La tecnología no perdona

Ángela Maritza Pereyra
Participante del Programa del Jóvenes Investigadores y Comunicadores Sociales 2019, Fundación Atlas. Fundación Federalismo y Libertad, Salta.
Con
la llegada de los 60’s, en Estados Unidos se comenzó a emitir una serie
televisiva de ciencia ficción llamada Star Trek, la cual mostraba las aventuras
de los miembros de una nave espacial a través de su recorrido por la galaxia.
Uno de los personajes y tramas más icónicos de esta serie los hallamos en la
figura del capitán Jean-Luc Picard y en su enfrentamiento con la especie
denominada Borg, conformada por seres mitad humanoides mitad máquina, quienes
en el afán de autoperfeccionarse, conquistaban y asimilaban cuanta civilización
encontrasen, no sin antes realizar una advertencia que ha quedado grabada en la
memoria de muchos: “prepárense para ser
asimilados, la resistencia es inútil”. Algo similar ocurre con la
tecnología, la cual histórica y sistemáticamente ha producido cambios en el
trabajo del hombre, así como en su educación y cultura. El tiempo ha demostrado
que la resistencia a la misma es inútil (el mantra de la especie Borg) puesto
que tarde o temprano el cambio se asienta, por lo que tal vez sea hora de
cuestionarnos si estamos preparados para subirnos a esta ola que nos brinda
grandes perspectivas de desarrollo, o si solo esperaremos a ser “asimilados”
sin ton ni son.
Desde
antaño hemos buscado diversas alternativas que nos permitieran llegar a una
situación cada vez más favorable, ya sea ahorrando tiempo, reduciendo la fatiga
propia de las tareas u obteniendo diversos beneficios. Pensemos en todos los
cambios que se han operado a raíz de la introducción de nuevas tecnologías,
proceso que ha estado presente desde nuestros orígenes y hasta nuestros días
con fenómenos que se tornan cada vez más complejos, todo lo cual ha sido
posible gracias al ingenio humano que constantemente ha desarrollado soluciones
cuando fue puesto a prueba. Hasta hace unas décadas era difícil imaginar desde
nuevos trabajos (programación, community manager, impresión 3D, desarrollo de
apps, manejo de drones, etc.) hasta formas novedosas de trabajar que van más
allá de lo tradicional (trabajo freelance, coworking, teletrabajo,
crowdfunding, etc.), lo cual nos muestra que nuestro límite está dado solo por
el alcance de nuestra imaginación.
La
automatización es un fenómeno que hoy se presenta como una realidad y frente al
cual la OCDE estima que en el 2030 pasará a jugar un rol predominante en la
economía mundial, siendo uno de sus resultados la producción de mejores y más
significativos trabajos. Recordemos que toda innovación tecnológica trae
aparejada una serie de cambios, y uno de los que más preocupación genera es la
pérdida de puestos laborales, frente a lo cual la OCDE sostiene que sólo un 14%
de los empleos estarán en riesgo de ser sustituidos, siendo el sector del
transporte, la industria y la construcción los que más apuntan a ser
automatizados. Resulta ilustrativo el pensamiento de Henry Hazlitt quien en su
conocida obra Economía en una Lección
consideraba, al tratar lo referido al terror hacia las máquinas, que “…no sólo debe estarse causando desempleo
hoy en día con cada perfeccionamiento técnico, sino que el hombre primitivo
debió empezar a producirlo con sus primeros esfuerzos por liberarse de la
necesidad y de la fatiga inútiles…”, advirtiendo que “…es erróneo suponer que la función o finalidad primordial de las
máquinas sea crear empleos. Su verdadero objetivo es incrementar la producción,
elevar el nivel de vida, aumentar el bienestar económico.”
La
experiencia nos muestra que el desempleo es un efecto esperable mas no
definitivo en estas situaciones, y lo que ocurra en el 2030 no va a ser peor de
lo que ya conocemos. La idea es estar preparados para hacer frente a estos
cambios, tratar de minimizar los efectos negativos que pueda ocasionar en los
diversos sectores laborales en el corto y mediano plazo y que no nos terminen
golpeando como cachetada de Transformer.
Curiosamente
el índice Automation Readiness Indexx, un ranking mundial de digitalización y
robótica elaborado por ABB y The Economist, ubica a Argentina en el puesto 17º
(con carácter de país emergente, por encima de Brasil y México) sobre un total
de 25 países que integran el mismo, y en el cual son tenidos en cuenta aspectos
tales como entorno de innovación, políticas educativas y políticas laborales.
Pese a que países como Corea del Sur, Alemania y Singapur (entre otros) se
posicionan como los mejores preparados para integrar la digitalización en sus
economías, se advierte que hasta
los países más preparados deben mejorar sus políticas de educación y programas
de capacitación, así como implementar un nuevo enfoque en el aprendizaje
permanente. Como vemos, los avances de la modernidad nos ofrecen grandes
posibilidades de mejora y desarrollo, lo cual será factible en la medida que
generemos un entorno apto para ello. Es un hecho positivo que nuestro país haya
sido tenido en cuenta en una valoración de este nivel, razón por la cual no
debemos dormirnos en los laureles, y es necesario preguntarse si comprendemos
verdaderamente las implicancias del siglo XXI, teniendo en cuenta que no
contamos con incentivos suficientes para el sector privado, nuestro sistema educativo
desde hace tiempo que ha entrado en decadencia, las leyes laborales están
completamente desconectadas de la realidad que nos toca atravesar y la
situación económica mucho no ayuda. Aún estamos a tiempo de revertir estas
situaciones y subirnos a la ola del desarrollo y la innovación, puesto que el
cambio, así como la marea, es inevitable y la tecnología no perdona.
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