¡Coraje!

Malú Kikuchi
Periodista. Conductora de "Cuento Chino" y "La Dama y el Bárbaro", radio El Mundo. Premio a la Libertad 2013, Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
La palabra no sólo
suena bien, es imprescindible para todo, en particular para los políticos
gobernantes. Viene del latín “cor” y este del griego, “Kardia”, o sea corazón.
Significa valor, dejar de lado el miedo, “echar el corazón por delante”. Algo
de lo que definitivamente, carece el gobierno.
No vale la pena
insistir en lo que Cambiemos debiera haber hecho desde el 10/12/2015, en esos
preciosos e irrepetibles primeros 100 días. Ya está, no lo hizo, no tiene
remedio. Pero todavía tiene tiempo, poco, para tomar las medidas necesarias que
puedan salvar un gobierno que hace agua.
El gradualismo se debe
acabar. Los subsidios se deben acabar. La edad jubilatoria se debe alagar. Los
corruptos deben ser juzgados YA! El dinero robado por los K, debe ser buscado
en serio, encontrado y puesto a disposición de la obra pública, para que la
gente pueda vivir mejor.
El gobierno debe dejar
de subir los impuestos. Su calidad de vida no se corresponde con esos
impuestos. Debe terminar con los cortes de calles, que los que reclaman lo
hagan sobre las veredas o en las plazas.
El poder judicial, los
que viven de la política, diputados, senadores, legisladores, intendentes y el
ejecutivo, deben ajustarse, todo el peso no debe caer sobre los pocos que
todavía producen algo en el país. Hay que poner orden y esto no es fascismo, es
sentido común.
Brasil, harto de
inseguridad, narcotráfico y corrupción, ha elegido un nuevo presidente.
Bolsonaro es un revolucionario, que pretende cambiar a su país. No se sabe si
lo conseguirá, los intereses creados son muchos y muy arraigados. Pero lo
intentará.
Por ahora, Jair
Bolsonaro ha demostrado el coraje de decir lo que piensa. Algunas cosas son
chocantes, desagradables, pero no las disfraza. Los votantes no han ido a las
urnas engañados, el hombre es homofóbico, misógino y racista. No son cualidades
para exhibir en una campaña.
Defiende la dictadura
de 1964/1985, eso es más fácil en Brasil: la entidad más prestigiosa hoy es el
ejército. En Argentina, los medios de Alfonsín en más, han hecho un demoledor
trabajo para terminar con las FFAA. Y les ha dado resultado. Bolsonaro pretende
que no se hable más de dictadura.
Se enseñará que hubo un
gobierno militar, los estudiantes sacarán sus propias conclusiones. Y en
educación nada de políticas de género. Los chicos sabrán que hay hombres y
mujeres. Lo demás vendrá con el tiempo. Sin juicios previos, lo que está claro
es que Bolsonaro es políticamente
incorrecto. Y tiene coraje para ir contra la corriente. La Argentina, ¿cómo se
llevará con este nuevo gobierno vecino?
Las organizaciones
sociales le pondrán todos los motes diabólicos de su vocabulario, con las
bendiciones del Papa. Los sindicatos pondrán el grito en el cielo. Los
abortistas, los defensores de las políticas de género harán piquetes frente a
la embajada del Brasil. Mauricio Macri, ¿qué hará?
Si Bolsonaro firma
tratados bilaterales de libre comercio, aunque el Mercosur lo prohíba, ¿Macri
se animará a hacerlo? Si Bolsonaro consigue desregular Brasil, bajar los
impuestos, flexibilizar el tema laboral, las inversiones mundiales
correrán hacia su país. Mauricio Macri,
¿qué hará?
Brasil es 4 veces más
grande en territorio que la Argentina y tiene una población de 210 millones de
habitantes, Argentina 44 millones. Brasil pareciera tener un presidente
dispuesto a cambiar en serio a su país. Acá, el gobierno dice ¡Cambiemos!, pero
todo sigue casi sin cambios.
¿Qué pasó? ¿Durán Barba
y Marcos Peña frenan los cambios? Pero el que los tiene ahí es Macri; a uno lo
consulta, el otro es el jefe de gabinete de su gobierno. Argentina necesita
cambiar de verdad, no de palabra. El cambio ha de ser cultural y es
dificilísimo, pero da la sensación de no tener el coraje suficiente para romper
con lo presuntamente correcto.
El año que viene será
un año electoral. El gobierno mima a los que nunca lo votarán por ideología y
descuida y maltrata a los que lo votaron. La economía, con herencias horribles,
dificultades internacionales y muchos errores propios, no funciona para las
mayorías que extrañan a CFK.
Thomas Jefferson (3º
presidente de EEUU entre 1801/1809), decía que: “Un hombre con coraje, es una
mayoría”. Sería fantástico que Mauricio Macri internalizara la frase.
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