Conatos de golpe de mercado contra la persona de Mauricio Macri
Humberto Bonanata

Director de Notiar. Premio a la Libertad 2012, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.




Desde el 25 de abril del año pasado el gobierno de Cambiemos que preside Mauricio Macri no ha dejado de padecer conatos de “golpe de mercado” a los que sólo pueden asemejarse los levantamientos militares contra Arturo Frondizi desde el día posterior a su asunción (2 de mayo de 1958) hasta su vergonzante caída.
 
La inmadurez de la sociedad que todos conformamos data del 6 de septiembre de 1930 cuando el germanófilo José Félix Uriburu decidió poner fin a 77 años de democracia liberal consolidada desde la sanción de nuestra Carta Magna el 1 de mayo de 1853 hasta el golpe fascista contra Hipólito Yrigoyen.
Repetidos los golpes de Estado el 4 de junio de 1943, el 16 de septiembre de 1955, el 28 de junio de 1966 y el 24 de marzo de 1976, siempre las deposiciones antidemocráticas fueron cívico-militares.
“Venían a poner orden al desorden de los gobiernos civiles que no sabían gobernar” … Siempre bajo imperativos mandatos de “limpieza moral” de nuestra sociedad adolescente, el autoritarismo justificaba las interrupciones constitucionales por impericia, negligencia, corrupción o lucha antisubversiva que sólo ellos sabían hacer.
Desde 1983 los golpes de Estado han mutado en golpes de mercado.
Lo sufrió Raúl Alfonsín cuando su administración económica hizo crisis hiperinflacionaria en 1989 y todos los intentos de frenarla la potenciaron.
Lo padeció Fernando de la Rúa en sus 740 días de gobierno al promocionarse diaria y mediáticamente el riesgo país –algo que la mass media desconocía de qué se trataba- hasta que Duhalde y parte del alfonsinismo bonaerense encabezado por Moreau lograran el objetivo de voltearlo.
Tras 12 años 6 meses y 15 días de asociación ilícita gobernante, el 22 de noviembre de 2015 triunfó en el ballotage una nueva alianza política con pilares republicanos, democráticos y liberales bajo el nombre de Cambiemos.
El PRO a través de su líder, la Unión Cívica Radical mediante su inigualable representación territorial y la Coalición Cívica tras su larga lucha en defensa de los valores morales lograron conformar la esperanza republicana que hoy ha logrado transformar estructuralmente a nuestra Argentina pero que aún no pudo exterminar el flagelo de la inflación y la depreciación diaria de nuestra moneda.
En “Periodismo para Todos” Jorge Lanata el año pasado mostró cómo dos sociedades históricamente inflacionarias lograron extirpar el impuesto más regresivo que padecemos los trabajadores. Claro está que Israel tardo 35 años en lograrlo y Croacia 15 años, recortando de cuajo todo tipo de “gasto social” como presupuestariamente se denomina a los salarios públicos y a las jubilaciones.
Estos dos países guerreros, tanto internacionales como fratricidas, distan absolutamente de la idiosincrasia argentina.
Nuestra generación sólo vivió por televisión una guerra insólita utilizada por el dictador Galtieri con el único fin de continuar el decadente populismo autoritario.
Recuerdo sólo dos dirigentes políticos que criticaron la locura belicosa del etílico presidente de facto: Raúl Alfonsín y Álvaro Alsogaray. Desde diferentes posturas ideológicas coincidieron en recuperar el equilibrio perdido y afianzar la Resolución 2065/65 de la O.N.U. – lograda por el entonces Canciller Miguel Ángel Zabala Ortiz bajo la presidencia constitucional de Arturo Illia- que invitaba a los dos países a sentarse a resolver el problema de la soberanía del archipiélago Malvinas.
Este pequeño relato histórico nos obliga a analizar el presente.
Mauricio Macri cumplirá el próximo 10 de diciembre el récord alcanzado por Máximo Marcelo Torcuato de Alvear Pacheco en 1928 al concluir un mandato presidencial proveniente de un partido político no peronista y entregárselo a otra autoridad electa.
Eso a muchos molesta, es a la sazón como la piedra en el zapato que rompe la media, lastima la piel y no saben cómo sacársela.
A su vez, Macri intentará revalidar los logros de su primer mandato y afianzarlos en la reelección que consolide y posibilite profundizar los cambios estructurales que requiere la Argentina.
El dólar es sólo consecuencia del tumor maligno inflacionario. No es la causa. Los argentinos percibimos que usamos una moneda de intercambio interno (peso) y otra de reserva de valor (dólar). Vivimos dolarizados.
Trenes, cloacas, agua potable, gas, aviones, puentes, rutas, autopistas, el Riachuelo en miras de ser saneado, policía entrenada y reconocida, escuelas nuevas, asistencia social, veredas, ríos entubados, metrobuses, aeropuertos, relaciones internacionales reales, parques eólicos, explotación petrolera, código penal nuevo, lucha contra el narcotráfico, etc.…, son pilares de la primera etapa del gobierno de Cambiemos.
Inflación y depreciación monetaria son las materias aún no aprobadas por la gestión Macri.
“No hay peor astilla que la del mismo palo” comentan los mercaderes del dinero diariamente al abrirse las mesas de dinero. Encienden sus computadoras y comienzan a “jugar” con los algoritmos. Saben que con U$S 100 millones de “timba” diaria desestabilizan los mercados internos, el riesgo país, nuestros títulos de deuda y las acciones de las empresas argentinas que cotizan en el exterior.
Otra vez la oposición a un gobierno no peronista juega sus cartas desestabilizadoras. Nombres por todos conocidos anuncian el apocalipsis desde las 10.00 hrs. de la mañana hasta el fin de cada día.
Apuestan a fórmulas intrigantes para disociar la unidad monolítica entre Macri y María Eugenia Vidal, gobernadora por excelencia y brillantez.
Aunque saben que sus artilugios son efímeros y que cada argentino quiere mirar hacia adelante y no volver al oscurantismo del túnel de 4381 días de latrocinio que nos legara el kirchnerato.
Crisis de crecimiento titularía Pichón Riviere, padre de la psicología social.
Resistencia al cambio adolescente diría cualquier psicólogo de barrio.
“Resiliencia social” sería el término más ubicado para una sociedad adolescente que se resiste al cambio, aunque sabe en su interior que necesita afrontar esa crisis.
El retroceso sólo tranquiliza a los mediocres.
 

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