Elegir a Barrabás

Enrique G. Avogadro
Abogado.
«Cuando la ley y la
moral se contradicen, el ciudadano se encuentra ante la
cruel alternativa de
perder la noción de moral o de perder el respeto por
la ley. Dos desgracias
igualmente grandes, entre las que es difícil elegir».
Frédéric Bastiat
El sábado pasado los
católicos nos enfrentamos a un dilema que se ajustó, precisamente, a la
planteada por el autor francés. En efecto, el Obispo de Mercedes-Luján, Mons.
Agustín Radrizzani, pudo sostener que estaba cumpliendo con la ley no escrita que
establece que una misa no se le niega a nadie mientras, con absoluto cinismo,
cubría con un manto de impunidad moral a la gran familia Moyano, imputada de la
comisión de casi todos los delitos. Así, una vez más y como al principio de la
era cristiana, los sumos sacerdotes eligieron a los ladrones y olvidaron que,
para recibir el perdón de Dios, se requiere arrepentimiento y propósito de
enmienda.
Y vale el plural,
porque ya había sucedido algo similar con los obispos Víctor Manuel Fernández
(La Plata) y Jorge Lozano (Pastoral Social), que se dio el gusto de maltratar a
María Eugenia Vidal y a Carolina Stanley cuando las invitó a una reunión
pública. Por su parte, el obispo Oscar Vicente Ojea (Presidente de la
Conferencia Episcopal), fue muy reacio a la hora de emitir una opinión
condenatoria respecto a la actitud protectora de su colega frente a los Moyano
y sus cómplices gremiales y políticos (La Cámpora y otros especímenes
kirchneristas).
Los nombres de los
prelados, todos ellos designados directamente por SS Francisco a contrapelo de
los deseos de los demás, dejó al Papa, una vez más, en una posición
controvertida ante la situación interna de la Argentina, país al que no podrá
-¿querrá?- visitar en los próximos años, en la medida en que su figura está
ahondando la grieta existente al trasladarla al seno de la grey católica,
apostólica y romana.
Frente a estos
acontecimientos, no está de más recordar que el Pontífice ("hacedor de
puentes") sólo es infalible para los católicos cuando habla ex catedra, es
decir, en cuestiones de dogma; en todo lo demás, es sólo el Jefe de Estado del
Vaticano y cabeza, una suerte de rey, de la Iglesia.
Por eso puedo
permitirme criticar sus enseñanzas económicas, que parecen tender a conservar a
los pobres en esa condición e, incluso, a aumentar su número. Porque el Papa
debería saber que la única riqueza que puede distribuirse es la que existe, es
decir, la que pueden crear los empresarios y los productores. Combatir al
capital, como todavía cantan los multifacéticos fieles al mítico General, no es
precisamente la mejor receta para recibir inversiones, crear puestos de trabajo
y, menos aún, para sostener un Estado que debe sustentar, con sus subsidios y
planes sociales, a los más desprotegidos, que SS dice privilegiar aquí y en el
mundo entero.
La Iglesia argentina de
Francisco se ha puesto, decididamente, en el bando (o banda) kirchnerista, y
las razones que los analistas políticos atribuyen a su obvia antipatía por
Mauricio Macri y el presunto liberalismo que, a su modo de ver, el gobierno de
éste encarna, no suenan demasiado convincentes para tan marcado posicionamiento
en la oposición. Consecuentemente, habrá que buscarlas por otro lado.
Que se debe a haber
habilitado la fracasada discusión sobre la legalización del aborto, o no haber
vetado la ley que permitió el matrimonio homosexual no suena demasiado convincente,
en especial después de la reciente visita papal a Irlanda, pocos días después
de que ese país, tan católico, hubiera promulgado leyes semejantes respaldadas
en plebiscitos. Podría decirse que Francisco tiene más cerca de su corazón a la
Argentina por ser su lugar de nacimiento, pero aquí, al menos por ahora, la
onda "progresista" parece haber salido perdedora, salvo en lo que se
refiere a la ideología de género, que sigue avanzando peligrosamente.
La misa de Luján sumó
otro ingrediente más complejo al reclamo en favor de la impunidad de los
Moyano, y fue el rechazo frontal al acuerdo de financiamiento que el Gobierno
firmó con el FMI. Porque, además de olvidar (la permanente amnesia del
peronismo respecto a su propia historia) que ambos Kirchner también recurrieron
al organismo -salvo cuando un negociado corrupto justificó pedirle la plata a
Hugo Chávez, que la prestó a una tasa enormemente mayor, para cancelar lo
debido al Fondo-, tampoco se dice de dónde habría debido salir el dinero necesario
para solventar el enorme déficit fiscal (causado en gran medida por el gasto
social). Así la Iglesia, nuevamente, olvidó la enseñanza de Cristo: "A
Dios, lo que es de Dios, y al César lo que es del César".
El economista Ricardo
Arriazu, tal vez el más respetado por todo el mundo, dijo el miércoles:
"Si no había acuerdo con el FMI, al día siguiente éramos Venezuela";
¿es eso lo que quiere el Papa? No lo creo, pero no dejo de recordar que cuando
recibió a Nicolás Maduro no efectuó
reclamo alguno contra su salvaje represión de su régimen ni quiso hablar con la
oposición, como tampoco lo hizo en Cuba con las "Damas de Blanco",
que reclaman la libertad de los presos políticos del comunismo isleño. Tampoco
que SS afirmó, luego de los reiterados planteos subversivos de Hebe de
Bonafini, que "a una Madre (de Plaza de Mayo) yo le permito todo".
Gracias a Dios (se
llame ahora Donald Trump, Angela Merkel, Emmanuel Macron o Christine Lagarde),
ayer mismo el Fondo aceptó una ampliación gigantesca de la asistencia a la
Argentina, sin la cual, como dijo Arriazu, nuestra República estaría en estado
terminal.
Un párrafo aparte, en
el inmenso universo de asteroides tránsfugas que componen el peronismo, merece
Miguel Pichetto, tal vez el único que ha puesto racionalidad en la conducta del
famoso movimiento y encarnado a una oposición responsable. El proceder del Senador
debe destacarse, en especial ante la runfla de delincuentes resultante de la
alianza contranatura del kirchnerismo con la izquierda insurreccional;
perdedores dentro del recinto en el debate por el Presupuesto, y como en
diciembre de 2017, trasladaron la discusión a la calle, y defendieron su falta
de ideas a piedrazos contra la policía.
A fines del mes
próximo, cuando se concrete la reunión del G-20 en Buenos Aires, veremos
seguramente -como ha sucedido en todo el mundo- episodios de violencia mucho
peores. Si bien contará para entonces con la colaboración de los equipos de
seguridad de los grandes mandatarios del mundo, la labor de Patricia Bullrich
resultará crucial; la Piba, pese a la ingenuidad que le atribuye Elisa Lilita
Carrió, ha probado estar a la altura de las circunstancias, en especial por la
rápida detección de los terroristas venezolanos (miembros del Sebin)
infiltrados, que fueron detenidos y están al borde de la expulsión del país.
La obvia y lógica
preocupación de los regímenes de clepto-izquierda que aún subsisten en América
Latina, todos los cuales militan en el Foro de San Pablo, por el avance de los
movimientos liberales que han llegado al poder en Chile, Perú, Colombia,
Paraguay y, parcialmente, en Argentina, se acrecentará mañana, cuando Jair
Bolsonaro se convierta, seguramente, en el nuevo Presidente de Brasil.
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