí novedades y todo lo que te podemos ofrecer!