La “pax (cambiaria)”… del cementerio

Alejandro A. Tagliavini
Senior Advisor, The Cedar Portfolio. Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland (California). Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
Dos semanas después de que Trump
lamentara que la fortaleza del dólar estaba reduciendo la ventaja competitiva
de EE.UU., irónicamente, sus últimas amenazas comerciales están provocando más
alzas del billete que se ha apreciado frente a una amplia variedad de divisas
de países emergentes. Después de que ordenara evaluar un aumento de los
aranceles a bienes chinos desde el 10% hasta el 25%, inmediatamente el yuan se
debilitó al nivel más bajo -contra el dólar- desde mayo de 2017 y ya se
deprecia 5% en lo que va del año.
La fortaleza de la divisa
estadounidense es generalizada tanto que el índice que pondera su tipo de
cambio con las 10 mayores divisas del mundo está cerca de máximos de los
últimos doce meses. Las monedas de los emergentes podrían perjudicarse mientras
que la condición de refugio del dólar atrae los flujos que huyen de otros lugares
por mayor aversión al riesgo, dada la guerra comercial. Muchos analistas como Sacha
Tihanyi, estratega de mercados emergentes de TD, prevén que el dólar seguirá
subiendo.
Pero Argentina, como siempre, a
contramano, y el dólar baja. Ahora, ¿baja o lo están bajando a la fuerza? La
pax cambiaria parece la pax de los cementerios: a costa de matar a todos en el
mercado.
El dólar cayó debido a los
cañonazos del gobierno. Las políticas oficiales están provocando tasas
exageradamente altas que atraen a los inversores golondrina y destruyen al
crédito productivo. Siguió subiendo la tasa de interés entre bancos en las
“RIPO”, “Call Money”, “swaps cambiarios” y mercado secundario de Lebacs, con la
suba de las tasas de interés implícitas operadas por el mercado financiero.
Además, el Gobierno anunció que las
licitaciones diarias de dólares a través del BCRA -que ya pasaron de US$ 100 M a
75 M- desde este lunes 6 de agosto, serán de 50 M. Y el BCRA se mostró activo
en el mercado de futuros vendiendo contratos de agosto. O sea, el oficialismo regala
dólares que paga el sector privado, la parte eficiente de la economía.
Obviamente, una de las cosas que más
teme el gobierno es el “pass through”, el traslado de la suba en la cotización
del dólar a los precios, al IPC. A ver, inflación e IPC son cosas distintas. La
inflación es exceso de emisión monetaria -en tiempo real- y no “exceso” de
moneda en el mercado como cree el neoclasicismo.
De modo que la suba del dólar no es motivo
directo de inflación, aunque sí puede impactar sobre el IPC. Y en todo caso, lo
que producirá es un reacomodamiento en el consumo según varíen los precios
relativos y la oferta y demanda. De hecho, el alza de los precios va por detrás
de la divisa estadounidense. Según las empresas alimenticias, el valor que hoy pagan
los consumidores por los artículos implica un dólar cercano a los $22,50,
retraso que se debe a la caída de la demanda.
Quedó el trauma de que, en
diciembre de 2015, el repunte de la divisa fue del 35% -por la salida del cepo-
mientras que el IPC aumentó 41% en 2016, pero este aumento obviamente se debió
a la inflación y no a la subida del dólar. En el
primer semestre de 2018, el tipo de cambio acumuló una suba que, en su punto
más alto, tocó el 55% frente a un crecimiento del IPC del 16%. En otras
palabras, el traslado a precios, si lo hubo, no llegó al 33%. Según el IARAF, la
experiencia muestra que, en promedio, el “pass through” argentino tras una
devaluación ronda el 20%, porcentaje superior al de la mayoría de los países de
la región.
El BCRA apuesta a 60 días más de pax cambiaria y prepara medidas para un
“shock de confianza”. Mas bien deberá ser un shock eléctrico, a ver si logra
revivir al mercado para entonces muerto. La autoridad monetaria lo dijo sin
tapujos, la "prioridad pasa por estabilizar el mercado de cambios… no nos
va a importar el nivel de actividad entretanto”.
El plan de los próximos 60 días incluye la
disminución gradual del costo del dinero y un esquema para resolver el stock de
Lebac, ya que el 15 de agosto vencen $ 578.524 M (64% del total). Lo que no se
renueve conlleva emisión exagerada y eso sí impacta en la devaluación del peso.
A favor de una renovación masiva, los bancos vienen incrementando su
participación relativa en estos títulos y ya tienen alrededor de 40%, contra
30% de hace unos meses. Y uno de los rumores -coherente con el tipo de “pax”
que ejerce este gobierno- dice que los bancos serán obligados a suscribir una
mayor cantidad de Lebac.
En fin, las cosas encorsetadas por
la fuerza, la paz a los cañonazos, tienen patas cortas. Además de matar al
mercado -que es el único que produce riqueza- el dólar, más tarde o más
temprano, de un modo u otro, se tomará revancha.
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