Educar en Libertad
Ezequiel Rodríguez
Ha desarrollado el Programa de Jóvenes Investigadores y Comunicadores Sociales 2017 de Fundación Atlas para una Sociedad Libre. Es Licenciado en Ciencia Política (UBA) y Maestrando en Economía y Ciencia Política (ESEADE).


 
Este artículo tiene como intención abordar el problema de la educación en las ideas de la libertad. Vale aclarar que cada área del conocimiento humano tiene formas de transmitirse que difieren de las otras, el concepto de libertad no está exento de esas particularidades. A fines de este pequeño artículo vamos a definir la libertad como la capacidad de elegir entre diferentes opciones.
 
Von Mises en su The Anti-capitalistic Mentality (Mises, 1956) da las razones por las cuales algunos individuos llegan a ser fervientes detractores del capitalismo. En ese abordaje el autor omite indagar sobre las causas por las cuales un individuo podría llegar a abrazar las ideas de la libertad. No alcanza ,como lo hace Mises, con señalar errores ridiculizando las opiniones de los adversarios (esto lo han todos los estados totalitarios), sino que es necesario elaborar un camino pedagógico  a partir del cual se logre arribar a ciertos conceptos de la libertad.
 
Las ideas colectivistas han realizado este camino con un amplio éxito. Es parte del sentido común cree que el estado debe resolver los conflictos, o que para solucionar un problema social se deben crear derechos (muy pocas veces con obligaciones).
 
Para internarse en el problema planteado será necesario enfocar la cuestión en las estrategias que se deberán plantear para acercar al educando a las ideas de la libertad.
En primer lugar cabe destacar que la experiencia cotidiana nos otorga una poderosa herramienta para transmitir conocimiento. Si enfocamos con atención a lo que sucede en la experiencia descubriremos que: hay un gran apego hacia lo propio (propiedad privada),nos molestan las intervenciones coercitivas, los problemas personales se solucionan tomando protagonismo y no delegando en otros, los seres humanos en condiciones de vida paupérrima nos generan un dolor.
 
Desglosemos un poco lo formulado anteriormente:
 
-Apego a lo propio: nadie quiere que le saquen lo que es suyo independientemente del esfuerzo que le llevó conseguirlo. La capacidad de diferenciar lo mío-tuyo surge desde los primeros pasos del ser humano así que la experiencia de la propiedad privada está fuertemente enraizada en nuestra vida cotidiana.
 
-Intervenciones coercitivas: cuando alguien opina sin ser consultado, cuando nos roban, en definitiva cuando violentan nuestra persona sentimos que eso no está bien. El estado muchas veces (podríamos decir todas) decide sobre nuestras vidas sin consultarnos de manera que si observamos este hecho no podemos dejar de indignarnos por tamaña intromisión.
 
-Protagonismo personal: cuando realizamos una acción y conseguimos resultados sentimos un ánimo muy distinto a cuando nos dan servido el resultado. Si un examen resulta demasiado fácil o se liberan ciertas exigencias en el fondo sentimos que lo realizado “no vale tanto”.
 
-El infortunio de otros nos duele: el ver a otro ser humano sufrir lejos de generar una sensación positiva nos interpela y nos mueve por lo menos sentimentalmente. Esto combinado con el deseo de protagonismo lleva a que nazcan las acciones solidarias.
 
Si comenzamos a partir de lo cotidiano es más probable que las ideas de la libertad sean comprensibles por mayores sectores de la población. La difusión de las mismas es responsabilidad de todos, no solo como argumentos de combate sino como posibilidad de aprendizaje mutuo.
 
 

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