Una madre violada por su hijo. Algo anda mal

Rogelio López Guillemain
Autor del libro "La rebelión de los mansos", entre otras obras. Médico Cirujano. Especialista en Cirugía Plástica. Especialista
en Cirugía General. Jefe del servicio de Quirófano del Hospital Domingo Funes,
Córdoba. Director del Centro de Formación de Cirugía del Domingo Funes
(reconocido por CONEAU). Productor y conductor de "Sucesos de nuestra
historia" por radio sucesos, Córdoba.
En una nota publicada en el diario INFOBAE,
Lula González comparte el relato de una mujer de 42 años, violada por su hijo
esquizofrénico y drogadicto. La dramática
historia parece el libreto de una película de terror.
Abstrayéndose del horror que causa el
testimonio, es posible puntualizar ciertas situaciones que sucedieron que son
francamente inaceptables.
En primer lugar, resulta llamativo el
inicio de la historia. La señora relata
que "cuando mi hijo tenía ocho años,
mi ex me lo quitó. Cuando fuimos a la Justicia me argumentaron que yo no era
solvente para criarlo por mi trabajo de empleada doméstica". Normalmente los hijos menores quedan en
custodia de la madre y el padre debe cubrir la cuota alimentaria, la situación
es extraña.
La madre asegura que a los 10 años, su hijo
ya conocía las drogas y que bajo la custodia de su padre, a los "11 años, andaba a las 4 de la mañana
por la calle. Yo seguía pidiendo que me lo restituyan, que lo iba a cuidar,
pero me ponían trabas y papeleos".
A los 17 años ya evidenciaba rasgos de
violencia en el colegio, allí recuperó la custodia de su hijo al que le
diagnosticaron esquizofrenia psicótica.
La madre relata que "consumía pasta base, era cada vez más violento y robaba. Se
golpeaba a él mismo, le pegaba piñas a la pared, decía que le estaba pegando a
personas, que veía gente muerta".
Maximiliano fue detenido y llevado al
Centro de Menores, donde permaneció 20 meses, para luego ingresar a los 18
años, al Hospital de Salud Mental Miguel Ragone.
La madre asegura que: "lo dopaban con 18 pastillas por días, (ella) lo bañaba, le daba
de comer, estaba pendiente de las pastillas que tenía que tomar. Pero no
terminó nunca el tratamiento, lo dejaron ir antes de tiempo".
Volvió a pedir que lo internen en varias
oportunidades y en el Hospital le habrían contestado: “usted piensa que esto es una guardería".
En 2018, tras seis órdenes judiciales,
Carina logró que lo vuelvan a internar.
La madre asegura en la nota, que fue puesto en una sala con niñas con
trastornos mentales. Ella habría avisado
de este despropósito y le habrían respondido: "cuídelo usted entonces".
También recuerda el destrato que sufrió por
parte de una empleada de un organismo estatal: "Cuando cobre la pensión por discapacidad se le va a pasar".
Su hijo finalmente volvió a casa y la
violencia continuó. “Vino por atrás, me
agarró con el brazo en el cuello, hizo
presión y me desmayé, no me pude defender", "cuando recupere el
conocimiento estaba sin pantalón y él estaba encima de mí".
Maximiliano fue detenido pocos días después,
mientras intentaba abusar de una chica.
Finalmente Carina sentencia: "Yo sabía que algo iba a pasar. Yo había
avisado que era peligroso, nadie me escuchó y nadie me quiso ver". “Me
pusieron custodia policial, ¿pero para qué la quiero ahora? Me tuvo que venir a
violar para que hagan algo".
En este punto, la periodista Lula González
hace referencia a “la vulnerabilidad que
enfrentan las mujeres de bajos recursos” y culpa “al machismo de su pareja y al machismo del sistema estatal” como
responsables de los hechos.
Es lamentable que una historia atroz como
esta, sea enfrascada en un problema de sexos y de recursos económicos, cuando
lo que claramente representa, es la ausencia del estado en SUS FUNCIONES MAS
IMPORTANTES, la seguridad y la justicia.
Es la misma ausencia que padece un jubilado
golpeado, torturado y asesinado por monedas, o un niño golpeado por una mujer
enojada con su pareja, o una niña abusada por un pervertido, o un consumidor en
manos de un estafador o de una empresa “socia”
del estado, o los policías apedreados en una Villa, o los médicos con custodia
policial en los servicios de emergencia.
El mismo abandono que padecen los
ciudadanos que ven como un motochorro paga 700 pesos y sale libre; o como los
políticos, sindicalistas y empresaurios, sonríen a las cámaras luego de robar
millones y millones; o a los violadores que no se los empadrona porque serían “estigmatizados”.
No Lula González, no es el machismo; no es
por ser mujer o por ser pobre. El
problema es mucho más amplio y profundo.
El problema es la ideología que profesan los políticos y los jueces, esa
ideología que avala el relativismo moral, que acusa de “facho” a aquel que quiere aplicar una sanción o que culpa de “delito de odio” a toda verdad
políticamente incorrecta.
Dijo Carina: "Me tuvo que venir a violar para que hagan algo"; eso
mismo es lo que le pasa a cada argentino que es víctima del delito. ¿Tenemos que esperar que el ladrón o el
violador o el violento mate para detenerlo?, ¿por qué liberan antes a los
presos que aún no purgaron sus condenas?, ¿es esto justo?, ¿es lo que nos
merecemos como sociedad?
Es tiempo de que el estado (ese estado que
se queda con el 50% de lo que producimos los argentinos), deje de inmiscuirse
en temas que no le competen, aquellos asuntos que son del ámbito privado, y que
de una vez por todas PROTEJA A LOS HOMBRES DE BIEN. Sólo eso necesitamos, pero parece que esa
tarea o “no es negocio”, o los
políticos son unos inútiles o cobardes que no pueden o no quieren resolverlo.
Quiero en el gobierno a políticos y jueces
con agallas, que nos defiendan y ENCIERREN EN LA CARCEL HASTA QUE SE PUDRAN a
los delincuentes, que HAGAN PREVENCION y que escuchen a las Carina que (más allá
del sexo, edad o condición económica), padecen diariamente el abandono que
sufren en Argentina “los mansos, los
justos”.
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