La Argentina no tiene un problema económico
Edgardo Zablotsky

Ph.D. en Economía en la Universidad de Chicago, 1992. Rector de UCEMA. En Noviembre 2015 fue electo Miembro de la Academia Nacional de Educación. Miembro del Consejo Académico de la Fundación Atlas para una Sociedad Libre. Consultor y conferencista en políticas públicas en el área educativa, centra su interés en dos campos de research: filantropía no asistencialista y los problemas asociados a la educación en nuestro país.




Frente a la crisis económica que una vez más transita nuestro país podemos, como tantas veces lo hemos hecho, criticar emocionalmente a los responsables de la misma. Sin embargo, no es razonable preguntarnos: ¿Por qué nos ocurre una y otra vez lo mismo?
 
 
 
En los últimos 50 años han ocupado el Ministerio de Economía o el Banco Central (BCRA) numerosos funcionarios, de las más diversas ideologías y muy calificados. Veamos tan sólo algunos nombres: Roberto Alemann, Mario Blejer, Domingo Cavallo, Adolfo Diz, Roque Fernández, Aldo Ferrer, Javier González Fraga, Alfonso Prat Gay, Roberto Lavagna, Ricardo López Murphy, José Luis Machinea, José María Dagnino Pastore, Pedro Pou, Juan Sourrouille, Federico Sturzenegger y Adalbert Krieger Vasena.
 
Es claro que el origen de nuestras crisis no la encontramos en los encargados de conducir la política económica. El problema debe ser otro.
 
Hace ocho años publiqué en este mismo espacio una columna que nos ayudará a entenderlo. En 1962, luego de la caída de Arturo Frondizi, el rabino americano Marshall Meyer, quien durante 25 años vivió en nuestro país, salvó incontables vidas durante el proceso militar y fue el único extranjero invitado por Raúl Alfonsín a formar parte de la CONADEP, expresaba que en la Argentina uno aprendía la lección de la responsabilidad individual justamente por su carencia; el otro era siempre el deshonesto, no sabía trabajar, no pagaba impuestos, era materialista.
 
Al fin, nos convertimos en una población de otros.
 
¿Quiénes son los otros en términos político-económicos? Los anteriores equipos económicos sin duda alguna. La primera frase que escuchamos ante el fracaso de una gestión es que luego del correspondiente reemplazo de funcionarios todo mejorará. En el pasado todo se hizo mal, pero ahora será distinto. ¿Podemos tener tan mala fortuna que nunca un equipo económico haya dado con la solución a largo plazo de nuestros problemas? Sencillamente imposible.
 
Por ello, recordando aquella frase de Albert Einstein, "Si quieres resultados distintos, no hagas siempre lo mismo", es hora de dejar esperar que el ministro de turno encuentre la esmeralda perdida y enfrentar la realidad.
 
"Todos los problemas son problemas de educación" nos decía Domingo Faustino Sarmiento. ¿Qué mejor definición para comprenderla? Al fin y al cabo, desde el crecimiento económico genuino hasta la equidad distributiva se encuentran directamente asociados a la educación.
 
Es imprescindible que millones de personas que reciben planes sociales completen su educación obligatoria y se capaciten en oficios. Es imprescindible asegurar a todo niño una educación de excelencia más allá de sus orígenes. Es imprescindible enfrentar la desnutrición infantil, un niño desnutrido no puede aprender.
 
Es imprescindible, para comenzar, que haya clases, los habituales paros docentes atentan contra la educación de quienes menos tienen. Es imprescindible dejar de mentir a nuestros jóvenes con el ingreso irrestricto a la universidad, de la cual la mayoría de ellos no se habrá nunca de graduar. Es imprescindible tanto más.
 
El día que el ministro de Educación se convierta en la principal figura del gabinete, nuestras recurrentes crisis económicas comenzarán a desaparecer.
 
El presidente Mauricio Macri puede cambiar la historia de nuestro país, está a tiempo de iniciar una gesta educativa que termine con nuestras recurrentes crisis económicas de una vez y para siempre. El capital humano es la inversión que nos habrá de salvar.
 

 
 
Publicado en El Cronista.
 

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