Se confirma el estallido de la burbuja

Alejandro A. Tagliavini
Senior Advisor, The Cedar Portfolio. Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland (California). Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
Claramente
el estallido de la burbuja [según describí en una columna anterior, “Pareciera
que finalmente empezó el estallido”, Ámbito Financiero, 29 de junio de 2018] -que
infló el gobierno con préstamos siderales- se confirma. Desde la “crisis cambiaria”
-que no fue tal sino un punto de inflexión- el 25 de abril, las acciones
argentinas en Wall Street caen 40% en promedio. Entretanto, aumentó casi 30% el
riesgo-país hasta superar los 750 puntos.
Así las cosas, estallada la venta de
autos, pareciera que la próxima a pincharse es la burbuja de la construcción,
entre otras. Con la obra pública seriamente comprometida, los créditos Uva no
hubieran sido tan mal negocio de no ser porque el precio de los inmuebles va
camino de caer fuerte en dólares ya que no son sostenibles los valores cuando
el poder adquisitivo se desploma y la moneda fuerte sube 120% en un año.
Mientras que el IBIM de Ferreres
& Asociados mostró, en julio, una caída sostenida de la inversión en
general de 6,1% interanual, en Moody’s estiman que la caída de las inversiones
y la producción en la construcción sería del 5% del PIB de 2017. Durante julio se
vendieron un 17,1% menos de propiedades que en el mismo mes de 2017. En
particular, la cantidad de escrituras con hipoteca totalizaron 46,3% menos que
un año antes y va para peor.
Desesperado, el gobierno salió a
rezarle al FMI para un “ultra salvataje” que es contraproducente -como viene
siendo- porque logra darle más droga al adicto en lugar de un serio programa de
recuperación. Con este “as”, Macri dio un discurso tratando de llevar
“confianza”: “habló con el corazón” y el mercado, obviamente, “le respondió con
el bolsillo” y el dólar se desbocó.
Así
como se equivocaron quienes atribuían la subida del dólar a la caída de real
brasilero [según expliqué en la nota “Échale la culpa a Río: el PBI caerá en
2019”. Ámbito Financiero, 24 de agosto de 2018] yerran quienes dicen que el
problema es la pérdida de confianza, es este un argumento infantil para
esconder el problema de fondo. A ver, el núcleo del mercado no se maneja con
expectativas -solo hay especulaciones transitorias en mercados marginales como
las bolsas de valores- sino con mucha frialdad sobre datos reales.
El problema de fondo es que el Estado
ha aumentado su parasitismo sobre el sector privado -succionando vía impuestos,
inflación, endeudamiento/tasas altas- dejándolo cada vez más raquítico. En este
contexto de retracción de la demanda, la base monetaria se está expandiendo a
un ritmo del 38% y esta -y no otra cosa- es la inflación. Sobre esto, el
aumento de los encajes y las tasas al 60% van a provocar una muy fuerte
retracción de la demanda y una severa caída en el PIB que retraerá fuerte la
recaudación impositiva.
La inflación se acelera al punto que
Elypsis la estima en 4% para agosto y así el 32% de máxima acordada con el FMI
no se cumplirá. Desde Ferreres creen que la inflación de 2018 cerrará en 36% y,
en mi opinión, podría ser bastante más alta -y hasta podría terminar en hiper- siendo
el faltante de productos en supermercados, porque los proveedores han
suspendido las entregas, una señal en ese sentido.
En su discurso Macri no especificó los montos.
Lo más “optimista” sería que el FMI adelantara los desembolsos del préstamo
pactado por US$ 50.000 M: poner los fondos previstos para 2020 y para 2021 a
disposición en 2019, US$ 29.000 M que sumados a los US$ 21.000 M que ingresarán
en 2018, llegarían al total de lo pactado. Y con esto se cerrarían las
necesidades financieras de 2019 aún en el supuesto de renovación nula de Letes,
dicen en Hacienda.
Pero además del tema de las Letes, el más optimista -el Citi- señala que las necesidades
financieras del gobierno. siempre que se cumpla con la baja del déficit a 1,3%
del PIB, "hasta el 2020… se reducen a US$ 10.000 M". "En 2016 y
2017 hubo que salir a financiar 5,1% del PIB en los mercados -y se necesitaron
US$ 70.000 M-, esa cifra cae a 2,2% este año, mientras que en 2019 y 2020 se
reduce a 1,6% y 0,3% respectivamente".
Por
su parte, desde Goldman Sachs afirman que “no está claro que sean suficientes”
los desembolsos del FMI, y desde el Santander señalan que las necesidades de
financiamiento para 2019 son de US$ 19.600 M. Por cierto, en Moody’s avisa que
la devaluación aumenta la deuda en moneda extranjera elevando el peso total a
más del 80% del PIB en 2019.
Ahora, salvo que Macri gire su política,
hacia una economía de mercado -cosa difícil dada su ideología y personalidad-
con la recaudación impositiva cayendo, la inflación en alza y la deuda
desbocada no parece tan segura la reducción del déficit sin implicar la
necesidad de un fuerte financiamiento, a pesar de la insistencia del gobierno y
su compromiso con el FMI, al punto que no sea necesario algún estadio de
renegociación de la deuda estatal.
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