El oxímoron de pensar en pesos
Enrique Blasco Garma
Economista.



Mi libro recién publicado, Fin de la Pobreza, explica que los mercados prefieren la moneda que mida los precios con menor variabilidad a lo largo del tiempo. Sin embargo, esta preferencia se ve frustrada por imposición de normas oficiales. Así la política falla al no satisfacer las preferencias de la gente. No lo hace por opiniones consideradas de peso y reticencia de los funcionarios a ceder instrumentos de poder. Aunque la gente se sienta confundida, estafada, con las reiteradas devaluaciones e inflaciones impensadas. 

El dólar de EE.UU. es la moneda preferida en la Argentina y es utilizada para medir patrimonios y en la compraventa de activos y propiedades. Por eso, tres cuartas partes de las tenencias líquidas de la población están denominadas en dólares. ¡Hasta el BCRA mantiene sus activos en dólares! Y los gobernantes no tienen más remedio que endeudarse en dólares por exigencia de los acreedores. En cambio, el poder del Estado se hace sentir: a los argentinos les obliga a pagar sueldos, alquileres, impuestos, y muchos otros, en pesos que se deprecian sin fin. Recordemos que a la moneda ya le quitaron 13 ceros desde 1970. La cotización actual del dólar sería ¡360.000.000.000.000 de pesos! circulantes en 1969. 

Hay acuerdo generalizado de las ventajas de la economía libre de trabas. Pero no admiten la imposibilidad de tenerla sin precios estables. ¿Cómo podríamos aprovechar las capacidades personales de nuestra gente y los recursos de la naturaleza con una coordinación de las actividades individuales y contratos trabados por precios imprevisibles? La incertidumbre cambiaria nos arruinó un año que parecía tranquilo y promisorio en enero, según las encuestas efectuadas ese mes. 

Siempre los defraudadores y violadores prometen enmendarse. Pero resulta muy oneroso hacer la prueba. Los equilibrios macroeconómicos son muy endebles dada nuestra continua incertidumbre cambiaria. Cuya contracara es la gigantesca pobreza y el enorme retraso de nuestra gente. ¡Una economía impedida de desplegar sus plenas capacidades! La Argentina está entre los países que menos crecieron desde hace demasiado tiempo. Éramos de los más prósperos en 1918, en 1930, y en 1940. Hasta que los años de alta inflación nos retrasaron severamente. No hay país que haya crecido menos en Sudamérica desde 2001, el año anterior al abandono de la convertibilidad, ni devaluado tanto, obviando a Venezuela. La cotización del dólar se multiplicó por 36, en ese lapso; el país que nos sigue en devaluación, Uruguay, lo hizo por menos de tres veces. Los demás países lo hicieron por menos de 2 veces y muchos menos de 1,10. Es absurdo que sigan proclamando la necesidad de "pensar en pesos" que se deprecian sin fin. ¿Para confundirnos mejor?

Parecen no darse cuenta. Cuánto avanzaríamos con una moneda sana, adoptando al dólar o, por lo menos, una convertibilidad por ley. La expansión de la economía, por la mayor certidumbre de precios y contratos, reduciría fuertemente la carga del endeudamiento del Estado y las tensiones sociales. No existe decisión más productiva que sacarnos de encima las recurrentes crisis cambiarias. Ninguna otra nación en América del Sur sufre de crisis cambiarias tan agudas, frecuentes e innecesarias.



Publicado en Ámbito Financiero.
 

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