La verdadera división entre los argentinos
Diana Ferraro
Escritora
Nadie duda del
verdadero beneficio que tendríamos como nación si fuésemos un pueblo más unido,
superando las tradicionales divisiones históricas que tantas guerras civiles
causaron y que parecen no agotarse y volver cada vez con renovados ropajes. Las
próximas elecciones presidenciales ponen este tema sobre el tapete ya que,
lejos de buscar un consenso nacional con un discurso claro en los objetivos y
unificador en su esencia, el actual gobierno ha elegido una estrategia de
confrontar con un kirchnerismo exhibido como expresión manifiesta de un
peronismo históricamente odiado por una parte considerable de la sociedad.
Una estrategia que,
pretendiendo ser astuta, puede terminar siendo irremediablemente estúpida, al
dibujar al peronismo como lo que no es, por un lado, y al omitir que, mucho de
lo que hoy pretende lograr el gobierno—terminar con la inflación, atraer
grandes inversiones, modernizar el país—ya lo hizo el peronismo durante los
años 90, mucho más velozmente, con gran éxito y en un marco de gran unidad
nacional, con la vieja antinomia peronismo –liberalismo AMPLIAMENTE superada.
Que hoy el PRO y Cambiemos se disfracen de
desarrollistas, como si desarrollismo significase algo muy diferente del
peronismo o del radicalismo estatistas e intervencionistas, tampoco ayuda mucho
a la hora de ver cuáles son las antinomias actuales y visibles en el panorama
político. En efecto, los argentinos quizá hoy rechazan masivamente a unos y otros dirigentes políticos porque no terminan
de comprender cabalmente lo que estos quieren ni lo que les proponen, ya que lo
que se escucha no condice con su más reciente experiencia histórica. Una vez
más, los argentinos parecen estar más adelantados en su percepción de la
realidad que la mayoría de los políticos y cada vez más necesitados de una clarificación de programas
y propuestas que sea racional y no incompatible con la realidad.
No se comprende, por
ejemplo, por qué, si Mauricio Macri manifiesta ante el mundo su vocación
liberal, por qué internamente se vuelca del lado de los estatistas y, más
específicamente aún, por qué no busca en su antecesor, el peronismo liberal de los 90 el refuerzo que
hoy le falta para emerger en las próximas elecciones como un líder claro, líder
al fin de esa inmensa mayoría que ayer quería el cambio---la salida del
estatismo e intervencionismo kirchneristas—y hoy quiere la claridad de un
programa racional. Un programa que resulte plenamente exitoso, como el plan
anterior de los años 90, mejorado allí donde este plan exhibió falencias—falta
de seguros por desempleo, falta de estímulos para la reconversión industrial,
federalismo fiscal a ultranza para que las provincias no endeuden a la Nación,
etc.
Igualmente
incomprensible es que el mismo peronismo federal no kirchnerista, no advierta
este hueco por donde crecer, con el orgullo de haber hecho antes y mejor lo que
el actual gobierno pretende hoy hacer a medias y sin explicarlo demasiado.
La verdadera división
entre los argentinos no es entonces entre Cambiemos y el peronismo como un
bloque donde el kirchnerismo es la mayor de las partes, ni entre un Cambiemos
más estatista que liberal y un peronismo similarmente estatista en un
hipotético ballotage con éste, sino una división latente y no expresada. Esta
división no manifiesta se verifica entre aquellos cada vez más numerosos
argentinos que miran el resto del mundo y su propio pasado de los años 90 y
pretenden una economía que termine con igual éxito con la inflación, las altas
tasas de crédito y la falta de inversión de nacionales y extranjeros, por un
lado, y por el otro, los argentinos, ya sean de Cambiemos, Radicales,
Peronistas o Socialistas que, añorando pasados lejanos y negando explícitamente
los 90, bregan por diferentes variantes estatistas y intervencionistas, ya sean
social demócratas, social cristianas, peronistas ortodoxas o llanamente
socialistas.
¿Cuál es la razón por la cual esta división no
emerge a la conciencia pública con claridad?
La razón no es otra que el abrupto y trágico final de los 90 con un
gobierno de de la Rua que cae, no por sus propios errores y mucho menos por el
esfuerzo en mantener los logros de los 90 en un contexto internacional post
Septiembre 2001, sino por el golpe
cívico de estos mismos sectores estatistas e intervencionistas que hoy
pretenden volver, se llamen Duhalde y Lavagna, Ricardo Alfonsín en el
radicalismo, y otros.
Es por este error, aún
no salvado públicamente, de evaluación de los 90 y su final, que periodistas,
medios y políticos mediocres y conformistas, no se han atrevido aún a tomar el
toro por las astas y describir la realidad de los años 90 e inmediatamente
posteriores con la claridad necesaria. Mientras no se describa la verdadera brecha, la verdadera opción no dejará de planear por
encima de la Nación sin encarnarse en ningún dirigente. Así, las próximas elecciones corren el riesgo de
ser una elección entre más de lo mismo.
A menos que, y siempre
hay que esperar y luchar por lo mejor, a menos que...Macri se ilumine y se
muestre ahora sin pudor como un faro liberal liderando esta posición en una
alianza mayor a la actual y que incluya a todo el peronismo no estatista y no
intervencionista y a otras pequeñas fuerzas liberales afines, o que, de las
mismas filas del peronismo federal, surja un liderazgo que se atreva a hacer
suyo un pasado muy honroso. Ese que hoy todos indebidamente sepultan, sin
advertir su enorme potencial electoral.
Últimos 5 Artículos del Autor
16/05 |
Reason Weekend 2024
10/07 |
Freedom Fest - Las Vegas
.: AtlasTV
.: Suscribite!
Dejanos tu email y recibí novedades y todo lo que te podemos ofrecer!