El Futuro político y económico

Elena Valero Narváez
Historiadora, analista política y periodista. Autora de “El Crepúsculo
Argentino. Lumiere, 2006. Miembro de Número de la Academia Argentina de Historia.
El
dilema actual de nuestro país es cómo hacer para que la política no interfiera
negativamente en la economía.
La política, en Argentina, desde el primer
gobierno de Perón, fue puesta a la sombra de la democracia liberal, vigente
desde 1916 a 1943, al servicio de demagogos que han buscado torcer las leyes
naturales que rigen la convivencia humana, respondiendo solamente a
motivaciones políticas de las cuales la más importante fue halagar a las
mayorías para llegar o mantenerse en el poder. De esta manera perturbaron el
orden económico espontáneo del mercado abandonando los principios que demanda
la constitución alberdiana.
Por
necesidades políticas, los gobiernos sucumbieron a los reclamos de concesiones
a sectores poderosos y bien organizados, con
capacidad de presionarlos mediante la acción directa, como ha sido el
caso de los sindicatos o de grupos empresariales que reclaman privilegios y
dádivas a expensas de la comunidad.
Desde
1983 en adelante, hubo intentos de volver a la democracia liberal en lo
político y cultural -con algunas excepciones como fue el gobierno kirchnerista
que intento una dictadura- pero
manteniendo una ideología socialista o intervencionista en la economía, salvo
el intento del ex presidente Menem de orientación liberal. Tanto el
Radicalismo, como el gobierno del presidente Macri, han sido liberales en
política e intervencionistas en economía. Ambos, como también, los gobiernos
del matrimonio Kirchner, se han llenado la boca con discursos que los convierte
en defensores de la distribución de la riqueza, de los sectores menos
favorecidos de la sociedad, de la justicia social, de la protección de la
ancianidad y la niñez, de la igualdad. Se equivocaron en los medios para lograr
esos fines ya que controlan y dirigen, algunos más y otros menos, al mercado, con la idea de “humanizarlo”.
Creen
que se puede ser mitad socialista y mitad liberal. Es así que fracasan en
mejorar la economía y se ven prisioneros de sus promesas incumplidas. Acorralados,
por no poder conformar a todos, terminan haciendo lo que define al populismo:
sacarles a los “ricos”( los que gracias a su inteligencia y sacrificio producen
la riqueza donde no ha existido)para darle a los pobres y así ejercer la
solidaridad social. Piensan que la riqueza debe crearse desde el Estado, por lo
cual limitan la propiedad privada y tienden a controlar al mercado.
El
método para tratar de conformar a todos es la emisión monetaria, la cual provoca enormes trastornos políticos, sociales
y económicos, debido al fenómeno inflacionario justificado por equivocadas
teorías económicas.
Es
lamentable observar cómo, de esta manera, nos equivocamos una y otra vez,
provocando que tengamos gobiernos inestables, ineficaces, incapaces de mejorar
la calidad de vida de los argentinos y degradando el sistema democrático, que tiende hacia el
corporativismo donde los grupos de presión imponen, de una u otra manera, sus
designios.
La
crisis actual, que nos vuelve a la incertidumbre y a la desconfianza, tiene
origen en el mismo problema. No se ha querido, justamente , por temor a las
mayorías acostumbradas a recibir dádivas del Estado, y a los poderes
sectoriales, hacer las reformas necesarias para encauzarnos por un nuevo rumbo
democrático pero, donde rijan principios liberales en la política, la cultura y
también, el orden del mercado en la economía.
Tenemos
un problema : los políticos, aún en la actualidad, a pesar de tantos fracasos,
no creen en el sistema capitalista basado en la propiedad privada y el mercado.
Y son, solo ellos, los que pueden realizar la tarea de crear las condiciones
para que se imponga. Chile debió ser nuestro modelo. Desde su implantación en
marzo de 1975 se ha mantenido, mejor o peor, en
él.
Las
crisis pueden servir para aprender y cambiar. Esperemos que, por fín, el Gobierno
decida llevar adelante una reforma del Estado,
privatizando, desregulando, cumpliendo los requisitos necesarios para lograr y
consolidar la estabilidad monetaria, solucione el problema de la deuda externa
e interna, reduzca el gasto del Estado, entre otras acciones, indispensables,
para mejorar lo antes posible. Se ha perdido tiempo. Ojalá predomine el
pensamiento del grupo más liberal y se hagan las reformas necesarias, con
eficiencia, sin improvisaciones, para crear otra vez confianza. Y, también, que
ayude el sector empresarial adaptándose a la libertad económica y a la
competencia.
Apurados
por el FMI, el Gobierno está bajando el déficit. Buena noticia. Hay que atacar
de una sola vez todas las causas, que a través del déficit, provocan inflación. No tiene, el Gobierno, que
pensar en las elecciones, sí en
solucionar el déficit de presupuesto, la emisión de moneda para financiarlo y el costo de vida, tres problemas que nos hacen
vivir de sobresalto en sobresalto.
Los
argentinos, para mejorar, necesitamos un Gobierno que controle la inflación,
producto de años de errores, debilidades y demagogia. Si no se extirpa este
mal, como lo han hecho la mayoría de los países adelantados del mundo, nos
esperan conflictos sociales y otro fracaso. No llegará el progreso. Uno de los mayores
errores del actual gobierno es que la inflación no fue profundamente atacada.
Basta
de tener Gobiernos que gastan mucho más de lo que se recauda y que imprimen
moneda para financiar el déficit del presupuesto. De esta manera, siempre, la
inflación se los llevará puestos.
Últimos 5 Artículos del Autor
.: AtlasTV
.: Suscribite!
